La banalidad del mal

Jueves 11 de mayo de 2023

La teórica política judío-alemana Hannah Arendt en su libro «Eichmann en Jerusalén», subtitulado «Un informe sobre la banalidad del mal» hace un análisis del nazi Eichmann desvestido de su vitola de criminal de guerra y visto tan sólo como «individuo unidimensional». 

Sobre este análisis Arendt acuñó la expresión «banalidad del mal» para expresar que «algunos individuos actúan dentro de las reglas del sistema al que pertenecen sin reflexionar sobre sus actos».

Hannah Arendt nos ayudó pues a comprender las razones de la renuncia del individuo a su capacidad crítica (libertad) al tiempo que nos alerta de la necesidad de estar siempre vigilante ante la previsible repetición de la «banalización de la maldad» por parte de los gobernantes de cualquier sistema político.

Así, según Maximiliano Korstanje «el miedo y no la banalidad del mal, hace que el hombre renuncie a su voluntad crítica pero es importante no perder de vista que en ese acto el sujeto sigue siendo éticamente responsable de su renuncia».

Germán Gorraiz- Analista

Clandestina en Donostia

Miércoles 10 de mayo de 2023

Este martes, con mi hermano Koldo y parientas y bajo la lluvia paseamos por Donostia. Poca gente en la calle, pero todo en su sitio. Y como los dos hemos vivido en esta ciudad, estudiado en los Marianistas de Aldapeta y Koldo, vivió cuando fue director del Festival fuimos viendo lo que ha ido cambiando. Vivimos un año en el Boulevard que se llamaba de Calvo Sotelo y el resto en la calle Prim, frente al Bellas Artes y posteriormente  en Sancho el Sabio.

Continuamente hemos ido a Donostia pero el de ayer fue un paseo por el pasado. Nada que ver con aquella ciudad que en la calle Urbieta tenía un mercado rodeado de carromatos con percherones baserritarras que bajaban por la cuesta de Aldapeta, vendían legumbres y marmitas de leche, una Brecha desconocida, la calle San Martin donde se reunía el EBB, esquinas donde vendían chuches, un puerto ya sin pesqueros ni críos que se echaban al agua a recoger una moneda, esa luz cenital misteriosa, un tiempo fresco que hacía que nadie estuviera en la playa dándole al paseo ese toque nostálgico de los viejos tiempos. Muy viejos tiempos. Como he comentado, Donostia está a tiro de piedra de Bilbao y vamos continuamente pero ayer fue una especie de volver al pasado cuando esta semana ha sido noticia que  derruían el colegio de Villa  Belén, lo que hicieron con aquellos Marianistas que fueron demolidos y ahora las actuales instalaciones parecen más un hospital que un centro de estudios, o el Colegio de San Bartolomé, vacío de aulas y convertido en un hotel.

Fuimos invitados por Eragin una Asociación Cultural creada hace más de cincuenta años en tiempos en los que la mujer no tenía la misma situación en la sociedad que en la actualidad. Afortunadamente el salto cualitativo ha sido muy importante y en esta asociación se han ido adaptando a los tiempos tratando de conocer la realidad, analizarla y discutir sobre ella. Sus motores y almas son Marilen y Loli que dirigen  la Asociación con una entrega muy digna de ser destacada, y como Koldo escribió el libro Clandestina, sobre la Radio Euzkadi que funcionó desde Venezuela en onda corta bajo el franquismo y yo suelo dar la tabarra sobre ese comentario de que la actual radio Euskadi cumple cuarenta años, nos invitaron para que contáramos la experiencia, porque les interesaba.

Y allí fuimos encontrándonos con la sala llena, buen sonido, buen coloquio  y un buen momento vespertino. La sociedad no se vertebra solo con partidos y sindicatos sino que tiene asociaciones como estas que hacen un gran trabajo. Eragin, difunden cultura y están abiertas a la confrontación de pareceres. Destaqué que tres de los impulsores de aquella aventura fueron gipuzkoanos y  de los tres  dos  donostiarras. Alberto Elosegi, el cerebro del planteamiento editorial, José Joaquín Azurza, el cerebro técnico y Jokin Inza, de Bergara, el cerebro económico sacando los presupuestos para mantener aquel tinglado trece años, de la nada. Es una historia bonita, desconocida, no valorada, que nos gustaría contar en Bergara y en los batzokis de los barrios donde vivieron aquellos dos donostiarras tan entregados a la causa de la libertad de este pueblo. No todo tiene que ser fútbol, ¿o si?.

Agradecimos a Marilen y a Loli su trabajo y entrega  deseando  que la cuerda les dure muchísimo tiempo. Este  tipo de trabajo de hormiga solo se agradece cuando desaparece, pero  se está a tiempo de que sea reconocido.

Practicando el odio de clases

Martes 9 de mayo de 2023

Sirve para agrupar a las masas, brindándoles la posibilidad de tener un enemigo común que las cohesione.

Resulta  fácil sembrar entre los más pobres la idea de que el enemigo posee su objeto del deseo y que no tienen la posibilidad de poder alcanzarlo por medios propiosAsí logran transformar su envidia en odio, así consiguen que no luchen por  satisfacer sus deseos.

De esta manera logran que los socialmente débiles permanezcan atrincherados en la envidia y el odio, creyendo que la destrucción del otro les permitirá alcanzar lo que no han sido capaces de producir.

Mi primer acercamiento a la ideología comunista (fase inferior del adoctrinamiento) lo tuve en los  círculos de estudio del partido, donde discutimos el libro Crítica de la ideología alemana (discutir era sinónimo de oír en silencio al ideólogo de turno).

Creí que no había entendido nada, porque el barbudo que desmenuzaba el libro escrito por uno más barbudo que él, decía que la ideología era una falsa interpretación de la realidad.

Años después me enteré de que el mismo autor, en su Introducción a la crítica de la economía política, repetía lo mismo, pero más adornado. Y como seguimos leyendo, leímos ¿Qué hacer? de otro que no era tan barbudo, usaba una aristocrática perilla, decía más o menos que la ideología socialista era un compromiso con la vida y que los revolucionarios debían ser profesionales, o sea, un apostolado que implicaba la entrega de la vida a la revolución.

Con ese libro sí entendí, ya sabía qué hacer, estaba armado con un modelo económico que explicaba la historia de la humanidad, daba las pautas para cambiar la sociedad y me brindaba un proyecto de vida.

Tenía la mejor ideología del mundo, el partido y sus dirigentes, ya no necesitaba más nada en la vida. ¡Tenía una doctrina!

El adoctrinamiento comunista en Venezuela siguió varias vertientes, marcadas por las fuentes de financiamiento.

Básicamente, los recursos fluían a través de Cuba, fuertemente marcada por las tendencias estalinistas. En Cuba Trosky estaba proscrito, Rosa Luxemburgo era casi un enemigo, aquí poco leímos de esos autores. Gramsci llegó tarde a Cuba y terminó hermanado al Che.

Poco leímos de Gramsci hasta que Allende lo rescató del olvido latinoamericano. Aquí, nuestros ideólogos lo catalogaban como un neomarxista y eurocomunista, entre otras cosas por introducir categorías diferentes a las marxistas, como las de movimientos sociales en  vez de lucha de clases; por afirmar que la hegemonía cultural permitiría lograr el acceso al poder de los trabajadores, la creación del concepto de sociedad civil y por las críticas  expresadas al estalinismo en su carta enviada  al Comité Central del Partido Comunista Ruso, la cual nunca llegó a manos de sus destinatarios.

Patria o muerte siempre fue más que una consigna, era y es un mantra constante de la existencia que implicaba, como bien lo dice, la ofrenda de la vida, no a la patria sino al partido. Hoy se aprecia su alienante consecuencia, vemos a muchos en Cuba y Venezuela gritarlo, cuando los efectos del hambre le arrebatan la dignidad y la calidad de vida.

La libreta de racionamiento cubana o la caja CLAP venezolana son  la recompensa por su apego a la doctrina.

Mucho se puede decir de los mecanismos de ideologización y adoctrinamiento utilizados por el comunismo.

La ideología es la forma más aberrante de la alienación, niega la individualidad, despoja al individuo de la capacidad de discernir fuera de los elementos de la ideología y lo provee de un pensamiento unidireccional que limita el razonamiento propio, la experiencia, el conocimiento empírico y científico y hasta la razón para sustituirlos por la doctrina.

Ojalá podamos algún día resignificar la ideología del odio en una fuerza creadora, que reafirme al individuo, brindándole la posibilidad de transformar la envidia y el resentimiento en planes de vida que le permitan cambiar el compromiso con el partido en un proyecto de vida personal y creativo.

Por Wilfredo Velasquez.