Miércoles 14 de septiembre de 2022
Las empleadas de hogar se quejan de los desprecios que reciben algunas veces de sus «señoritos», normalmente gente maleducada y presuntuosa que descargan sus mierdas mentales con el que tengan por debajo.
Algo así le ha pasado al pobre lacayo que había puesto un tintero y una carpeta sobre el escritorio en el que Carlos III iba a pronunciar otro de sus rollos. Llega el endiosado, ve que el tintero le estorba para apoyar lo que llevaba escrito (estos vividores no saben improvisar) y con un manotazo le hace saber al siervo que retire inmediatamente el susodicho tintero porque le estorba.
Mucha corona, mucho pedigrí, nula educación y mira que ha tenido tiempo para intentar saber comportarse el orejillas. Me ha recordado a cuando el emérito del desierto hace algunos años le dio un manotazo al chófer por aparcar a tres metros de donde debía, con tan mala suerte que le pilló la tele. Pero fue una mayestática espontaneidad para los periodistas.
Caústico