Kennedy y Sabino Arana

Lunes 14 de noviembre de 2022

Este trabajo ha aparecido hoy lunes en Deia. Es una lástima que un puntazo periodístico como éste no salga publicado en domingo, como solían salir antes los trabajos históricos de Iban Gorriti, pero la realidad es la que es.

Y lo reproduzco para que tenga mayor difusión y  repercusión. El próximo 25 se cumplirán 119 años del fallecimiento en Sukarrieta del fundador del nacionalismo vasco, el año que viene 120, y este trabajo nos habla de su enfermedad, por la que sufrió tanto y que le obligaba a escribir de pie y le llevó a la tumba con 38 años. Hoy hubiera fallecido de otra cosa. Y también nos habla de su  mujer Nikole  que Gorritoi descubre está enterrada muy cerca de la tumba de su esposo.

Un gran trabajo y distinto sobre Sabino Arana.

Reportaje de Iban Gorriti

Los dos políticos sufrían el mal de Addison, una dolencia autoinmunitaria, y ambos murieron en el mes de noviembre

Sabino Arana falleció el 25 de noviembre de 1903 a la edad de 38 años en Sukarrieta, Bizkaia. Este mes, por lo tanto, se cumplirán 119 años de aquel calendario en el que, por ejemplo, se publicó el primer número del periódico ABC, se fundó la empresa Ford de automóviles, murió el papa León XIII a los 93 años, en Rusia se produjo la primera escisión entre mencheviques y bolcheviques, o el vasco Tomás Meabe fundó las Juventudes Socialistas de España.

El futuro fundador de Euzko Alderdi Jeltzalea-Partido Nacionalista vasco (EAJ-PNV) nació el 26 de enero de 1865 en la república de Abando que se anexionó a Bilbao en 1890. El 2 de febrero de 1900, Arana contrajo matrimonio con una mujer de Sukarrieta que el archivo del Obispado de Bilbao contempla como Nicolasa de Achicallende Yturri, nacida el 19 de abril de 1873 en el caserío Abiña, barrio que, como la playa de San Antonio, pertenece de forma reciente al Ayuntamiento de Busturia. Vivieron juntos tres años.

A día de hoy, tras la muerte del histórico jeltzale en 1903 y de quien él llamaba Nikole en 1951 –a los 77 años de edad–, los restos de cada uno descansan a diez metros de distancia en el cementerio de Sukarrieta. Sabino Arana está enterrado en una tumba a ras de suelo en el centro del camposanto, lugar que décadas atrás ha sido ampliado. La leyenda informa: Arana eta Goiritar, Sabin.

El nombre de Nicolasa de Achicallende no está presente a la vista en el cementerio. Sus restos descansan en un panteón con una estela esférica en la que se lee Telleria eta Aizpuru, del que eran propietarios los sobrinos de la finada, a quienes dejó su herencia.

La mujer tenía 30 años cuando Sabino Arana murió con 38. Años más tarde, Nicolasa volvió a casarse. Lo hizo con Eugenio Alegría Bilbao, capitán de la marina mercante, natural como ella de Sukarrieta, que fallecería de gripe en 1918.

Los restos de Arana, quien junto a su hermano Luis crearon la ikurriña, no han estado siempre en el cementerio de Sukarrieta. Tras el bombardeo nazi, italiano y con beneplácito de los generales españoles golpistas contra Gernika-Lumo y municipios anexos del 26 de abril de 1937, se trasladaron sus huesos a un panteón del camposanto de La Herrera de Zalla con el fin de que la tumba no fuera profanada por quienes desde el 1 de octubre de 1936 ya se autocalificaban franquistas. En enero de 1989 volvieron a ser inhumados en el cementerio del pueblo en el que residió.

Sabino Arana padecía cuando murió Addison, una enfermedad autoinmunitaria que ataca a las propias células y órganos de la persona que lo padece. También es conocida como insuficiencia suprarrenal y es un trastorno que la comunidad científica valora como “poco común” y que se produce cuando el cuerpo no produce suficiente cantidad de determinadas hormonas. En la enfermedad de Addison, las glándulas suprarrenales, ubicadas justo por encima de los riñones, producen muy poco cortisol y, a menudo, muy poca aldosterona.

Si Arana nació en 1865, nueve años antes, un doctor apellidado Trousseau utilizó el término “enfermedad bronce de Addison” para denominar a esta dolencia. Como el de Abando, otro político, el presidente de los Estados Unidos, John Fitzgerald Kennedy (1917-1963) también padeció esta misma enfermedad. El equipo de médicos de JFK –del Partido Demócrata– se la diagnosticó en 1947. Según información de la Casa Blanca de la época, el presidente recibía hasta ocho inyecciones con sedantes antes de asistir a un acto público. Cuando se hizo público que sufría la enfermedad de Addison, Kennedy lo desmintió.

Este mes se cumplen dos efemérides relativas a la muerte de estos dos políticos. Sabino Arana murió el 25 de noviembre de 1903 a la edad de 38 años aquejado de Addison. JFK, por su parte, aunque con la misma dolencia falleció asesinado el 22 de noviembre de 1963. Las balas, disparadas precisamente por Lee Harvey Oswald, alcanzaron el cuello y la cabeza del presidente estadounidense.”

“Yo también soy Pepe Barrionuevo”

Domingo 13 de noviembre de 2022

Fui al funeral en Durango de Leopoldo Zugaza. Tras la misa y el pésame a la familia saludé a D. Andrés Manterola, quien a sus lúcidos 88  años coofició la ceremonia. «Tienes que escribir con más mala leche. La sociedad está dormida” me dijo. Con esta bendición eclesial, le haré caso. No hay más que mirar alrededor. Narcis Serra, ministro de Defensa, sin  el menor  rubor nos dice que sabía y protegió las andanzas del rey Juan Carlos. Su hijo Felipe VI, permanece mudo ante el escándalo de la no renovación del Poder Judicial, consagrado en una Constitución que dice defender, como la defendió de mala manera ante el Procés. Al asesino Queipo de Llano, aplicando la ley de Memoria Democrática, lo exhuman de la Macarena y Feijóo dice que hay que ocuparse de los vivos y no de los muertos. El País le hace una repugnante entrevista  a José Barrionuevo y le titula benevolentemente diciendo que “Yo ordené liberar a Segundo Marey”. Estoy seguro que si El País se hubiera tomado en serio a los Gal, presumiblemente no hubiera habido tantos muertos  y, a Rodríguez Azpiolea, el Colegio de Periodistas Vascos le da el premio Periodismo vasco 2022 como “ejemplo  y orgullo de esta profesión”, cuando el gobierno vasco le presentó una querella por inventarse una información dañina contra el Lehendakari Ibarretxe. Efectivamente, hay que tener más “mala leche”.

Y es que una  de las mayores vergüenzas de la democracia española, además del 23F, fue la creación y existencia del Gal surgido desde las cloacas del estado. Si tú matas, yo te mato, fue su filosofía. Como en aquel lejano Oeste de las películas con la salvedad que España se declaraba un estado social de derecho. Y lo era en verdad, pero de  desecho.

Tras los descubrimientos del caso Marey y de la evidencia que Barrionuevo, Vera y la cúpula policial estaban en ello y que el socialista García Damborenea señalaba al presidente González como la gran X responsable de todo, hubo un debate en el Congreso que fue terrible, con diputados socialistas llevando una chapa que decía, ”Yo también soy Pepe Barrionuevo”. Y lo traigo a colación, tantos años después, pues estas cosas tienden a olvidarse interesadamente y parecería que esto de los abusos policiales y de la solidaridad con el horror, es una cosa traída por los pelos sin base alguna. Si un estado es capaz de crear al Gal, imagínense lo que no puede organizar, si se lo propone.

Los discursos le recordaron a Felipe González la realidad. Y creo fuimos, seguramente, quienes nos llevamos  el gato al agua, ante la ausencia de Bildu, en un discurso que nos achacaron de estar  lleno de violencia verbal pero, sobre todo, de rotundi­dad dialéctica. Al PNV nunca le había gustado Damborenea, un antinacionalista visceral, además, pe­ro tampoco le gustaban otros personajes como el general Sáenz de Santamaría o Barrionuevo que, más velada, pero claramente, habían hecho apología del terrorismo de Estado. Y no le gustaba nada aquel cuartel Intxaurrondo, que se había constituido en un sinies­tro estado dentro del Estado. Pero, nunca, nunca, nunca y nunca —hasta cuatro veces «nunca»—les dijimos, se debería justificar el terrorismo de Estado. Como lo hacían indirectamente unos y otros.

Entiendo que el ciudadano normal tenga corta memoria con los sucesos políticos, que se viven cada día. Lo entiendo. Pero no entiendo la falta de documentación en políticos que habiendo sido protagonistas de hechos concretos tienen memoria de pez así como medios que abrieron informativos y hoy no se acuerdan de nada, o que se premien periodistas que miraron a otro lado, como se ha hecho este martes pasado.

Me refiero también al hecho de que estuvimos a punto de lograr que Felipe  González compareciera en una Comisión de Investigación que se creó a tal efecto en el Senado para que nos contara lo que sabía de la existencia de los Gal. También Ramón Jauregui que siendo Delegado del Gobierno y teniendo a su cargo las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del estado se enteró de la existencia de este grupo terrorista leyendo los periódicos, pero, por si acaso, no preguntó nada, no investigó nada. Y reconozco que me irrita su buenismo actual y el aura que le rodea con semejante baldón propio o de un incompetente o de un posible responsable de  aquella barbaridad.

.Por eso cuento lo que viví con aquella Comisión cuya apertura fue un escándalo.

En octubre de 1995, al fracasar la posibilidad de abrir una comisión de investigación sobre el caso Gal en el Congreso, con el apoyo de Coalición Canaria, muy criticada por Jerónimo Saavedra (PSOE) se aprobó por un solo voto crearla en el Senado donde el PP con Coalición Canaria, Grupo Mixto, I.U. y con nosotros se había podido sacar adelante. Para algo pues parecía que servía el Senado.

A petición de parte, ante semejante iniciativa tuvimos una especie de merienda, Arzalluz y yo, mientras se discutían los presupuestos en el Congreso, con Narcis Serra, Alfredo Pérez Rubalcaba y Txiki Benegas en el reservado del restaurant “Errota Zar”, contiguo al Congreso. Nos venían a pedir que abortáramos aquella Comisión. Les horrorizaba la entrada al Senado del presidente del Gobierno, Felipe González, con todas las televisiones españolas y europeas transmitiendo en directo dicha entrada. “Estamos de mierda hasta  el cuello y vosotros nos queréis meter la mierda en la boca” comentó airado Benegas. «Oye, será vuestra mierda, porque, ¿cuál es la razón por la que nos pedís e y qué obligación tenemos nosotros de ayudaros en este trance con el comportamiento que habéis tenido con este asunto, con nosotros, con el estatuto y con todo?”, le contestó el presidente del E.B.B. La explicación que nos daban es que si no lo hacíamos iba a llegar el P.P. al gobierno y eso sería peor para todos.

Nosotros les argumentamos además que si Felipe no tenía nada que temer tenía suficientes tablas para torear aquel Miura y que en el Senado norteamericano ese tipo de comparecencias estaban a la orden del día y no pasaba nada de no ser que todo el cuento que nos habían narrado de la modélica transición española fuera eso, un cuento chino. Pero aquello les horrorizaba.

Fue como se ve una muy dura reunión donde nosotros nos mantuvimos en nuestros trece. Había habido 28 asesinatos y nosotros queríamos conocer qué responsabilidades tenía el gobierno y todo el mando militar y policial, como así se hacía tras cada atentado de ETA en sede judicial. Pero como el PSOE tenía el agua al cuello, (prefiero esta alusión más metafórica que la cruda utilizada por Benegas), y ante aquella negativa nuestra, decidió maniobrar y presionar cuando ya teníamos entregada una larga lista de solicitudes de comparecencias de militares, policías, guardias civiles, políticos de UCD y del PSOE, a los que ya les estaban llamando para que comparecieran.

Les dijimos, a nuestros presionantes interlocutores, que no íbamos a esa comisión con la navaja en la boca. «Vosotros no, pero el PP, si» contestaban. “Simplemente nos interesa establecer la responsabilidad de lo que sucedió y la del propio estado que ha utilizado unos aparatos de seguridad corruptos con el análisis simple de aplicar la ley del talión” les argumentamos. “Tú me la haces, yo te la hago, creyendo que podían resolver el tema vasco a tiros sin saber distinguir la fiebre, el termómetro y el enfermo. En lugar de ello trataron de matar al enfermo”.

Era claro que había tres estrategias. El PP e IU solo querían erosionar al gobierno socialista yendo a degüello. Por su parte el PSOE con el apoyo de CIU, solo querían que no se investigara políticamente nada. Y la tercera estrategia, la extraña, era la nuestra. Conocer los hechos y las personas implicadas en los delitos del Gal, reservando una segunda fase de la investigación a determinar las responsabilidades políticas de todo aquello, que curiosamente nunca había sido denunciado por el rey en sus discursos de la Pascua Militar, como ahora. Combatir un terrorismo con otro terrorismo, esta vez de estado, al parecer nunca mereció una investigación política, moral o ética. Pero sin embargo, nos decían que la transición había sido modélica.

“Es un gran triunfo para la democracia, para el Estado de derecho y, sin duda, un éxito para la transparencia”.  Así celebraba José María Aznar, entonces en la oposición, la Comisión de Investigación de los GAL en el Senado sacada adelante tras aquella  larga lucha parlamentaria. Era octubre de 1995 pero ya en diciembre del mismo año los populares habían cambiado de idea. Una reunión del entonces miembro de la Ejecutiva del PP y ex ministro de Interior de UCD, Rodolfo Martín Villa, y el teniente general José Antonio Sáenz de Santamaría, les hizo recular. Dos días después del encuentro, el grupo popular liquidó la Comisión. “Lo que ocurrió es que un general del Ejército que había desempeñado tareas de Gobierno, anunció que tenía documentación sobre cuarenta casos de terrorismo de Estado ocurridos en la etapa de UCD”, explicamos indignados  públicamente como la causa de aquel cierre.

Al final ¿qué ocurrió?. Que se juntaron el aceite con el agua y el hambre con las ganas de comer y el PP con el PSOE, y cerraron la Comisión del Senado con dos generales comparecientes llamados por nosotros a la puerta de la sala. El presidente de la Comisión, el canario Victoriano Ríos, respiró. El hombre había recibido presiones insoportables. Posteriormente siempre que nos veía, decía: “Sois los  culpables de que perdiera cuatro kilos en una semana”. Eso fue el Gal. Un terrorismo de estado, con mil apoyos de todo tipo, por eso Barrionuevo sigue tan risueño y  jactándose de su hazaña.

Mikel Otero igual que Iker Casanova

Sábado 12 de noviembre de 2022

Mikel Otero igual que Iker Casanova
Sábado 12 de noviembre de 2022
Los sábados, en Radio Euzkadi, de 9 a 10 se transmite un programa llamado El Parlamento en Las Ondas. A él acuden portavoces de todos los grupos de la Cámara Vasca.
Este sábado, entre los temas, se han comentado las declaraciones del ex ministro José Barrionuevo. Ekain Rico, en nombre del Pse las ha condenado con rotundidad.
Bildu estaba representado por Mikel Otero que ha elevado la necesidad de condena del Pse al Psoe. Nada que objetar, pero cuando Rico le ha pedido condene a ETA, lo de siempre, lo que hizo Iker Casanova con Eneko Andueza. Se ha negado.
La normalización política vasca consiste en que prime la política sobre la intimidación, la violencia, la conculcacion de todos los derechos humanos como hizo ETA e hizo el Gal y yo me pregunto, ¿es normal que parlamentarios demócratas debatan con gentes que no condenan el terror?. ¿No es una forna de blanqueamiento gratis?. En Irlanda eso siempre se consideró inadmisible y no se toleraba.
¿Por qué aquí si?.