Tras la segunda guerra mundial, el gobierno francés propuso a una serie de resistentes y miembros de la Brigada Vasca, la concesión de medallas al mérito, entre ellos a José Antonio Durañona que fue quien me lo contó y cuyo dato consta en su libro. Pero aquellos vascos se reunieron y solicitaron al gobierno francés que para la causa vasca era mucho mejor que aquellas medallas se resumieran en una y que esa se le otorgasen al Lehendakari Aguirre. El gobierno francés no aceptó la propuesta, y los resistentes vascos renunciaron a la condecoración.
Esta bellísima historia, tan singular, y tan cercana en el tiempo, es la que entre otras muchas acotaciones debería haber recordado el alcalde de Bilbao Iñaki Azkuna al ex primer ministro francés Alain Juppé y al embajador de Francia Bruno Delaye. Pero quizás Azkuna no la sepa, aunque podía haberse leído el libro de Durañona.
Salvo este detalle, el resto del acto ha sido perfecto. El ex primer ministro, alcalde de Burdeos y actual ministro de Defensa, Alain Juppé, le ha hecho entrega, en nombre del presidente Nicolás Sarkozy, de nada menos que la Legión de Honor, en el nuevo local que ha abierto el Instituto francés de Bilbao, en la calle Epalza a tiro de piedra del Campo de Volantin.
Habló el embajador, habló Juppé atribuyéndole a Azkuna el Guggenheim, hecho en tiempos de Ortuondo de quien nadie se acuerda, La Alhondiga y muchas cosas más y recordando que los bordeleses le achacan a su alcalde haber tenido menos coraje que el alcalde de Bilbao. Juppe es un peso pesado de la política francesa, un político de gran envergadura signado por dos fracasos: uno, el de haber convocado elecciones anticipadas porque las encuestas le daban ganador, y perdió y, dos, siendo ministro de medio ambiente, Sarkozy les dijo que los ministros que no resultaran elegidos, deberían dimitir. Y tuvo que hacerlo. Hoy como ministro de Defensa sigue siendo un peso pesado del centro derecha francés y un gran amigo de Azkuna y de Bilbao. Estaban también los alcaldes de Bayona y San Juan de Luz.
Azkuna nos dijo que su discurso iba a ser el más largo de su mandato. Con un euskera que sonó mejor que el francés macarrónico que tiene a pesar de haber vivido un año de estudiante en Francia, alabó la belleza, la cultura y la historia de este país recordando a Goya, Urkijo y Mazarredo y remontándose a los afrancesados y antes a Enrique IV, el navarro que prefirió Paris aguantando las misas. Recordó a la España negra franquista y las Cuaresmas, pidiendo perdón al obispo allí presente, y poniendo a Francia como símbolo de libertad y recordando sus años de estudiante, su noviazgo con su mujer Anabela, y todo lo que fue para él la Ciudad Luz. Recordó como le encantaba escuchar al presidente Pompidou y que un vagabundo en el Metro de Chatelet le imitaba y repetía aquella bella frase de “La República es la Libertad” lamentándose de que los Cien Mil Hijos de San Luis no hubieran asentado en España una Monarquía Parlamentaria y no al indecente Borbón de Fernando VII.
Fue un buen discurso terminado pidiendo al buen Dios salud para su familia. Fue muy aplaudido por los allí presentes que llenaban hasta los topes aquel gran salón con presencia de la concejala de IU, del PP ,del PNV, pero no así del PSE. Poca elegancia la de Oleaga. Estaban Iñigo Urkullu y Belén Greaves.
Saludé al Lehendakari Ardanza, a quien fuera nuestra diputada en Madrid Ana Gorroño y su esposo, a Basagoiti, el tío, a Cecil Gerrikabeitia y Javier Atutxa con Lurdes e impulsor en el BBB en su día de la candidatura de Azkuna. Estaba también Tere Querejazu, empresarios, gente de Vista Alegre, el párroco de Begoña, y muchas señoras que le besan mucho al alcalde y que él agradece. Cada beso, un voto.
Es muy bueno que Bilbao tenga amigos en Francia y, en Burdeos. Este año habrá una regata, Burdeos-Bilbao. Es muy bueno que un ex primer ministro francés te lo encuentres en Bilbao alabando la regeneración de la Villa. Es muy bueno que tras Azkuna haya un sentimiento y reconocimiento de buen alcalde de todas las personas inteligentes de un Bilbao que ve en Azkuna a un alcalde que viste bien el cargo. Eso es lo que tiene que ser un alcalde y Azkuna lo hace muy bien, aunque se olvide de la historia de aquellos héroes.es lo que he echado en falta. Todo lo demás, perfecto.