Cuatro años en una caja

Habida cuenta que el anuncio de la disolución, por parte de Rodríguez Zapatero, de las Cortes Generales se iba a producir el lunes 26 de setiembre, los diputados y senadores hemos tenido tiempo de ir llevando a nuestras casas aquellas pertenencias que durante cuatro años se han ido acumulando en los despachos que tiene asignado cada parlamentario, despachos de tres por cuatro, con un pequeño sofá, un armario, unas estanterías, mesa, baldas y ordenador.

A mí me correspondía un despacho mayor como presidente de la Comisión de Asuntos Iberoamericanos en la planta baja, junto al despacho del pull de secretarias de presidentes, pero preferí mi cubículo con vistas a la calle Acueducto en el cuarto piso con mis compañeros donde accedía usando uno de los dos ascensores sin memoria que por milagros de la vida, siempre funcionan y hacían que nadie perdiera la votación, anunciada con campanas. En los despachos hay una pequeña y vieja televisión desde donde pueden seguirse los plenos de la casa y del congreso y un ramillete de canales de todas partes, incluso de la vasca, ETB. La secretaria que compartí con los presidentes de las Comisiones de Trabajo, Defensa, y Exteriores se llama Marisa.

Aparte de lo descrito he tenido en mi despacho un mapa de América Latina y otro de África junto a un cuadro con la famosa foto sacada por el fotógrafo de Paris Match de un gudari ante el Árbol de Gernika. Asimismo exhibía la portada de Deia en la que se ve en el balcón de la Diputación de Bizkaia a Josu Bergara sosteniendo a mi hija Naiara cuando el Athletic quedó subcampeón de la Liga. Una pequeña imagen de la virgen de Coromoto, una placa que pone «Avenida de la República» y un busto hecho por Oteiza dedicado a Sabino Arana. Esto ha sido todo.

Durante estos años he ido enviando a la biblioteca de la Universidad de Deusto todos aquellos libros, magníficamente editados, y que es difícil de encontrar en una biblioteca de este tipo ya que tratan asuntos de defensa y de política exterior, así como sobre estudios constitucionales y cosas así. A cada parlamentario le llegan una serie de buenas publicaciones en función de su adscripción a las distintas comisiones. Y era eso lo que podían verse en las cajas que en cada despachito llenaban los senadores como recuerdo de cuatro años de trabajo. Cuatro años en una caja. Lo que se daba para el reciclaje se ponía en el suelo junto a la puerta y allí, con las llamadas bañeras, el personal recogía todas esas toneladas de papel que acaban en algún lugar que seguramente convierte en pulpa tanta papelería que en su día se consideró vital.

En mi caso llevé de Bilbao dos bolsones donde metí algunos libros, un paraguas, una gabardina, bolígrafos y útiles de escritorio que me llegarán por carretera habiendo dejado el despacho en stand by por si los electores desean lo vuelva a ocupar. Y esto ocurre cada cuatro años. Es la viva muestra del cierre de una legislatura, en este caso la novena, y de una etapa en la vida donde se dejan amigos, conocidos, adversarios y momentos irrepetibles. De hecho ese último día nos llegó al ordenador una lista de lo resuelto por la mesa en relación con los ceses, despachos, ordenadores, móviles, pensiones y hasta una invitación de la asociación de antiguos senadores para que nos inscribamos en ella. Existe, pero este club llamado del “valle de los caídos», no tiene apenas las mínimas competencias. Por no poner, no te ponen ni esquela.

Todo este trasiego también ocurrió en el Congreso y fue reseñado.

Esther Palomera lo contó así:

“No es Zapatero el único que cuando hoy salga del Congreso cerrará una etapa de su vida política. Hay muchos diputados que como él no volverán a subirse a la tribuna de oradores de la Cámara Baja. Unos por voluntad propia y otros, obligados. Todos recogen estos días sus efectos personales de los despachos. Tal ha sido el aluvión de peticiones de cajas de cartón que los funcionarios se han visto desbordados en el reparto. En el Palacio de San Jerónimo huele a mudanza y a despedida y en el patio se forman corrillos de diputados de distintos grupos que intercambian buenos deseos para el futuro. Todos expresan en alto sus sentimientos de morriña, de cambio, de fin de ciclo. Los del PP especulan sobre sus listas. No saben si repetirán o serán relevados. Pero no se percibe en ninguno de ellos el desánimo y la sensación de derrota que desprende la bancada socialista. Y es que la elaboración de las candidaturas del PSOE se ha convertido en un auténtico drama para muchos. La derrota en las elecciones municipales del 22 de Mayo va a llenar el Congreso de cargos orgánicos locales y provinciales que se han quedado descolgados y sin sueldo. Y a algunos veteranos del Parlamento se quedarán fuera. Ya se sabe que en política también la experiencia no siempre es un grado. Miserias de la política que estos días se libran en todas las siglas. Ajeno a todo ello, el secretario general del PSOE, que aún lo es pero no ejerce –Zapatero– reconocía en los pasillos, ante la insistencia de los periodistas por arrancarle una frase sobre su estado de ánimo en su último día en el Parlamento, sentir “nostalgia”.

Otros aprovecharon sus últimas intervenciones desde la tribuna para la despedida y el agradecimiento. Los hubo incluso como el veterano socialista asturiano Álvaro Cuesta que aprovecharon para reivindicar el valor de la política y disculparse por las ofensas involuntarias: “Me siento muy orgulloso de haber dedicado una parte de mi vida al servicio público, al interés general y al Parlamento. He aprendido mucho de ustedes y de quienes les han precedido, y si en algo les he podido ofender, sin duda de manera involuntaria, les pido disculpas”. También se despidieron desde el atril Francesc Canet (ERC), Carmen Quintanilla (PP) y Alejandro Alonso (PSOE). La política también tiene momentos emotivos”.

Y es que el PSOE tenía que cuidar no dar sensación de abandono del buque. A las renuncias a presentarse de Rojo y Bono, se le unió el ministro Gabilondo que dijo no optaría y quería volver a la Universidad, pero fue muy comentada la salida de la pista central de la Vicepresidenta Elena Salgado. No le debió gustar que Rubalcaba no contara con ella y hubo su amago de que Alfonso Guerra, allí clavado desde 1977, dijera adiós, lo mismo que Manuel Chaves, pero pronto quedó conjurada la noticia, ya que estos repetían, no así Cuadrado, el sacrificado portavoz en la Comisión de Defensa cambiado por el ministro del Interior al que Rubalcaba encontró acomodo en las listas de Zamora con la bronca consabida. Cosas de las listas y de tener que repartir miseria.

Burundanga

El miércoles 21 de septiembre me llamó Erkoreka. Se había puesto en contacto con él María Arellano que tenía interés fuéramos a ver la obra de teatro «Burundanga» y me preguntaba si yo estaba en Madrid y me interesaba ir. Se lo agradecí y le dije que estaba en Madrid y que iría. María Arellano, familiar del ex consejero José Manuel Goikoetxea es una activa promotora y productora que se suele acordar de nosotros y samaritanamente nos orea de vez en cuando. Con su ama estuvimos en el “Alderdi Eguna”. Contactó conmigo en mi etapa del Congreso y gracias a ella pudimos ver la película “El Lobo”, “Santa Teresa de Jesús» y alguna más. Casada con el poliédrico y buen actor Pablo Carbonell el de los «Toreros Muertos», «Caiga quien Caiga», “Hospital Central es una pareja muy amable y simpática con la que de vez en cuando tocamos calle en nuestras únicas salidas en Madrid del clásico itinerario aeropuerto, hotel, Congreso, Senado.

Le dije a Erkoreka que en Venezuela se hablaba de «Mandanga con burundanga» y que era un bebedizo, pero nada sabía de la obra que se representaba y a las siete estaba en la Glorieta de Bilbao, viendo como confluían en ella la calle Luchana, María Malasaña y Fuencarral. Di unas vueltas para conocer aquel entorno. Años de estancia en Madrid y soy un perfecto desconocedor de una ciudad tan atractiva, salvo de sus sitios oficiales. En eso me abordó una pareja mayor que me  conocía. Se  trataba de quien fuera, con el presidente del Congreso Félix Pons, su jefe  de gabinete Pepe  Zamit que paseaba con su esposa. Hacía 18 años no le veía. “Hace 18 años dejé el Congreso, volví un año y no he vuelto más” me comentó. Estuvo muy  amable y le  pregunté por el edificio que en la plaza Elíptica, al  lado del hotel Carlton, mantiene la Hacienda central en una Comunidad con Concierto Económico. «Si -me  dijo-ese edificio lo transferimos y luego sorpresivamente volvió al estado». De eso me acordaba porque él había participado en la negociación y me contó este dato. Es una pena pues que hoy esté ahí un edificio vacío y muerto de risa. En sitio tan emblemático no quiso, el de turno, que allí  estuviera, por ejemplo, el gobierno  vasco. Zamit me dijo que pensaba ir a ver la obra “Burundanga” de  la que le habían hablado muy bien pues  estrenada en junio seguía en septiembre a sala llena.

Y en  eso llegó María Arellano y al poco los diputados Beloki y Agirretxea y un poco más  tarde Erkoreka. La sala estaba ocupada en sus tres cuartas partes un día de labor a las ocho.

La trama trata de una chica que vive  con un vasco con quien espera un hijo y éste no lo sabe y quiere conocer si su novio le quiere. La compañera de piso, Silvia, le facilita una droga llamada “Burundanga» que tomada por el afectado cuenta todo lo que sabe y cuando se normaliza no  se  acuerda de nada. Se  la da y resulta que confiesa ser miembro de un comando de  ETA que espera a un militante para realizar un secuestro. Esta es la trama. Trama aparentemente dura para representarla hoy en el centro de Madrid pero con un guión tan extraordinariamente  bien elaborado y una actuación de diez por parte de cinco actores. Marta Poveda, Mar Abascal, Antonio Hortelano, César Camino y Eloy Arenas, que no dejamos de reírnos en toda la obra por sus golpes y por un guión que acaba con la desaparición de ETA.

Tras la obra nos fuimos con los actores y María a tomar un pintxo y comentar lo que habíamos visto en el escenario. Nos dijeron que el productor no se atrevía a presentarla en Euzkadi y nosotros le dijimos que esta obra en nuestras capitales y pueblos tendría un éxito sensacional porque demostraba la inmensa chapuza que ha sido ETA en estos cincuenta años y además contado con el disolvente ácido de un humor inteligente. Ojalá alguien la programe por aquí o que la gente de aquí vaya a verla al Teatro Maravillas de Madrid.

Terminamos en la plaza Dos de Mayo tomando una pizza con Pablo Carbonell y volviendo al hotel andando por la calle Fuencarral y, en el cruce de la Gran Vía con Montera, de pie, nos quedamos una hora analizando la situación política del PSOE, las despedidas, el por qué Bono escribe cada día sus memorias siendo su secreto que apenas duerme, la prepotencia del PP, la despedida de Zapatero. La gente miraba a un grupito de cuatro encorbatados conversando acaloradamente en una noche madrileña con una temperatura ideal y llenas sus calles de gente joven. En definitiva, que recomiendo ver Burundanga. No defrauda.

Desayuno con Bono

La comisión Mixta Congreso-Senado de la Unión Europea la preside el presidente del Congreso que por pacto no escrito se la ofrece a un ex ministro o personalidad del principal partido de la oposición. En esta comisión he visto al frente de ella a Marcelino Oreja, José Borrell, Pedro Solbes, Ana de Palacio… hasta llegar a esta novena legislatura que la ha presidido Miguel Arias Cañete, un abogado del estado que fue ministro de agricultura en el gobierno de Aznar y que preside en el Partido Popular  la Comisión de listas.

De ahí que el martes 20 de septiembre José Bono, presidente del congreso nos invitara a desayunar en el cuarto piso del edificio de ampliación, donde se encuentra el comedor de la casa. La antesala también se ocupa para estas funciones, antesala llena de retratos relacionados con la monarquía. Cuadro de Alfonso XII, cuadro del marido homosexual de la reina Isabel II, cuadro de la batalla de AImansa, medallón de Carlos III. Todo así, hasta el punto de que nada más llegar Bono me dijo: «Creía que no ibas a venir a esta antesala real». «Pues sí le dije, para afearte que te vas sin haber llenado la casa de cuadros con líderes republicanos». «La semana que viene pongo en el Salón de los Pasos Perdidos un medallón dedicado a Azaña y otro a Suarez». “¿Y a Niceto Alcalá Zamora, y a Companys y a Aguirre, y a Martínez Barrio”. Bono sabe que seguiré demandando se quiten los cuadros de los presidentes franquistas de las Cortes y de toda esa iconografía real.

Arias Cañete agradeció la invitación de Bono y destacó que la Comisión Mixta había elaborado ponencias de interés sobre la subsidiariedad, sobre Ceuta y Melilla, sobre la política agraria común y había sido la comisión que en toda la legislatura se había reunido más veces. Setenta y cinco frente a las  veinticuatro de la anterior legislatura. Alabó que las votaciones hubieran sido hechas por unanimidad y el buen clima de consenso existente mejorado con los viajes semestrales a la Cosac, reunión de los 27 parlamentos europeos.

Soledad Becerril tomó la palabra para decir que se despedía de la política en Madrid y que era curioso ya que había empezado con Bono y terminaba con Bono habiéndose dado la circunstancia de que el atropello del 23 F les tocó a ellos al lado en Ia mesa de la Cámara y estando leyendo los nombres de los diputados antes de votar a Calvo Sotelo. Dijo también que ve con preocupación lo agria que se había vuelto la política y que tenía que decir que se debería cambiar el nombre de Congrego de los Diputados a Congreso de los Periodistas. No le faltó tiempo para meterse conmigo cariñosamente  y dijo que lo había pasado muy bien en la política y que en breve le vería a Bono salir por algún sitio. Bono agradeció las palabras y como es una fuente inagotable de vivencias y anécdotas comenzó a contar una tras otras diciéndonos que se iba porque quería estar más con su hija que es una niña adoptada chilena que una vez le mandó una nota diciéndole: «¿Para eso fuiste a buscarme?». Le dije que tenía poco tiempo pues a los catorce años las niñas de hoy no quieren saber nada de sus padres.

Contó como en una Cumbre, al no estar Moratinos, Zapatero se llevó a Diego López Garrido, el secretario de estado quien ante su sorpresa y tras hablar él en una reunión muy importante pidió la palabra el secretario de estado y habló más que el presidente. «Ya sabes lo que tienes que hacer” -le dijo Bono-. Pues no lo hizo. Zapatero es buena persona y le cuesta prescindir de nadie. A una ministra que la iba a cesar esta se le puso a llorar y no lo hizo”.

Contó que en una ocasión Carmen García Bloise confeccionaba las listas y las hacía en virtud de la ley de Hondt. “Te equivocas -le dijo Alfonso Guerra- tienes que seguir la ley de Colt». “¿Cuál es esa?.» Muy sencillo coges un colt 45 y a quien protesta, disparas» le contestó Guerra.

Se alabó el trabajo de los dos letrados Manolo Delgado e Ignacio Carvajal y Soledad Becerril y varios protestaron por la decisión de hacer públicos los bienes de los parlamentarios. «No quedó más remedio -contestó Bono-. Tuvimos una reunión con los portavoces y todos así lo acordaron. Solo se opuso Durán». Yo hace dos meses le escribí una carta sobre la laxitud de las incompatibilidades que levantaron el PP y ni me la contestó. “Tres mil cien euros gana un diputado por Madrid. ¡No hay derecho!” decía.

Otro de los temas había sido el overbooking que había logrado Mariano Rajoy la víspera en la presentación de su libro personal. Golpes y codazos para estar en una sala atiborrada. El perfume de la posible victoria haría milagros. El Rajoy tontorrón y torpe había dado paso a un excelso político al que todos querían dar la mano. Miserias de la vida.

Bono no paraba de hablar ante una mesa con jugos, cruasanes, churros, pantumaca, jamoncitos, frutas, café con leche, pastel… una mesa preciosa que quedó casi intocada mientras la conversación derivaba a la nostalgia de la despedida.

Ese día salía en los medios que Bono mantenía un flirt con Marina Danko, la bella colombiana que acaba de separarse del torero Palomo Linares. Bono había desmentido la noticia, pero ésta había tenido su pequeño recorrido. Su toma de posesión como ministro de defensa con el cantante Raphael, obispos y varias folclóricas abonaban la especie. Con 61 años y mucho nuevo pelo, la noticia tenía su credibilidad junto a la pregunta: ¿Donde acabará este hombre?. Unos decían que de embajador en el Vaticano, otros de Defensor del Pueblo, pero nadie daba por hecho lo del cuidado de la hija de once años. Su hija le había mandado una foto de su padre con una sábana diciéndole: «Hace diez días que no te veo».

Arias Cañete que la víspera había estado en un programa de Intereconomía dando caña a Rubalcaba, contó que fue en un día miembro de tres parlamentos: “Del Andaluz, del Senado y de Estrasburgo. En un día. Todo un record”. Y Bono le decía que frente a Marín que había llamado al orden en la octava legislatura a 26 diputados él solo lo había hecho con uno.

Bono estuvo en el desayuno con su jefe de gabinete, Miguel Fernández Palacio un diplomático eficaz que esperaba el placet para ir a Etiopia. Y allí en ese desayuno estábamos Arias Cañete, Soledad Becerril, la senadora Sanin y el diputado pintor Roberto Soravilla. Por el PSOE Juan Moscoso y Alex Yubero, junto a Joan Sabaté, y por CIU, Eva Parera y por el PNV quien esto escribe.

De allí bajamos todos a los Leones a sacarnos una foto de familia. Ante los codazos me puse en un segundo plano. No me gustan estas escenitas de gente estirando el cuello que luego no sirven para nada. Como decía Juan de Ajuriaguerra en los banquetes: «La presidencia está donde está mi trasero!». Pues eso.