¿PODEMOS RECUPERAR A VENEZUELA?

Miércoles 3 de septiembre de 2025

Luis Ugalde

Si nos atenemos a las realidades más visibles, a los hechos y a las estadísticas, parece que no podemos; que los venezolanos no podemos frenar la decadencia y la invasora pobreza y mucho menos retomar el ritmo nacional de ascenso económico y social que vivimos en la segunda mitad del siglo XX. Los gráficos de la decadencia del producto interno bruto (que en una década reciente se redujo a su quinta parte) y de la inversión pública y privada, junto con el desolador panorama escolar con sueldos de vergüenza y ausentismo programado, el enfermizo servicio público de salud y el salario mínimo venezolano en los primeros lugares, entre los más bajos e inhumanos del mundo, y con millones de venezolanos forzados a buscar oportunidades de vida como emigrantes sin patria, surge la pregunta ¿podemos enfrentar esta decadencia actual y emprender exitosamente como hicimos en aquellas décadas? La primera respuesta es NO PODEMOS. La negativa se agrava con el actual estado de ánimo que parece resignarse a la decadencia inhumana y empuja el deseo de abandonar el país. ¿Cuántos jóvenes viven la tentación de pensar que aquí no hay futuro para ellos?

En ese derrotismo pone su nido la resignación que impide activar el talento y la inversión, necesarios para crear dinámicas, esperanzas y resultados contagiosos, como en los mejores tiempos.

Urge en Venezuela un nuevo espíritu que cambie el clima de derrota y produzca una confluencia de caminos hacia un esfuerzo común para revertir esta decadencia. Es una emergencia nacional que requiere liderazgos con visión y energía creativa que contagien a todo el país, saltando por encima de las barreras partidistas que nos dividieron. Liderazgos en la política, en las universidades y escuelas, el empresariado y en las iglesias… Liderazgos que resuenen en un único grito de SÍ PODEMOS y crear un nuevo clima capaz de derrotar al “no podemos” reinante. No se trata de un voluntarismo sin fundamento, si no de descubrir y seguir los ejemplos de gente que en diversas actividades no se ha rendido y ha aprendido a remar contracorriente, a hacer más con menos, activando la energía y la creatividad interna en contextos adversos. Por ejemplo, en educación veo estos oasis de resistencia y éxito, no solamente en algunos colegios privados de clase media, sino en modestas escuelas de sectores de bajos recursos con maestras y comunidades activadas con esperanza y resultados. En los barrios nacidos de la necesidad en lo más alto de La Vega. Conozco y admiro escuelas de este tipo que no han perdido un solo día de clase en todo el año con equipos de educadores que apuestan a escuelas ganadoras y lo logran: hay menos recursos, pero se activa más el talento y crece la capacidad de vencer obstáculos. ¿Cómo sería si los salarios dejaran de ser miserables?

Gran Confluencia Nacional

Esto políticamente no nos plantea la necesidad de un partido con grandes promesas y definiciones ideológicas enfrentado a otros partidos con posiciones contrarias, como fueron liberales y conservadores en el siglo XIX o socialistas, comunistas y demócratas sociales en el XX. Ese tiempo ya pasó. Necesitamos un movimiento espiritual suprapartidista que respete especificidades y una en la emergencia vital.

Miremos a Cuba, en su “sálvese quien pueda” actual y su necesidad de nacer de nuevo. Veamos la impresionante y profunda derrota del “socialismo” en Bolivia, luego de veinte años en el poder. No es una ideología con grandes promesas lo que necesitamos, sino hechos concretos con logros que muestran cómo hacer más con menos transformando los factores de producción que tenemos. Menos ideología, más confluencia plural y mejor combinación y rendimiento de los factores productivos disponibles. Todos confluyendo con pragmatismo humanista en la producción de más calidad humana y bienestar, con mejor convivencia social y producción económica y cultural. Cuba, Bolivia y Venezuela “socialistas”, al igual que otras repúblicas latinoamericanas capitalistas, necesitan la confluencia libre, abierta y creativa de todas las fuerzas sociales y espirituales en la producción. Sacudir la resignación y activar las capacidades que tenemos, pero que están apagadas.

SÍ PODEMOS con un liderazgos y alianzas abiertas que levanten y movilicen el ánimo nacional y con sentido de emergencia que salte las barreras de dogmatismos ideológicos trasnochados haciendo valer el ánimo creativo con metas de progreso y logros graduales.

Incluso una gran parte de la diáspora contribuirá y enriquecerá esa transformación; aunque muchos no regresen, se establecerán vasos comunicantes con experiencias e iniciativas que nos beneficien como país. Ya pasaron las décadas de grandes promesas políticas con dos bloques enfrentados con promesas de “socialismo” paradisíaco y de “liberalismo” milagrero que con su sola presencia multiplica para todos los panes y los peces. La clave está en la mejor combinación de la libertad creativa con un espíritu social incluyente. Necesitamos audacia para levantar un consenso nacional, un nuevo estado de ánimo nacional con economía y sociedad liberales empeñados en logros sociales que dejen atrás el espíritu derrotista de la actual Venezuela.

¡SÍ PODEMOS con decisión compartida y convergencia nacional!

DOS FOTOS MUY INTERESANTES DE LA FAMILIA BEISTEGI

Martes 2 de septiembre de 2025

Sabin Beistegi es uno de los hijos de Juanito Beistegi, una de las importantes personalidades del EAJ-PNV en Euzkadi. Eibarrés, fue comandante del batallón Loyola, apresado y encarcelado en Santoña. Su experiencia fue contada en su libro “366 días de Combate por Euzkadi”. Son unas memorias imprescindibles para conocer lo que se hizo y como se hizo.

Hijo de una familia acomodada de armeros eibarreses, dese muy pronto desarrolló su gran amor por el euskera. Tras la primera guerra mundial la empresa familiar “Beistegi Hermanos”, diversificó su negocio hacia la fabricación de bicicletas. Enviado por su familia a Sheffield (Inglaterra) a aprender inglés a su regreso comenzó a militar en el nacionalismo vasco.

Tras pasarse de 1937 a 1943 de prisión en prisión se exilió y llegó a México en 1951 retornando en 1960. Falleció en Zarautz el 22 de septiembre de 1993.

“Nuestra casa de Eibar se quemó y la de Gernika quedó destruida. En 48 horas lo perdimos todo” relataba Beistegi.

Hoy traigo este apunte ya que su hijo Sabin me ha hecho llegar estas dos fotos que tenía su aita. Y me dice:

“En la de la izquierda aita está sentado el primero a la izquierda y el tío Antón Zarrabeitia es el segundo por la derecha de la tercera fila. Por el aspecto, pienso que puede ser el penal de Burgos, pero también puede ser Santoña o Larrinaga.

Asímismo me dice mi prima, que el de arriba a la izquierda puede ser Antón Galarza conocido como Ruidos.

En la otra fotografía está ama, Tere Azkarate Zarrabeitia, presidenta de Emakume Abertzale Batza del Centro Vasco de México con el Lehendakari Agirre en una de sus visitas a México durante el exilio

Agradezco a Sabin el envío y comentarios. Es historia del PNV y de Euzkadi.

¿CUÁL ES LA VERDADERA ESTRATEGIA DE TRUMP CON SU OFENSIVA MILITAR CONTRA EL CÁRTEL DE LOS SOLES?

Lunes 1 de septiembre de 2025

Miguel Henrique Otero

A lo largo de un cuarto de siglo, el régimen inaugurado por Hugo Chávez en 1999 en Venezuela, ha derivado en un narco Estado

Corresponde reconocer a Donald Trump una peculiar vocación para el drama por entregas. En las últimas tres semanas, a cuenta gotas, han ido sumándose elementos al que comenzó como un despliegue de fuerzas militares de Estados Unidos contra el Cártel de los Soles, pero que en el transcurso de unos pocos días, se ha transformado en un amplio operativo multinacional, que ha incorporado a naciones de Europa, del Caribe y del continente americano, para actuar conjuntamente contra la masa de carteles activos.

Utilizo la expresión ‘drama por entregas’, no solo por la llamativa secuencia con que se han ido sumando naciones a la iniciativa de Trump y del Pentágono, sino porque, a medida que la alianza antidrogas crece, también ha crecido en la opinión pública de Venezuela y de otros países de Hispanoamérica, la pregunta de cuál es el objetivo final de tan grande y tan costosa operación. Son millones y millones de personas preguntándose, casi al unísono, a dónde va todo esto. Cuáles son las metas.

Quiero llamar la atención, en primer lugar, sobre el carácter inédito de esta movilización militar. Cierto es que la iniciativa concebida a finales de los años noventa por los presidentes de Colombia y Estados Unidos de entonces, Andrés Pastrana y Bill Clinton, el Plan Colombia, bien puede considerarse un antecedente muy destacado de la amplísima operación multinacional anti cárteles en curso. Sin embargo, lo que está ocurriendo en estos días es radicalmente novedoso. Y lo es por dos razones sustantivas que ameritan la reflexión sosegada de los ciudadanos demócratas del mundo, más allá del factor Trump.

La primera razón sustantiva es que lo ocurrido en Venezuela es inédito: a lo largo de un cuarto de siglo, el régimen inaugurado por Hugo Chávez en 1999, ha derivado en un narco Estado. Ese narco Estado ha adquirido la única forma posible en que puede sobrevivir: como una dictadura política-militar, que no solo ha destruido el Estado de derecho, sino que también persigue, secuestra, tortura y mata a quienes la oponen. Lo radicalmente nuevo es el proceso que ha conducido en Venezuela, a la fusión entre Estado y cártel del narcotráfico. Esta realidad, como es inevitable, ha dado origen a una pervertida forma de Estado desconocida hasta ahora: una entidad donde la totalidad de los poderes públicos, las autoridades militares y la economía del país, se conciben como instrumentos para promover y proteger el negocio del narcotráfico. Un Estado que es estructuralmente delincuente y violador de los Derechos Humanos.

La segunda cuestión, que por obvia olvidamos, es que el negocio del narcotráfico es planetario –corrosivamente planetario–, en casi todas sus fases, especialmente en sus consecuencias: existe y se mantiene asociado a la criminalidad, erosiona los sistemas educativos, impacta los sistemas de salud, disminuye la productividad, ocasiona formas de violencia extrema, destruye la convivencia en familias, barrios y ciudades. No necesito insistir en lo que bien sabemos: el narcotráfico es, por excelencia, el negocio de la muerte. Y mata, tanto a los campesinos en Colombia o Ecuador que cultivan la hoja de coca, como a los jóvenes traficantes en las calles de Ámsterdam, Barcelona, Bombay o Ciudad de México. Mata en todas partes. Es la más perniciosa y constante de las amenazas globales.

Y es esto lo que está en el trasfondo de la iniciativa de Trump: la comprensión de que la guerra contra los cárteles debe afrontarse de forma colectiva y haciendo uso de todos los recursos disponibles, más allá de lo mero policial: sistemas de Inteligencia, nuevas tecnologías, sofisticados recursos armamentísticos y presión de gobiernos y entes multilaterales que mantienen activas políticas a favor de los Derechos Humanos.

Ese conglomerado militar e institucional en crecimiento no tiene entre sus metas invadir el territorio venezolano. No necesita someter a sus soldados a los riesgos inherentes a cualquier confrontación terrestre o en concentraciones urbanas, por muy superiores que sean las unidades armadas estadounidenses, francesas, inglesas o canadienses, a las maltrechas y hambrientas Fuerzas Armadas venezolanas.

El portavoz militar de la narcodictadura, Padrino López, ha sostenido que la movilización militar multinacional es desproporcionada para combatir a los cárteles. El meollo de la cuestión es que el Cártel de los Soles dispone de los recursos militares del Estado venezolano. Dispone, además, de contingentes del Ejército de Liberación Nacional de Colombia (ELN), dispone de grupos paramilitares, dispone de unidades clandestinas de Hezbolá y de bandas de delincuentes con un poderío armamentístico que los califica como estructuras paramilitares de altísima peligrosidad.

¿Qué tareas realiza y realizará la fuerza militar multinacional? La primera, ya lograda: diseminar el pánico y la incertidumbre agobiante en los jefes del Gobierno/Cártel de los Soles; estimular en la dictadura decisiones nerviosas, absurdas y sin propósito; aumentar la calidad y cantidad de fracturas dentro de las Fuerzas Armadas; poner en evidencia el nivel de incompetencia de la alta jerarquía militar y la situación de corrupción y podredumbre presente en todas las unidades de las Fuerzas Armadas; impedir las operaciones de llegada de cargamentos de droga –cocaína, heroína y fentanilo, principalmente– a territorio venezolano y el subsiguiente envío al Caribe, México, Estados Unidos y Europa; destrucción de pistas aéreas clandestinas que utilizan los narco vuelos; destrucción de laboratorios de procesamiento de cocaína; destrucción de almacenes que contienen equipos y sustancias para producir cocaína; destrucción de depósitos de armas y guaridas de narcoguerrilleros; captura de delincuentes responsables de delitos de narcotráfico; captura de fugitivos.