JESÚS SILVA, UN DIPLOMÁTICO EN TIEMPOS DE DICTADURA

Sábado 18 de octubre de 2025

Reproduzco este artículo ya que conocimos mucho a Jesús Silva. Un diplomático entregado a su trabajo que en Caracas hizo una buena labor ayudando a las iniciativas que el Centro Vasco de Caracas le proponía para dar asistencia a sus socios en tiempos del Covid.

Su inesperado deceso, ha causado hondo dolor a quienes le conocimos.

Leopoldo López recuerda el año y medio que pasó en la Embajada de España en Caracas, asediada por el régimen chavista, gracias a la determinación de Jesús Silva, recientemente fallecido, de quien destaca su lucha y coraje democrático.

El líder opositor venezolano, Leopoldo López, escribió lo siguiente:

“Conocí a Jesús Silva el 30 de abril  2019. Aquella madrugada, con el apoyo de militares y policías, logré escapar de mi condición de prisionero, en ese momento en casa por cárcel, de la dictadura de Nicolás Maduro. Como el día en que llegué a la prisión militar de Ramo Verde en febrero de 2014, Venezuela estaba llena de protestas, calles tomadas, gente movilizada y mucha presión en el aire. Tras las primeras horas de una manifestación masiva, tuve que buscar refugio en embajadas.

Primero llegué a la Embajada de Chile, donde ya se encontraban varios compañeros de mi movimiento Voluntad Popular. Desde allí, logré comunicarme con varios presidentes de la región para pedir protección para militares y civiles perseguidos por la dictadura. Fueron muchos los países que ofrecieron apoyo. En mi caso, gracias al contacto que tenía mi esposa Lilian con Jesús Silva, España abrió sus puertas para recibirme en condición de huésped.

Ese 30 de abril, a las cuatro de la tarde, Lilian, nuestra hija Federica, de apenas un año, y yo llegamos a la Embajada de España. Lilian y Federica permanecieron conmigo un mes, hasta que lograron escapar para reunirse con mis hijos mayores en España. Yo me quedé en la sede diplomática durante 18 meses junto a Jesús y su esposa Sara.

Jesús había sido expulsado de Venezuela meses antes por su posición frente al régimen, y sólo tras resolverse el impasse diplomático había podido regresar. Pero su regreso nunca lo libró del acoso constante. Durante ese año y medio, la dictadura asedió la embajada, cortando electricidad, agua, recolección de basura, y rodeándola con decenas de cuerpos de seguridad del Estado. Nadie entraba o salía sin ser acosado por el SEBIN (Servicio Bolivariano de Inteligencia). En varias ocasiones, aparecieron colectivos armados y hasta un centenar de policías con actitud de intimidación. La amenaza de una incursión violenta era permanente.

En medio de ese cerco, Jesús Silva nunca cedió. Fue llamado en repetidas ocasiones al Ministerio de Exteriores del régimen, donde intentaban presionarlo para que me aislara y, finalmente, me entregara. Nunca lo hizo. Fui testigo directo de su labor diplomática bajo condiciones extremas: siempre sereno, firme en sus principios, y profundamente humano. Su carisma, acompañado de una convicción inquebrantable, le permitió mantener a raya las pretensiones del poder autoritario.

Gracias a su liderazgo, la Embajada española se convirtió en un centro de articulación diplomática europea en favor de la libertad y la democracia en Venezuela. Jesús se comprometió con la causa de los presos políticos, apoyó a decenas de familias, y mantuvo contacto permanente con los familiares de los venezolanos de nacionalidad española encarcelados por motivos políticos. Los orientaba, los acompañaba y trabajaba para que sus casos fueran escuchados tanto en Caracas como en Madrid.

Recuerdo una madrugada de septiembre de 2020, cuando Jesús me informó que su periodo en Venezuela llegaba a su fin. Me pidió que reflexionara sobre qué hacer. Le respondí que mi decisión era salir de la embajada. No fue una decisión fácil, pero después de siete años de prisión, separado de mi familia y con mi madre enferma en Madrid, entendí que era el momento. Un mes después, logré escapar, atravesé Venezuela, crucé hacia Colombia y finalmente llegué a España.

Nos reencontramos muchas veces en Madrid. En 2022, Jesús recibió un doble reconocimiento por su labor como diplomático comprometido con los derechos humanos: la Medalla de Honor de la World Jurist Association y el reconocimiento de la Human Rights Foundation, ambos otorgados en el marco del Oslo Freedom Forum. En su discurso de aceptación, dijo que uno de los mayores desafíos de la diplomacia europea era promover activamente la democracia donde no la hay.

Poco después fue designado embajador en Ciudad del Cabo, Sudáfrica, donde en 2023 volvió a destacar por su energía y carisma. En mi visita con el World Liberty Congress, pude volver a coincidir con él. En pocos meses ya se había ganado el respeto y el cariño de todos. Fue a través de él como conocí a la familia de Desmond Tutu y a otros referentes de la lucha contra el apartheid, hoy aliados de nuestro movimiento global por la libertad.

En un mundo cada vez más autocrático, el ejemplo de Jesús Silva como diplomático es un referente de los desafíos que se enfrentan, no desde el abstracto de una política exterior, sino desde la dimensión personal y moral de quienes sirven en países autoritarios. He visto los extremos: he visto diplomáticos arrodillarse y callarse, y he visto el ejemplo de Jesús, que nunca cayó y siempre avanzó en la defensa de los principios de la democracia, la libertad y los derechos humanos.

Jesús, hermano querido, vuela alto. Aquí te recordaremos siempre con gratitud, admiración y cariño. Tu ejemplo seguirá inspirando a diplomáticos y defensores de la libertad en todo el mundo.

*Leopoldo López, político opositor al régimen de Nicolás Maduro, es cofundador y secretario general del World Liberty Congress.”

LA INTERNACIONAL EN ÁRABE Y EL PUÑO CERRADO RESOLVERÁN LA CUESTIÓN PALESTINA.

Jueves 16 de octubre de 2025

Tras el acuerdo de Egipto, a mayor gloria de Donald Trump, pero con un hecho incontestable como es el pequeño encauzamiento de una situación que mataba y mataba diariamente, como sigue ocurriendo en la silenciada Ucrania, este miércoles 15 de octubre hemos tenido, manu militari sindical, una huelga absurda que no sabemos de qué manera ayuda a encauzar la situación palestina. Este tipo de huelgas, puño en alto y consignas contra todo lo institucional y en defensa selectiva de los derechos humanos o la haces o quedas manchado por no hacerla. Sionista, asesino, fascista,….

He visto un titular que hablaba de la iniciativa como si fuera  “una huelga ética” y sin embargo he visto asimismo en Bilbao pancartas que decían “Destruir Israel. ¿Sabrán que ese odio es otra vulneración de los derechos humanos?. ¿Es esa la huelga ética?.

Parece que sí a tenor por la información increíble de EITB.

Y al final la manifestación en apoyo a Palestina concluyó con la multitud entonando “La Internacional” en árabe frente al Ayuntamiento. Ni el Himno Nacional Vasco, ni el Gernikako, ni el Euzko Gudariak, ni la canción de Laboa sino la Internacional en árabe. ¡Que guay!

Lo siento. Todo esto no me representa en nada.

Un buen amigo ante todo este potaje, me escribe lo siguiente:

“Iñaki, de verdad que no entiendo ya nada de esta sociedad vasca tan rarita.

Tanta gente apoyando a Palestina con una huelga absurda y única en el mundo y la asistencia masiva de una sociedad desmovilizada a una manifestación en demanda de no se sabe qué, porque todos ellos aceptan la autoridad de Trump como la del líder natural global y han dejado en sus manos la solución, me pilla a contrapié.

Sólo se me ocurre una explicación.

La sociedad vasca como la entendíamos y con sus graves diferencias, no tiene mucho que ver con la actual. Ni seguridad, vivienda, sueldos, sanidad, educación, Venezuela, derecho de autodeterminación, calentamiento global, etc.., todas ellas juntas serían capaces de movilizar a tanto ciudadano.

Reconociendo lo que haya que reconocer de malo en el gobierno ultraderechista y sangriento de Israel, no descarto un tufo de antisemitismo manipulado vaya Vd a saber por qué o para qué.

La actual sociedad vasca se autocalifica hoy a sí misma de megaguay, tolerante, internacionalista y lo más de lo más. Pero en el día a día, en la calle, yo no veo eso. No veo más que crispación, ansias de ocio, ganas de viajar, sentimiento de explotación laboral y desorientación moral, destacando curiosamente el cada vez más acusado egoísmo personal.

Es inmoral el que condena una violencia con pancartas, huelgas y expresiones de odio e ignora o aplaude otras violencias odiosas de las que el mundo está bien servido. O critica al musulmán que atraca en Bilbao y en cambio tolera sin protesta alguna al miliciano -terrorista palestino que mata judíos y judías, les viola o les tortura en Palestina. De hecho lo primero que han hecho tras recuperar Gaza ha sido asesinar, no reconstruir. Eso ya los harán los buitres USA.

Había una película de mi infancia que me gusta un huevo: EL MUNDO ESTÁ LOCO, LOCO, LOCO, pero a ver si va a ser que el pirado soy yo.

Disculpa el rollo.

Un abrazo”