Recuerdo en Amurrio a Galindez, 65 años de su secuestro en Nueva York

Miércoles 15 de diciembre de 2021

Estuve ayer en Amurrio en la Casa Parroquial, junto a la Iglesia dando una charla. Había estado  la última vez cuando se celebró el ochenta aniversario del cura Lezama, el gran emprendedor eclesiástico de obras sociales, periodista, hostelero, secretario de Tarancón y con parroquia en Madrid. Gran promotor de restaurantes por el mundo. Entró a la Iglesia con un globo en la mano. Luego fuimos a su caserío Iruaritz cerca de la ermita de San Prudencio. Escribió un libro, ”El capitán del Arriluze” sobre la peripecia de su abuelo, del PNV, que terminó encallando su barco para proteger a sus marinos. Un libro que seguramente se convertirá en película. Ojalá.

En esta ocasión la Organización Municipal del EAJ-PNV me invitó a dar una charla. Tiene la Casa Parroquial una sala para conferencias, muy bien arreglada, donde hablé de diez historias siendo la última mi experiencia con la figura de Jesús de Galindez. Mi aita le conoció en Ciudad Trujillo (Santo Domingo) cuando llegó en diciembre de 1939. Allí estaba Galindez que había llegado el mes anterior y era el secretario de la delegación del Gobierno Vasco siendo Eusebio Irujo el delegado. Les dijo a aquellos jóvenes jelkides que se fueran cuanto antes de aquella satrapía. Cuando mataron a Galindez  en 1956 mi aita hizo gestiones con el presidente Bosch para que en Santo Domingo le dedicaran una plaza o una calle. La tiene hoy. Su muerte fue un escándalo mundial y marcó el principio del fin de la dictadura de Trujillo.

He promovido cuatro publicaciones sobre Galindez y es normal que el recuerdo se vaya difuminando. Pero les dije a los que tienen una personalidad tan singular, tan volcada en la difusión de lo vasco, tan defensor del valle de Aiala, del derecho vasco, de su defensa en la ONU de las sanciones al régimen de Franco, de su trabajo con Gurrutxaga, Jon Bilbao, Abrisketa, López Mendizabal para hacer una historia vasca en empeño del Lehendakari Agirre que se debería hacer un esfuerzo para que su legado no vaya quedando en el olvido. Decía Saramago que se comienza por el olvido y se acaba en la indiferencia.

Galindez amaba Amurrio con toda su alma. Dejó escrito lo siguiente como su testamento:

“Me declaro cristiano y vasco. Como tal quiero ser enterrado en la fe y en la tierra de mis antepasados cuando esto sea posible. Y ruego a quien se haga cargo de mi cuerpo  y bienes que mis restos sean llevados un día a Amurrio, en la provincia de Alava, Euzkadi, para ser enterrados allí. Quisiera que fuese  en la finca que mi padre  tiene cerca de Zaraobe, en la parte alta donde se divisan las montañas  de mi Patria”.

Desgraciadamente no pudo ser. Lo secuestraron en Nueva York y Trujillo lo asesinó en Santo Domingo aunque el 13 de marzo de 1986, treinta años después de su desaparición, se inauguró  una estela funeraria  en el alto de Larrabeobe siendo Diputado general Juan Maria Ollora. Estuvieron el Consejero de presidencia del gobierno Ardanza, Juan Ramón Gevara y el presidente del EBB, Xabier Arzalluz. Rodeados de los estandartes de las siete cuadrillas alavesas y centrando la estela funeraria en un círculo de piedra noble, dos lápidas en euskera y castellano  proclaman las palabras de Jesús de Galindez donde quiso ser enterrado. ”Y algún día me tenderé a dormir junto al árbol que escogí en lo alto de la colina, en el valle solitario de mi pueblo, a solas con mi tierra  y con mi lluvia. Estas me comprenderán al fin”.

Xabier Arzalluz destacó que “a mi me admira que sean pocos los que se acuerden hoy de Jesús de Galindez . Y no es que fuera del PNV, que lo fue,  ya que luchó mucho más allá de lo que es la lucha por Euzkadi, siguiendo el mandato de que todas las libertades son solidarias. No se dan demasiados ejemplos en este mundo de gentes que arriesguen su vida y la pierden de una forma cruel por defender la libertad y la justicia”.

Con Xabier Arzalluz estuve en la casa del cónsul estadounidense, cuando los Estados Unidos tenían consulado en Bilbao. Vino Richard Gardner en visita oficial y quiso hablar con nosotros. Quería contarnos el entonces embajador en Madrid que él era un joven abogado en Nueva York y el Lehendakari Agirre, tras la desaparición de Galindez, y como no había testado al morir, sus propiedades habían pasado automáticamente a la ciudad de Nueva York y Agirre le encargó que intercediera ante la autoridad de la gran ciudad   haciéndole ver que los archivos pertenecían al Gobierno Vasco pero al no tener éste personalidad jurídica reconocida, nada pudo hacer. Es una asignatura pendiente que el actual Gobierno Vasco creo debería gestionar.

En su día le solicité al alcalde José Ángel Cuerda que donara a la ciudad de Bahía Blanca, un mosaico con el nombre de Paseo Jesús de Galindez, un magnífico paseo costanero, que en tiempos de la dictadura de Videla quisieron quitar pero la firmeza de los vascos de Bahía Blanca liderados por el comandante de gudaris Francisco Gorritxo, impidió lo quitaran. Y ahí sigue. Cuerda lo inauguró personalmente.

En aquellos tiempos había más sensibilidad para estas cosas en las instituciones que ahora. Se hacen muchas jornadas de todo tipo pero escasas  sobre hechos que marcan la historia de un pueblo. Y la figura de Galindez debería estar más presente en el martilorogio vasco de lo que está.

Han pasado 65 años de su desaparición y conviene recordar estas cosas y transmitirlas a las nuevas generaciones  porque la figura de Galindez, una figura descomunal, debería estar presente, todos los años el 12 de marzo, con un acto, el que sea, para que su sacrificio no se borre de nuestro imaginario colectivo. Repito  la frase de Saramago: ”Se comienza por el olvido y se acaba en la indiferencia”.

Finalizó la charla con un coloquio muy interesante y participativo que duró tanto o más que la charla misma. Estuvo en ella, además del Alcalde Txerra Molinuevo y Teniente Alcaldesa de Amurrio Estibaliz Sasiain, Covadonga Solaguren exparlamentaria de Araba, Carlos Astarloa que había venido desde Llodio con su mujer y al que aprecio desde siempre.

Regale un Comandante de Gudaris

Martes 14 de diciembre de 2021

Antes de saber del  Olentzero nos decían que el 24 llegaba el Niño Jesús y si nos habíamos portado bien, nos traía regalos. Celebrábamos la Navidad, no las Fiestas. De ahí que ruego me permitan la sugerencia de  un buen regalo navideño. Se trata de “366 días de Combate por Euzkadi”. Juan Beistegi. Comandante del Batallón Loyola. Por cierto Euzkadi con Z. En el Bec se aprobó una enmienda de la Organización de Abendaño el sábado 27 de noviembre a la propuesta de Araba sobre el Sector Agroalimentario Vasco. La argumentación era impecable y es doctrina PNV. Si se refiere a la Comunidad Autónoma Vasca, póngase Euskadi. Si se refiere a los siete territorios, póngase Euzkadi. Se aprobó por unanimidad y la propuesta de resolución quedó así.

William Smallwood, biólogo y antiguo piloto de guerra, originario de Arizona, donó al Centro de Documentación del Museo de la Paz de Gernika los testimonios que recogió de supervivientes del bombardeo de la localidad foral que le permitieron escribir la obra titulada “El día en que Gernika fue bombardeada”.

Smallwood, más conocido como Egurtxiki -traducción literal al euskera de su apellido-, realizó un trabajo de campo en 1972, en tiempos del franquismo, donde pudo contactar con 129 supervivientes de la tragedia y que eran adultos en el momento del ataque. El autor estadounidense decidió aprender la lengua materna de aquellos entrevistados, haciéndolo junto a los pastores vascos que trabajaban en Idaho, para años más tarde llegar a Euzkadi y ponerla en práctica recogiendo los testimonios.

Hizo un buen trabajo Egurtxiki para que esa historia oral de tantos testigos no se perdiera, una de ellas la de Juan Beistegi, comandante de un batallón de gudaris, porque el  tiempo es un óxido para la Memoria. Milan Kundera, el escritor checo, lo resumió acertadamente en esta frase:

“La lucha del ser humano contra el poder es la lucha de la memoria contra el olvido”.

Tengo la suerte de haber conocido al comandante Beistegi. Le recuerdo en su negocio de bicicletas (BH) en la plaza de Santiago, frente a la catedral de Bilbao, despachando con un lápiz colocado en la oreja derecha. Fue en los años 1976 y 1977, cuando solía ir a recoger los artículos que en euskera y castellano escribía para la revista Euzkadi bajo el seudónimo de Lartaun. Eran tiempos en los que él promovía el periódico “Agur” íntegramente en un euskera sin H, ya que la unificación que se había propuesto en 1968 a él le parecía artificial y dañina, doliéndole que uno de los máximos exponentes de aquella unificación, nacida en el santuario de Arantzazu, había sido su respetado compañero de vicisitudes y celda, teniente del batallón Itxarkundia, el gran lingüista Koldo Mitxelena.

Aquella H contra la que luchaba aguerridamente, a pesar de las buenas relaciones personales que mantenía con el que había dado clases de euskera a sus compañeros en la “universidad” de la cárcel de Burgos, le creó una gran desazón. Había una solidaridad y amistad generacional y de lucha, pero en la forma aprobada para unificar el euskera discrepaban rotundamente, y lo hacían porque los dos eran personas de muy recia personalidad.

En las primeras elecciones internas del PNV en Bizkaia en 1977, Juanito Beistegi fue elegido presidente del Tribunal Regional de Bizkaia, organización que impartía justicia interna, algo raro en las luchas internas de los partidos, ya que con ese nombre algunos se lo tomaban tan en serio que acababan por aplicar las medidas más extremas y, sin embargo, recuerdo que tras una discusión entre afiliados que tuvo lugar en marzo de 1979, en que a gentes varias se les acusaba de “filtraciones desde el BBB”, ”desconocimiento del EBB” y ”ataques personales”, la persona quien condenó a una comida de amigos para que en ella dirimiéramos nuestros conflictos, fue el circunspecto Beistegi .

Lo redactaba así:

“Acordamos condenar (aquí el nombre de todos los encausados) y a cualquiera que pudiera estar en estos casos, a que celebren una sencilla comida de hermandad, inmediatamente después de terminadas las elecciones municipales y a Juntas Generales, para celebrar su éxito y hablar solamente de cómo preparar el próximo Aberi-Eguna, 15 de abril, de forma que nuestro pueblo lo pueda celebrar en paz, libertad y hermandad”.

Beistegi atribuía aquellos primeros enfrentamientos “a desvíos remediables, fruto de nuestra propia contaminación, que solo son graves en nuestras mentes al medirlos con espíritu post-franquista, que lograremos despejar de nosotros volviendo a los modos de ser de nuestro pueblo”.

Este fue el llamamiento que nos hizo llegar en forma de sentencia el llamado, respetuosamente, Juanito, en aquellos años de la salida de la clandestinidad de los jeltzales, aunque la persona, como se ve en el libro editado por la Fundación Sabino Arana, en esta gran entrevista que le concede a Egurtxiki, era un hombre que no se arredraba ante nada y que cuando tenía que luchar utilizaba todos los medios para lograr su cometido.

Además de ser de acero inoxidable y poco dado al rodeo, se mostraba en esas fechas como un padre de familia que no quería que sus hijos se peleasen por banalidades, siendo lo importante ganar las elecciones y sacudirse aquella mentalidad dejada en herencia por el franquismo  con una decisión  tan vasca como lo es resolver los problemas alrededor de una mesa y sobre todo en su sobremesa.

Estas Memorias a mí me han entusiasmado y no solo por su relato, sino por ese estilo directo, con pulso, de conversación distendida y, cómo no, dando importancia a las cosas que le tocó vivir, en primer lugar en Eibar, ciudad armera a la que describe muy bien en su ambiente político y en el funcionamiento de las empresas y de las cuadrillas de uno u otro signo, así como la propia fábrica de armas, negocio familiar, dando el increíble dato de que la pistola que mató al rey de Yugoslavia en 1934 la habían fabricado ellos, sin obviar la presencia de unos alemanes que ya entonces conspiraban para lo que después fue la guerra.

Beistegi describe bien la llegada de la República a Eibar aquel 14 de abril de 1931 y cómo se vivió la llamada Revolución de octubre de 1934 y sus consecuencias, así como su año de estudio en Inglaterra y en Francia, conociendo estos dos idiomas, además del euskera y el castellano, cuestión nada habitual en aquella época. Estallada la guerra, narra cómo se forma la Comandancia de Azpeitia y la importancia del militar de carrera Cándido Saseta que muere en Asturias, además de cómo es nombrado teniente y luego comandante del Batallón Loyola, cuyo nombre no le gustaba por la significación del santo, apreciando mucho más el de Zumalacárregui.

No se sabe si admirar más su sangre fría, a pesar del miedo que también describe en momentos determinados, o su creencia en todo momento de que la guerra se podía ganar, y de los continuos retrocesos que van protagonizando así como de las pérdidas de lugares estratégicos como montes emblemáticos, criticando con dolor la propia ofensiva de Villareal, que resultó un auténtico fracaso y en donde estuvo metido hasta el cuello con su batallón en aquella iniciativa mal dirigida por militares incompetentes.

Es de destacar la falta de aviones que sufría aquel ejército de gente sin experiencia militar y los temores de su perro cuando con su instinto sabía que les venían a bombardear, siendo su cola casi como su radar particular, pudiendo Beistegi constatar a su llegada a un Cinturón de Hierro donde se veía la mano de la traición de Goicoechea, que aquello no estaba bien diseñado, viviendo además la muerte cerca de él, con la caída de compañeros a los que apreciaba. Aprende a montar a caballo, más cómodo para andar por monte, y describe la agilidad del general Llano de la Encomienda ante un ataque enemigo, así como a su jefe, Lino de Lazkano, a quien sustituye tras una baja médica de éste. La narración que hace de su relación con sus captores italianos es antológica, teniendo como fondo el llamado Pacto de Santoña, aquel acuerdo que salvó muchas vidas y que condicionó aquel fin del ejército vasco en circunstancias tan amargas.

El resto es la narración de la derrota, la cárcel, la pena de muerte, los gudaris fusilados como chinches, la represión y la salida de la cárcel.

Un libro, pues, que es una fotografía muy lograda de hechos heroicos, de pelea sin armas, y de grandes heroicidades narradas como si de una ronda con amigos del alma por Eibar se tratara. Datos, amenidad y una buena visión de lo que fue aquello, narrado por un protagonista de excepción como Juanito Beistegi, comandante del Batallón Loyola, uno de los muchos héroes improvisados bajo aquella lluvia de fuego y odio que cayó sobre una generación que se encontró de la noche a la mañana con sus raíces al aire. No encuentro mejor regalo en Navidad para un nieto a su abuelo, pero mucho más de un abuelo a su nieto para que la palabra Gudari no se pierda en la niebla del día a día actual.

En enero en Miami y ¡a ganar!

Lunes 13 de diciembre de 2021

Antes de la pandemia la competición fue en Wisconsin y en enero será en Miami. ¿Sobre qué?. El crossfit. No sé si irán todos los de la foto, pero si Alex, el de la derecha. Los de la foto, los cuatro  ganaron el viernes en Madrid  las primeras competiciones organizadas en la Villa y Corte. Son Nienke van Overvield (holandesa), Hanna Karlsson (sueca), Pablo Cazalis (Zarautz) y Alex Anasagasti (Donosti). Ganaron esos 14.000 euros que veremos en que quedan, pero no está mal para darse alguna alegría en Navidades o para pagarse el viaje. Y es que como no son jugadores de fútbol, no cuentan informativamente hablando aunque el deporte que practican es lo más completo que existe, porque toca todas las especialidades y en todas  tienen que destacar. Ese es su mérito y el secreto.

En Madrid concursaron 5 equipos y ellos han sido los ganadores. Al ser la primera edición de esta competición no hubo la participación de otros campeonatos ya asentados pero los participantes eran de muchísimo nivel. El crossfit, un deporte en auge que no para de ganar adeptos, celebró esa  competición en Madrid reuniendo a la élite peninsular junto a algunas grandes figuras internacionales..

Ojalá en Euzkadi, campo abonado para este  deporte, hicieran lo propio. En la Villa y Corte organizaron el Madrid Crossfit Challenge Series, un torneo de carácter internacional en el que participaron 450 atletas y que aspira a convertirse en una de las referencias anuales de esta disciplina.

Alex Anasagasti fue campeón del estado español  en 2018 y 2019 y el hombre se va a Miami el 10 de enero. Me dice que el  éxito de un buen crosfitero radica en estar preparado para todo lo que le venga, especialmente lo desconocido. Normalmente no se enteran de las rutinas que han de hacer hasta unos días antes. Incluso hay veces que se lo dicen en la misma competición. Las rutinas-llamadas Wods consisten en repeticiones de alta intensidad de varios ejercicios y pueden abarcar disciplinas como correr, nadar, gimnasia deportiva, levantamiento de pesas…todo ello en solitario o incluso mezclándoles. Allí reside la dificultad.

Alex es hijo de mi hermano Jon, mi ahijado, y me comenta que lo más extraño que le ha tocado hacer es pasar unos obstáculos y subir unas escaleras haciendo el pino. Que también es muy complicado hacer una planificación semanal de entrenamiento, porque al final tienes que ser bueno en todo. Si yo salgo a correr grandes distancias todos los días al final voy a perder fuerza. Y si levanto pesas a diario igual no soy lo suficientemente ágil. Se trata de ser lo más regular y equilibrado posible en todo. Es lo que le gustó a Alex que hasta que se inició en el crossfit había probado pelota, tenis, fútbol, kickboxing…Pero al final se aburría haciendo solo una cosa.

“Antes  las competiciones eran en un simple gimnasio con cuatro gatos. Hoy en día se llenan pabellones  y tienen una legión de seguidores en las redes. Y es que el crosffit radica en estar preparado  en resistencia, fuerza, flexibilidad, potencia, intentando ser lo más completos posibles en el mayor número de disciplinas”.

El 10 de enero se va a Miami a competir formando parte de un equipo con otros dos crossfiteros Harán muy buen papel.

¡Suerte Alex!.