El PNV quiere volver a París

Este trabajo apareció en la contraportada de El País. Lo hizo Luís Rodríguez Azpiolea. Trata de cómo negociamos con el gobierno Aznar la devolución de una vergonzosa incautación hecha por la Gestapo que fue aprovechada por el Gobierno español de Franco primeramente y de la democracia con posterioridad. Hoy funciona allí el Instituto Cervantes y sigue siendo una ignominia. Decía así aquel reportaje:

Se lo regalaron a Franco los nazis cuando entraron en París, en 1940. Pero no era de ellos. Era el edificio donde el PNV tenía su sede y donde acogió a los batallones vascos que huían de España tras la caída de Bilbao. Desde allí, el Gobierno del bando ganador dirigió operaciones sucias, como el secuestro del presidente de la Generalitat, Lluís Company, fusilado por el Gobierno del general Franco. Hoy, para el PNV, la devolución del viejo edificio de la calle Marceau, donde actualmente está el Instituto Cervantes, es mucho más que una restitución. Es un encuentro con su pasado y con su historia.

La reclamación se encuadra dentro de la negociación iniciada sobre la devolución del patrimonio incautado por el régimen de Franco tras la guerra civil. El PNV, que en mayo pactó con el PP la restitución de este patrimonio, dispone de un inventario de 19 batzokis (sedes del partido), dos periódicos y tres inmuebles radicados en Francia. En cifras actualizadas, la tasación asciende a 5.000 millones de pesetas, según un informe de la firma británica Galtier, a la que el PNV encargó el inventario.

La delegación negociadora del PNV, que encabeza su portavoz parlamentario, Iñaki Anasagasti, ha reclamado a la representación del Gobierno, con el vicepresidente Francisco Álvarez Cascos al frente, la sede del Cervantes de París, que también agrupa la agregaduría cultural de España y está ubicada en la calle de Marceau, cerca de la plaza de L’Etoile. Fue la sede de la delegación vasca desde 1937 hasta 1940 y desde 1945 hasta, 1952.

La delegación vasca concede especial valor a este edificio, no sólo por su valor económico, sino por su enorme carga histórica y sentimental. Fue sede de la delegación vasca en París desde 1937, justo al iniciarse el exilio de los batallones vascos con la entrada de las tropas franquistas en Bilbao. Con la entrada de los nazis en París, en 1940, las fuerzas alemanas de ocupación regalaron el edificio al régimen de Franco.

El régimen de Franco instaló en el edificio al policía Urraca Pastor y al coronel Barroso, quienes desde la antigua sede vasca planearon operaciones sucias, como el secuestro del presidente de la Generalitat catalana, Lluís Companys, entregado posteriormente a España, donde fue fusilado por decisión de Franco en las fosas del castillo de Montjuïc. Ambos personajes, Urraca Pastor y Barroso, planearon desde la incautada sede vasca la recuperación de lo que denominaban bienes rojos en el exterior.

Tras la liberación de París, en 1945, el nacionalista Xabier de Landáburu, vicepresidente del Gobierno vasco en el exilio, se hizo cargo de la sede vasca. Allí se creó en 1949 el Consejo Federal del Estado Español del Movimiento Europeo, que agrupaba a democristianos y socialistas, bajo la presidencia de Salvador de Madariaga, y se dio entrada a los democristianos alemanes de Konrad Adenauer.

La delegación vasca perdió el edificio definitivamente en 1952. Franco lo exigió al Gobierno francés bajo el chantaje de que se incautaría de posesiones francesas en España. En 1989, con muchas dificultades, una representación vasca colocó una placa de recuerdo en el edificio.

Además de este edificio simbólico, el PNV reclama otros dos, situados en las afueras de París, que fueron residencias y centros de acogida de refugiados de la delegación vasca tras la guerra civil.

También reclama el PNV dos inmuebles en los que se imprimían dos periódicos del partido: Euzkadi y La Voz de Navarra. El primero se tiraba en la calle del Correo, en el Casco Viejo bilbaíno, y su maquinaria, incautada por el régimen de Franco, fue a parar a las instalaciones del diario Hierro, del Movimiento. El segundo inmueble reclamado, el de La Voz de Navarra, está en el Casco Viejo de Pamplona.

Los 19 batzokis reclamados por el PNV se distribuyen por las tres provincias de la comunidad vasca y la comunidad navarra. Buena parte de los edificios está en Vizcaya y Guipúzcoa. Muchos disponen de importantes instalaciones adicionales, como frontones. En algunos, como el de Errenteria o Beasain, el PNV ha restablecido sus sedes, aunque no dispone de su propiedad. Ahora exige este reconocimiento.

Fraga se va, Naranjito pudo dormir, y aquel Monseñor admirador de Franco

Una de las noticias de este mes de setiembre es que Fraga se va. ¿Dónde?.  A su casa. Su familia ha decidido no seguir usando el Senado como centro de día y ha logrado, gracias a la decrepitud del presidente de honor del PP, obligarle a quedarse en su domicilio y no seguir dando la patética imagen de un anciano decrépito entrando en andas a su escaño del Senado para solo votar, a pesar de haber dicho, como antiguo ponente constitucional, que él iba a la Cámara Alta a convertirla de verdad en Cámara de Representación Territorial. Otro más que fracasa.

Yo lo tenía como miembro de la Comisión de Asuntos Iberoamericanos y curiosamente ha sido éste su último destino, una comisión presidida por un “odioso separatista” al que detuvo el uno de abril de 1976 cuando preparábamos el Aberri Eguna de aquel año. Cosas de la vida.

Hace cuatro años se me presentó, como miembro que era, en la Comisión. Y tras hablar el ministro pidió la palabra. No se la di ya que en el sistema parlamentario funcionan los grupos con sus portavoces. Seguramente en tiempos del franquismo se daría la palabra en función de quien era el que le pedía, pero así no funciona en democracia. E insistió.

Al lado mío tenía al letrado que me comentó si no había visto como el Sr. Fraga me pedía la palabra. Le dije que sí, pero que ese señor nos había tenido cuarenta sin ella y que le había llegado el momento de que pagara la factura. Al letrado casi le da un soponcio, pero tanto insistió que al final, y después de hablar todos los demás, se la di. El viejo dinosaurio le espetó al ministro que como decía D. Juan de Borbón había que ir a la cuestión y no andarse por las ramas. Al letrado, por bajines, le comenté que seguramente D. Juan de Borbón en lugar de decir eso de la cuestión tendría más bien por costumbre de decir en Estoril que había que ir al whisky, donde era conocido por el duro trabajo de pasarse sesenta años esperando su oportunidad para que al final le madrugara el hijo en conchabeo con el dictador.

Hoy nos dicen que Fraga lo deja. La democracia no pierde nada. Sus últimas intervenciones eran gruñidos y recuerdo una, terrible, contestando al portavoz del Bloque gallego que le dijo que no entendía como una persona que había sido presidente de la Xunta de Galicia iba a votar que no se permitiese utilizar el gallego en el Senado. Pidió la palabra y despectivamente le dijo a Bouza que no le diera clases de nada. Agur Fraga!.

Naranjito necesita descansar

Unión Valenciana tuvo su momento de gloria entre las décadas del ochenta, y del noventa del siglo pasado. Vicente González Lizondo fue su líder. Le llamaban Naranjito porque tras un debate de investidura le dejó en su escaño a Felipe González una naranja de las que había hablado. Era además grueso y redondo a la par que un exitoso hombre de negocios. Vendía pinceles hasta en China.

En 1986, Unión Valenciana tuvo un diputado y en la legislatura siguiente, dos. Fue su mejor momento hasta que firmó con el PP el Pacto del Pollo y Lizondo pasó de diputado a Presidente de las Cortes Valencianas hasta que falleció en 1996, tras haber sido expulsado del partido al que dio marcha y vida.

Como he comentado en 1989 salieron elegidos Vicente González Lizondo, y Juan Oliver Chirivella, bajito y grueso como su jefe, que con el tiempo fue nombrado cronista oficial de Paiporta, su pueblo.

El caso es que los dos diputados valencianos se alojaron en el hotel Palace la víspera del debate de investidura pero en Madrid, en el hotel no había más que una habitación y en ella se registraron los dos. Para Juan Oliver, el ir a Madrid como diputado era casi la culminación de su carrera y se encontraba como en éxtasis. Al día siguiente, comentó que estaba tan preocupado porque su jefe estuviera descansado y relajado que se pasó toda la noche sentado en una butaca sin dormir. “¿Y por qué hiciste eso Juan?» le preguntamos. “Es que yo ronco terriblemente y si me acuesto y duermo, Vicente hoy no hubiera estado tan relajado como está, y tenía a su cargo el discurso de investidura, que para nosotros es muy importante”. Todo un caballero.

Este respeto reverencial al jefe se rompió cuando Lizondo fue a hacer política a las Cortes Valencianas y Oliver se quedó en Madrid con José María Chiquillo y se dedicó a intervenir en todos, los plenos y en todas las iniciativas, le vinieran a él a cuento o no de tal manera que buscaba el record de intervenciones parlamentarias en el Diario de Sesiones. A diferencia del diputado canario Luis Mardones, que intervenía asimismo muchísimo pero con cierta argumentación, las de Oliver eran de saludo y hacerse notar. Al final todo aquello no le sirvió de nada. Su jefe, al que él había cuidado con esmero aquella noche en El Palace no le puso en las listas electorales con una de las argumentaciones más de sainete que puedan encontrarse: “Es un pesado y además pequeño y feo». Y ahí acabó la carrera parlamentaria de Oliver Chirivella en Madrid. Seguramente, seguirá roncando.

Aquel Monseñor admirador de Franco

Josep Andreu y Abelló fue un jurista y político catalán quien  junto a Luis  Companys fundó ERC  en 1931. Nació en Montblanc (Tarragona) y además de diputado fue Presidente de la Audiencia Territorial de Catalunya en tiempos de la República. Le acompañó al presidente Companys al exilio y con él cruzó la frontera. Cuando se hizo recientemente una película sobre el fusilamiento de Companys Andreu hizo de Andreu ya que le unía al president una gran amistad.

Sobrino de esta personalidad catalana es Josep Andreu y Domingo nacido asimismo en Montblanc habiendo sido diputado por Tarragona en la VII legislatura y senador en el año 2000. Es licenciado en Prehistoria e Historia Antigua. Industrial y concejal, es un tipo divertido.

Contaba como en los años ochenta viajó a Italia y estando en Venecia un cura catalán amigo de la familia le pidió llevara a un monseñor a Roma en su pequeño Seat. Andreu accedió y como el viaje era largo pudieron hablar de muchas cosas entre otras del régimen de Franco al que el Monseñor admiraba. “No me defienda usted esto -le dijo Andreu- pues yo soy independentista catalán y en Catalunya su general se ensañó, persiguiendo nuestra lengua y después de la guerra fusiló al presidente de la Generalitá”. Ante la rotundidad de la defensa de Andreu y la amenaza de que lo iba a dejar en la carretera, el monseñor cambió el registro y se puso a hablar de la importancia de la enseñanza religiosa.

Andreu terminaba ahí su narración, que parecía un sucedido más, cuando te miraba a los ojos y preguntaba: “¿Quien era aquel Monseñor?”. Y él contestaba: «Josep Ratzinger, hoy Benedicto XVI. ¿A que tú no has llevado un Papa en tu coche no siendo el Papamóvil?”.

Pues no.

Nos faltaron siete Senadores para haber logrado un Referéndum Constitucional

El martes 13 de septiembre nos reunimos en la cafetería del Senado Xose Manuel Bouza (BNG), Jordi Vilajoana (CIU), Narvay Quintero (CC), Jordi Guillot (ICV), Miquel Bofill (ERC), y quien esto escribe. Al poco llegó el nuevo senador representante del Foro de Asturias. Sobre la mesa teníamos éste escrito para solicitar un referéndum constitucional.

A la Mesa del Senado

Solicitud de Referéndum

D./Dña.

En su condición de senador/a abajo firmante, en plenitud de sus derechos parlamentarios y al amparo de lo establecido en el artículo 167.3 de la Constitución Española y en el artículo 7 de la Ley Orgánica de Referéndum, tiene el honor de solicitar que sea sometida a referéndum la reforma constitucional del artículo 135 aprobada por las Cortes Generales en sesión plenaria del Congreso celebrada el 1 de septiembre de 2011 y en sesión plenaria del Senado celebrada el 7 de septiembre de 2011.

Palacio del Senado.

Madrid, 13 de septiembre de 2011.

Firma:——————————

D.N.I.:——————————

El representante del Foro de Asturias nos dijo que el lunes siguiente tenían una reunión donde decidirían su postura y Jordi Vilajoana nos planteó que sus ocho senadores apoyarían la medida, si conseguíamos 19 senadores. Teníamos once. Nos hacían falta 27, el diez por ciento de la Cámara, para solicitar el referéndum. Y quedamos en hablar con el PSC y con algunos descontentos del PSOE por ver si daban el paso, cosa que no hicieron. Eso de consultar al pueblo sobre algo así les parecía el colmo de la disidencia. Curiosa manera de entender la democracia.

En el Congreso también hicieron el mismo movimiento y CIU les apoyó. Les hacía falta 35 diputados pero no lo lograron pero si convocaron una rueda de prensa. Ni nos llamaron. Fue todo un acto fallido al final de una legislatura donde se demostraba que en una semana se podía cambiar la constitución en un país y en un pis pas sin mover un músculo. Solo hace falta que el PP y el PSOE se pongan de acuerdo. La vertebración española. Lo dijo Pla. “Lo más parecido a un español de derechas es un español de izquierdas”.

¿En que había consistido el cambio constitucional express?.

Apenas dos días de agosto necesitaron PSOE y PP para acordar la primera reforma de la Constitución pactada por los dos partidos desde 1978: Zapatero la anunció un martes, ante el desconcierto del hemiciclo, y el texto se cerró en la madrugada del viernes. Dos semanas emplearon en aprobarla en las Cámaras, con el único apoyo de Unión del Pueblo Navarro.

Los nacionalistas de CiU acusaron al presidente de romper el consenso constitucional; IU lo acusó de entregarse al discurso liberal de «los mercados»; la urgencia de la medida, y la ausencia de un referéndum, irritó a buena parte del grupo socialista (que, sin embargo, solo sufrió una fuga en la votación: la de Antonio Gutiérrez). Y todo eso se hizo en nombre de algo que parecía haber adquirido tintes dramáticos: la lucha contra el déficit público.

El principio de la estabilidad presupuestaria -limitar el déficit, no gastar más de lo que se ingresa- entró así en la Ley Fundamental, como habían reclamado Francia y Alemania (y, en España, el PP). La reforma constitucional, un tabú durante años, resultó fácil, aunque no indolora.

El día de la votación en el Congreso, el pasado 2 de septiembre, una escena abracadabrante resumió la negociación exprés de la reforma y, también, el tono de sobresalto de la legislatura: ante la falta de consenso se concedió un receso y allí, sobre la marcha, diputados de varios grupos nego­ciaron a toda prisa para intentar cerrar un acuerdo que calmara a «los mercados». No hubo consenso. Los diputados de ERC, BNG, NaBai e ICV abandonaron el sa­lón de plenos como forma de protesta; Gaspar Llamazares (IU) se quedó pero no votó; tampoco lo hicieron CiU y PNV. PSOE y PP sacaron adelante la reforma porque suman el 92% de los escaños. Aquí paz y luego gloria. La legislatura terminaba con esta gran chapuza. Y todo en una semana. El gran tabú fue tocado. El fin justifica los medios.