La cena con Aznar en el Jockey

Detrás del Ministerio del Interior y de la antigua presidencia del gobierno en Castellana 3, hay un famoso restaurante que vive ahora en dificultades.

Corría el año 1945 cuando Clodoaldo Cortés fundaba el restaurante Jockey en la madrileña calle de Amador de los Ríos, aledaña al paseo de La Castellana. Eran tiempos difíciles, pero el negocio floreció, basado en una oferta gastronómica al gusto de la época y convertido en un espacio donde primaba la discreción.

Ahora, tras 65 años de trabajo, infinitos comensales ilustres y confidencias contadas en sus mesas, su futuro se plantea, cuanto menos, oscuro. Hace tan sólo unas semanas, los 30 empleados del mítico restaurante colgaban un cartel en la puerta en el que denunciaban que llevaban cuatro meses sin cobrar. 48 horas estuvo ese cartel en la calle, las que pasaron antes de que Luis Eduardo Cortés, dueño del establecimiento, se reuniera con los trabajadores, según recoge la revista GQ en su último número, entregar 400 euros a cada uno de ellos, de los 7.000 de media que reclaman por cabeza.

Este hecho me ha recordado la cena que tuvimos Xabier Arzalluz y yo, cuando el PNV acordó el “SI” a la investidura de Aznar en 1996. De aquel acuerdo salió “Euskaltel”, la eliminación del servicio militar obligatorio, la eliminación de los gobernadores civiles, la elección de las autoridades portuarias, una ley para devolver el patrimonio incautado, la renovación del Concierto Económico, una apuesta por la Formación… No fue un mal acuerdo con Aznar que en aquel momento se desvivía. El pacto con CiU, CC y PNV marcó una legislatura “sui generis”.

Los días 3 y 4 de mayo de aquel 1996 se celebró en el Congreso el Debate de Investidura. Me tocó la intervención en nombre de mi grupo. En los escaños, González de Txabarri, Emilio Olabarria, Margarita Uría y Jon Zabalia. Cuando Olabarria pasó al Consejo General del Poder Judicial fue sustituido por María Jesús Aguirre y al año por Carlos Caballero.

Fue muy llamativo el eco del acuerdo que encontramos en la calle. Telegramas, enhorabuenas y palmadas. La gente veía bien el pacto. Quizá también habría mucha gente que rechazara el acuerdo, pero en general el pacto fue muy bien recibido. Había que reconocer que Mayor Oreja y Aznar quisieron el acuerdo y al final lo lograron. También es preciso constatar la intolerable presión sindical que de no haber existido nos hubiera permitido un mejor acuerdo, pero tanto los sindicatos como los socialistas seguían tercamente aferrados a dogmas propios del nacionalismo español más rancio.

Antes, el 30 de abril, habíamos estado en la sede del P.P. en la calle Génova. Habíamos acordado el pacto, lo habíamos presentado en rueda de prensa y tras esto fuimos a cenar al Jockey cerca de la sede del P.P.

Aznar me pidió que le acompañara en su coche al restaurante. Estuvo extrañamente afectuoso. Comprobé el peso de las puertas de un coche blindado. En uno de los comedores privados comenzamos con una merienda que se convirtió en cena. Aznar, Rajoy, Rato, Mayor Oreja por un lado y Arzalluz y yo por el otro.

Arzalluz aquella noche estuvo especialmente agradable y simpático. Les contó su viaje a Praga hacía veinticinco años con su mujer, les narró las excelencias del txakolí que cultivaba, les habló de la negociación y de gentes varias del PP. El vino que tomamos fue Pesquera. Como concesión, un hombre tan parco como Aznar nos dijo que aquel lunes había dormido muy bien. No se lograba todos los días un acuerdo entre el PP y el PNV. Brindamos. Me fijé en Rato. Lo hizo con una copa vacía. Arzalluz le dijo que eso no debería ser ningún presagio.

Y, a las once, a casa.

Fue en el Jockey. Y ahora se cierra. Agua pasada.

Nos visita Susana, la principal Limeña

El martes en el Arraiz, estuvimos Erkoreka y yo con Susana Villaran la recién electa alcaldesa de Lima. Acaba de ganar unas competidas elecciones haciendo campaña casa por casa con la intención de hacer “Una Lima verde y para todos”. Había más gentes que no nombro por discreción.

Había visitado al alcalde de Bilbao ya que al parecer el agua del “río hablador”, el Rimac, está ahora tan sucio y contaminado como lo estaba nuestra Ría como “alcantarilla navegable” cuando el PNV, con Castañares al frente de la candidatura, ganó las elecciones en 1979. Nuestro candidato acompañado por Maren Leizaola, Begoña Ezpeleta e Iñaki Zubizarreta, visitaron Londres y se enteraron lo que hicieron los ingleses con su río y trajeron aquí la idea en 1979, de que se podía hacer lo mismo. Hoy, tras treinta años de un planificado trabajo, la Ría comienza a vivir. Pero han sido treinta años y se ha hecho el trabajo por parte de las corporaciones presididas por Castañares, Robles, Gorordo, Duñabeitia, Ortuondo y Azkuna. En este tipo de apuestas importa no solo detectar el problema y hacer un buen diagnóstico sino seguirlo en el tiempo.

Ese día había salido en DEIA una entrevista con la alcaldesa electa y en ella decía que mientras su contrincante pasaba por las calles de Lima saludando a la gente desde el coche, Susana se dedicaba a hablar con los votantes en persona y a través de las redes sociales para conocer sus necesidades. “Jamás me levanté ni dos centímetros del suelo durante la campaña y quiero gobernar sintiéndome una más de mi pueblo”.

Esa aseveración me gustó y le comenté cómo en un debate parlamentario en el Congreso yo había hecho uso de una reflexión del poeta catalán Joan Brossa que decía que la única tarima que él admitía era la de los tacones de sus zapatos y de como su viuda me había llamado para agradecerme la mención. Le gustó la frase y la apuntó.

No lo tiene fácil Susana pues Lima es una inmensa ciudad de ocho millones de habitantes con un centro precioso pero muchos barrios depauperados. Susana nos decía:

“Lima es muy frágil ante el cambio climático y hay una crisis ambiental. Además de acabar con la drogadicción y de mejorar la situación de los barrios pobres, queremos construir una ciudad más limpia y con más zonas verdes. Para ello es clave recuperar nuestros ríos e invertir en plantas de gestión de residuos, dos aspectos en los que Bilbao tiene una gran sabiduría”.

De Bilbao iba a Madrid y allí le pusimos en contacto con la Secretaria de Estado de Cooperación, Soraya Rodríguez que en su día había sido candidata a la alcaldía de Valladolid y que inmediatamente hizo un hueco en su agenda para desayunar con ella.

Está bien que en Bilbao nos visite la alcaldesa de Lima, una mujer activa de centro izquierda, que hará una buena gestión. Y es amiga. Como lo es el actual alcalde de Caracas.

Gómez Damborenea: un buen español, un mal Viceconsejero vasco

Pedro Gómez Damborenea, no confundir con García Damborenea, aunque los dos sean socialistas, me acaba de dar un pellizco de monja en su artículo del domingo “Cuestión de Marca” publicado en El País, del que es periodista excedente y tan sectario como éste medio para todo lo que huela al PNV. En la actualidad Gómez Damborenea es Viceconsejero del Gobierno Vasco al servicio del Consejero Bernabé Unda, al que asesoró en su día para que éste, enfático, dijera aquello de “viene de Madrid, es un real decreto, se cumple y punto” en aquella infausta charla en La Bilbaina.

Gómez Damborenea no me tiene mucha simpatía a cuenta de la respuesta que le di ante su inapropiado comentario hecho a raíz del fallecimiento de José María Vizcaino. Dijo en él que Vizcaino fue abandonado por las Instituciones Vascas y yo le saqué todas las gestiones que hicimos en su día con el vicepresidente Rodrigo Rato, sin que Vizcaino nos agradeciese nunca nada. Tampoco lo hicimos por eso sino para que una empresa vasca no cayera en suspensión de pagos. Pero si eso hicimos nosotros en Madrid, desde las instituciones vascas se le ayudó cuanto se pudo para que al final, este sujeto en la hora del obituario cargara contra el PNV. Como siempre.

Ahora es Viceconsejero y no sabe que es muy feo que desde un puesto institucional se critique a la oposición. Los sectarios nunca saben como funcionan las instituciones y el lenguaje que hay que emplear. Son demócratas de mercadillo. Para criticar partidistamente, para   eso están los parlamentarios de su partido o el propio Consejero, pero de éste poco puede esperarse. Sustituyó a Pedro Hernández, aquel inefable Pedro Tolosa (To lo sa be) y al parecer no le van bien las cosas con el cambio.

Lo que si me extraña es que en su artículo nombraba la palabra España y españoles doce veces y solo una Gobierno Vasco, del que es Viceconsejero. Este dato nos indica donde están sus amores y afanes, aunque a la hora de cobrar le paguen las arcas vascas. Ya tenemos pues el primer dato. Es un buen español. Y lógicamente defiende con uñas y dientes la Marca España, Marca por cierto sin que haya ningún vasco en su gerencia.

El párrafo en el que me aludía, sin venir a cuento es éste:

“La guerra comercial es ardua y sucia, y hay interés en vapulear la marca España con el único fin de eliminar una competencia. La sorpresa es ver cómo hay quien recurre al simplismo y quiere dar la vuelta a los argumentos. Es un buen ejemplo el nacionalismo virtual que lleva, por ejemplo, al señor Iñaki Anasagasti a afirmar sin mover un pelo sobre otros españoles: “Espero que se hagan europeos de una vez por todas”. Es un titular de apariencia graciosa, pero con el que se permite mirar por encima del hombro a otros ciudadanos. No es sino una bobada, se analice como se analice, pero que siempre procura dañar la marca España con la que operan nuestras empresas”.

Ya ven. Un Viceconsejero del Gobierno Vasco sumamente respetuoso con un senador de su querido reino.

He dicho más de una vez que los vascos nacionalistas tenemos claro que para que Euzkadi vaya bien, España y Francia deben ir bien. Sería de tontos e insolidarios desear gratuitamente el mal a nadie y encima echarnos piedras sobre nuestro tejado, pero lo que ocurre es que al carecer de una Marca Euzkadi y al ser la Marca España tan deficiente, eso nos perjudica. Y debería ser trabajo de un Viceconsejero vasco, que lo dudo. Tratar de buscar ese camino y no mover la cola genuflexo ante la Marca España, ante el príncipe, el rey y hasta ante su Consejero, que no se distingue precisamente por su simpatía. Marca de este gobierno  sin amigos.

Y me reitero en lo dicho, porque además creo que a más Europa, menos España y más Euzkadi. Una España profunda que no ha asimilado su europeidad, que pasa de lo europeo salvo para tender la mano, que está alejada del núcleo duro de las decisiones del continente, que ha estado a punto de ser intervenida, que no hace pedagogía de Europa, que ha rescindido hasta el contrato que mantenía con Euro News, que no nos hace ni caso cuando le pedimos que en cada informativo de Radio Nacional de España y de Televisión Española incluyan como mínimo una noticia europea política y otra social… y tantas cosas.

Con este tipo de Viceconsejeros el Gobierno Vasco puede hacer poca cosa. No solamente no hacen nada sino destruyen lo hecho en el pasado y su exacerbado españolismo les hace perder el tiempo metiéndose con senadores de otros partidos en lugar de trabajar en cosas concretas, que si las hicieran las reconoceríamos.

En definitiva, un buen español pero un mal Viceconsejero vasco. Nada sorprendente.