Imágenes de la semana(4)

Todo ha girado sobre el 23F

Esta semana ha habido pleno en el Congreso y en el Senado. Se han discutido proyectos de ley, hemos hecho preguntas, aprobado mociones, pero en lo político solo ha habido un tema central. El treinta aniversario del 23-F.

En Deia publiqué un artículo donde pedía se investigara el papel del rey en los prolegómenos del golpe. Los periodistas Miguel Ángel Aguilar, Pepe Oneto, entrevistas en El País como la hecha al presidente del Consejo de secretarios de estado y subsecretarios Laina, empiezan a decir cosas. Pero también se comienzan a escribir verdades hasta ahora ocultas, o se pregunta sobre las cintas grabadas entre Tejero, los militares y La Zarzuela, la trama civil, con nombres como los de Ansón y Emilio Romero, y sobre todo el libro de Jesús Palacios, un antinacionalista vasco de derechas, pero que aporta información en su libro «23.F: El Rey y su secreto», sobre el protagonismo de Juan Carlos, el verdadero papel que jugó y no la milonga que nos han contado. La prueba está en que en el acto del miércoles 23 F, solo fue a comer, pero no habló en el pleno. Algo pasó. Tanta cara empieza a dar el cante.

Estuve en la Ser discutiendo con Benegas sobre este asunto y el martes con Matilde Fernández, ex ministra de Trabajo de Felipe González y con Juan José Lucas, ex presidente de Castilla León. Lucas conoce a Jesús Palacios y me habló bien de él. El debate fue interesante. El PSOE no depuró a los que dentro de su partido se movieron para hacer aquel gobierno de concentración.

No me he cortado en hablar de la clave que hay en todo esto que no es otra que la dimisión de Suárez y el papel bochornoso jugado por el rey, inductor del posible gobierno Armada, su antiguo preceptor.

El martes por la noche estuve en el estreno de la película que han hecho sobre este asunto. Fui con Jaime Blanco. Los golpistas pronuncian la palabra España trescientas veces. Es la clave. No me gustó. Es una exaltación de la figura del rey. La película está bien hecha. Por eso es especialmente engañosa. Una patraña más.

El miércoles estuve en el Palacio de Bella Vista, en La Cibeles. Palacio de María Cristina, despacho de Azaña, Cuartel General del Ejército, lugar desde donde despachaba Armada. Se había organizado un homenaje al teniente general Gutiérrez Mellado, aquel militar franquista que supo estar a la altura del reto de hacer un ejército profesional con Suárez y por eso concitó todo el odio del sector golpista que organizó el golpe y que trató de echarle al suelo. Habló el autor del libro sobre la biografía de Gutiérrez Mellado y la ministra Chacón. Ésta no me gustó. La derecha más derecha de todas las derechas no hubiera hecho discurso mejor. Esta gente se pasa en su obsequiosidad al rey. Y es socialista. Bochornoso. Me tocó delante del general Calderón, antiguo jefe del Cesid que me recordó una comida en aquella Casa de espías junto a Xabier Arzalluz.

Y no fui el miércoles por la tarde al acto del Congreso. Lo mejor fue la comida que tuvimos con Andoni Monforte y Joseba Azkarraga. Marcos Vizcaya, que iba a ir, se indispuso y el resto se quedó en casa: Bujanda, Elorriaga, Iñigo Aguirre. El único fallecido, Aristizabal.

Ojalá hubiéramos grabado esta comida tan fraterna y de recuerdos. Azkarraga nos ha contado lo que le dijo un guardia civil que no sabía dónde estaba y solo se embarcó porque le dijeron si se sumaban a una operación para salvar a España. Monforte nos narró el intento de confesión de Bandrés con Urralburu. El comentario de Monforte de que si hubiera estado Joseba Elosegi se hubiera enfrentado a ellos. Hablamos de Gaminde, del nacionalismo en Araba, de aquel encierro, y de lo que ganaban. De aquel debate entre Arzalluz y Enrique Mugica en radio: Arzalluz criticaba a Mugica su connivencia con Armada. Tuvo razón. Ha sido muy agradable. Erkoreka, Esteban, Olabarria, Azpiazu, Beloki, Agirretxea y yo con estos dos diputados de la época. Un buen momento y atendidos por Manu, un buen cocinero que nos ha mimado.

Y un toque de comisiones. Nos reunimos la de Iberoamérica el jueves. Dos novedades. Se fue Joan Nuet de “Iniciativa per Catalunya los Verts” y le sustituyó Joan Saura, quien ha sido hasta hace un mes Consejero de Interior de la Generalitá y a quien conocí de diputado. Y se nos fue la portavoz del PSOE en la Comisión, Edelmira Fernández Soriano a la presidencia del Consejo Audiovisual Andaluz y le ha sustituido el exconsejero de la Junta de Andalucía, Francisco Vallejo.

Y finalmente al volver al Senado, en la calle Arenal, un tipo en una bicicleta, con la bandera española y un megáfono nos anunciaba el fin del mundo según el profeta Ananías. Hay gente «pá tó».

Guerra tan buen español como Arenas

Decía Pla. “Lo más parecido a un español de derechas es un español de izquierdas”. Y es verdad.

Alfonso Guerra ha sido la bestia negra de la derecha española. La que más la ha ridiculizado, la que más se ha ensañado con ella. Pero tienen algo en común. La defensa de una España desfasada.

Guerra era de los que no querían la autonomía para Andalucía, pero tácticamente y por erosionar a Adolfo Suárez, apostó por Andalucía como «comunidad histórica”. No sabía muy bien que era aquello y seguramente jamás había oído hablar de Blas Infante, pero sí tenía claro donde darle a Suárez y posteriormente a Rafael Escuredo y a Rodríguez de la Borbolla a quienes machacó inmisericordemente obligándoles a los dos a dimitir y desde luego haciéndoles la vida imposible, como se lo había hecho a Clavero Arévalo. Pero ahora, cumplida la setentena e instalado en la presidencia de la Comisión Constitucional del Congreso, es acreedor de premios con ditirambos de Javier Arenas, a quien lo menos duro que le ha dicho ha sido aquello tan manido de «señorito andaluz».

Guerra, en la actualidad, en su visión de España es como Arenas o Rajoy. Un buen español de una falsa izquierda, y por eso lo nombran hijo predilecto de Andalucía. Por eso el gobierno andaluz nombró al diputado socialista y ex vicepresidente del Gobierno Alfonso Guerra hijo predilecto de Andalucía, el máximo galardón que anualmente concede la comunidad autó­noma. Junto a Guerra fue también nombrada hija predilecta la galerista Juana de Aizpuru. Nada más conocerse la concesión, el ex vicepresidente manifestó su alegría, sorpresa y gratitud por el galardón y, aunque dijo ser «poco dado a oropeles», calificó como «un honor» que su tierra quiera hacerle este reconocimiento.

Guerra, que es diputado en el Congreso de forma ininterrumpida desde 1977, añadió que es una «satisfacción» que haya personas que piensen que su trayectoria puede representar «un compromiso con Andalucía» y una contribución al «bienestar y la mejora» de esta tierra. Y agregó que este premio «intensifica» ese compromiso con Andalucía. El ex vicepresidente del Gobierno, de 70 años, recordó al ser entrevistado por el premio a sus padres como las personas que le permitieron tener la oportunidad de ser quien es en la vida, y aseguró no tener «ni idea» de que iban a concederle este galardón.

El presidente del PP andaluz, Javier Arenas, consideró el nombramiento un acierto porque Guerra ha tenido «altísimas responsabilidades en el Gobierno y ha expresado con mucha lucidez el compromiso con Andalucía y la España constitucional».

Guerra recibirá el recono­cimiento el 28 de febrero, Día de Andalucía, en el Palacio de San Telmo de Sevilla. El gran cepillador de estatutos ese día estará feliz. Los suyos le nombran hijo predilecto. El mérito de verdad estaría en que los nacionalistas vascos, catalanes y gallegos lo hicieran. Pero no lo harán. Para los nacionalismos periféricos Guerra fue y sigue siendo uno de los padres de la Loapa. Y todo gracias al 23-F.

Me han censurado una pregunta sobre el rey y los nuevos marqueses

El jueves pasado decidí preguntar sobre los nuevos Marquesados. Había sido una decisión del Jefe del Estado, había aparecido en el BOE y había tenido su repercusión mediática e, ingenuo de mí, pensé que eso de la «Monarquía Parlamentaria” iba en serio. Por esta razón formulé la siguiente pregunta para ser contestada por el gobierno en el siguiente pleno:

“¿Que piensa el gobierno de los últimos otorgamientos de títulos de Marqués por parte del Jefe del Estado?».

Esta pregunta se unía a la que la había formulado a la ministra de Asuntos Exteriores Trinidad Jiménez sobre la opinión del gobierno en relación con lo que estaba ocurriendo en el norte de África y en concreto en Marruecos así como en Guinea.

Y terminé mi jornada matutina y al salir me encontré con un viejo amigo, Andoni Olabarri que me invitó a un caldo en el bar de Sabin Etxea. Y en eso estábamos cuando nuestra secretaria del Grupo en Madrid, ldoia, me llamó alarmada y preocupada. Un administrativo le había rechazado la pregunta con la siguiente argumentación:

Es un control indirecto de un organismo constitucional no sujeto a control parlamentario”. Los servicios de la Cámara (Asistencia técnico parlamentaria) eran categóricos. No aceptaban ni tan siquiera que la pregunta fuera formulada y me daban la posibilidad, en dos minutos, de formular otra o de lo contrario perdería el cupo. Allí mismo, en la barra del bar, con el caldo humeante, le dicté la pregunta sustituta. “¿Toma en cuenta el Gobierno la opinión del pueblo saharaui a la hora de la negociación entre la Unión Europea y Marruecos en relación con el acuerdo comercial?».

Este tema tenía interés, aunque no tuviera la vertiente política de la pregunta sobre los marqueses, pero el oscurantismo, la impunidad y la inmunidad pero sobre todo el celo del socialista Javier Rojo impedían el control parlamentario. Ni tan siquiera me llamó para darme una mínima explicación.

Reconozco que la decisión me cogió de sorpresa pues en mi anterior libro «Una monarquía protegida por la censura» publico decenas de preguntas parlamentarias formuladas en relación con las cacerías del rey, el uso de aviones, las vacaciones, el nombre de los barcos, las inauguraciones del Cervantes, el presupuesto de la casa Real y otros temas vinculados con la Casa del Rey buscando siempre que el gobierno me contestara que le parecían aquellos abusos. Y siempre se cursaban las preguntas y siempre me contestaba el gobierno diciendo que no eran competentes pues el rey no era responsable, es decir, era un irresponsable, no respondía ante nadie, caso único en la Europa democrática. Se trataba de un Jefe de Estado que solo respondía ante Dios y ante la Historia. Como Franco.

Ese mismo día, en un programa de ETB, al que solíamos ir todos los jueves los senadores Rabanera del PP y Lertxundi del PSE, lo primero que hice fue denunciar esta chapuza. No solamente los nombramientos de marqueses sino la censura para controlar al gobierno sobre los mismos. Pero ahí quedó. La pregunta no era políticamente correcta en esta España tan incorrecta.