¿No queréis taza? ¡Pues taza y media!

Jueves 23 de diciembre de 2021

Hay gentes o que es ingenua o que le gusta creerse sus propias mentiras. Y hay gentes que carecen del menor rigor para analizar los movimientos del adversario sobre todo si ese contrario carece de la más elemental conciencia moral.

No sé si recordaran como tras la escenificación en Aiete de la solemne lectura de un comunicado a los diez años de la desaparición de ETA por parte de Arnaldo Otegi y Arkaitz Rodríguez dijimos que aquello no era lo que parecía sino una farsa. Se corroboró al día siguiente en Eibar cuando Otegi dijo aquello de que negociaban presupuestos por presos y que habían dado una patada al avispero. Se le echó tierra al asunto y no se siguió analizando con rigor el hecho. Solo faltó que alguien les propusiera para el Premio Nobel de la Paz, pero todo se andará.

El PSE y el PSOE o cayeron en la trampa o quisieron poner nervioso al PNV hablando, en ese contexto, del posible acuerdo de izquierdas con Podemos y Bildu, algo sicodélico habida cuenta que Bildu no dará nunca la primacía al PSE siendo esta la segunda fuerza pero aquello servía para perder tiempo, gastar saliva y marear la perdiz, algo a lo que estamos acostumbrándonos al vivir en una campana en el que no hay el menor rigor.

También servía para blanquear a una fuerza política, Sortu, que nunca jamás dirá que el terror de ETA fue injusto, innecesario, un fracaso y un hecho delictivo. Que lo fue tras la muerte del dictador y su obcecación en querer con las armas doblegar al estado, en una utópica ensoñación donde el fin justificaba cualquier tipo de medio.

Ante algo tan evidente el  PSE sigue sin tener un discurso contundente con este mundo, habiendo tenido decenas de asesinados en sus filas, algo incomprensible, y como el tiempo pone las cosas en su sitio, se vuelve a las andadas demostrando Sortu que carece de una estrategia seria, de valores y alejada del  respeto y sentido común..

Por eso, el  secretario general del PSE-EE, Eneko Andueza, advirtió muy suavemente a la izquierda abertzale de que las palabras «hay que demostrarlas» con hechos después de que el Consejo Nacional de Sortu, integrado en EH Bildu, haya propuesto al ex jefe de ETA David Pla para formar parte de la próxima dirección de esta formación. «El movimiento se demuestra andando», ha asegurado. Muy débil ha sido su contrariedad. Hay que recordar que Pla fue el encapuchado que leyó el comunicado final de ETA. No era un cualquiera.

De esta forma, se ha referido a la declaración que el coordinador general de EH Bildu leyó, junto al líder de Sortu, Arkaitz Rodríguez, cuando se cumplió el décimo aniversario del fin de la violencia de ETA. En ella, aseguró que sentían «enormemente» sufrimiento de las víctimas de la banda y que «eso nunca debió ocurrir». Puro bla, bla, bla.

Muy suave  ha señalado Andueza que la única reflexión que le provoca que se pretenda integrar a Plá en la ejecutiva de Sortu es que «cada cual tiene que saber siempre dónde está y a dónde quiere ir». Es decir, no te toco ni con el pétalo de una rosa. No estuvo bien Andueza de quien siempre he admirado su contundencia cuando tras condenar el Gal le pidió a Iker Casanova que condenara a ETA y éste no lo hizo. Ni lo hará.

«Y yo, en las numerosas ocasiones, he reiterado que, no solo se trata de realizar declaraciones, sino de demostrarlas con hechos. Cada cual sabrá cuáles son los hechos que tiene que poner en práctica para rectificar y dar credibilidad a los pasos que supuestamente han dado», indicó el secretario general del PSE-EE con demasiada cortesía.

Pues muy bien. Ante eso Sortu actúa como quien oye llover.

Por su parte la  vicelehendakari y consejera de Trabajo y Empleo, Idoia Mendia, afirmó «no entender los aplausos» de representantes de Sortu al ex jefe de ETA Mikel Albisu, ‘Mikel Antza’ y ha reconocido que se le «encogió el estómago».

En una entrevista a Onda Vasca,  se refirió, de esta manera, al acto de este martes en el que Sortu ha mostrado su «apoyo y solidaridad» al ex jefe de ETA Mikel Albisu, ‘Mikel Antza’, que ha comparecido por videoconferencia, desde los juzgados de San Sebastián, por su presunta implicación en el asesinato del teniente de alcalde de San Sebastián Gregorio Ordóñez (PP) el 23 de enero de 1995 y que fue recibido entre aplausos por los asistentes.

Mendia ha indicado que «se le encogió el estómago» y no entiende que se le aplaudiera ni la «actitud chulesca del personaje».

«Hubo una banda terrorista que tuvo un inmenso apoyo social y eso no podemos olvidarlo y hay quién tiene más mochila y tenemos que seguir trabajando e imágenes como la de ayer, que a mí me sobrecogen, y si a mí me sobrecogen entiendo que a las víctimas de ETA mucho más y hay que trabajar en el campo de la convivencia».

Pues Idoia, con declaraciones de pitiminí esta gente va a seguir llorando en público como Arkaitz Rodríguez lo hizo tras el fallecimiento de Troitiño, responsable de 22 asesinatos. Este Arkaitz Rodríguez tiene todo el derecho a llorar al asesino fallecido, pero en privado y no jactarse de su muerte en público si el discurso de Aiete hubiera sido verdad. Nunca lo fue y lo denunciamos.

Tres ejemplos en una semana.

Y lo que te rondaré morena.

La fábrica de Bergara y Sortu

Miércoles 22 de diciembre de 2021

María Eugenia Arrizabalaga, burukide del EBB del EAJ-PNV en esta segunda entrega denuncia el silencio del alcalde de Bergara que un día otorgó una licencia  a una papelera y ante el discurso irreal de Sortu, revoca y ahora calla.

La reflexión de Arrizabalaga es muy oportuna porque describe claramente cómo funciona este mundo de complejos y de ideologías excluyentes.

Dice así:

“Es verdad que EH Bildu sí está a favor de las cooperativas locales de producción energética y, en eso, coincide con iniciativas que se están trabajando desde el Gobierno Vasco. Pero esa querencia exclusivista «por lo pequeño» y «por lo cooperativo» no va a ser suficiente, ni de lejos, para llegar a los objetivos que nos hemos planteado –la neutralidad climática para 2050–. Y lo saben. Ni para atender a las necesidades de la industria vasca. Tampoco, desde luego, para acercarnos a ese objetivo que dicen pretender: el de la soberanía energética. Por cierto, «la vanguardia de la lucha revolucionaria» –es decir, ETA– también planteaba la soberanía energética en aquel Libro Blanco que publicó en los 70; abogaba por construir una nuclear, aunque, más tarde, cambiara de opinión con efectos sumamente trágicos.

Últimamente, al hilo de similar estrategia, han orquestado toda una campaña contra la recién aprobada Ley de Administración Ambiental –a la que han bautizado, con su habitual faltonismo, ley Tapia–. Arremeten contra la nueva figura de los Proyectos de Interés Público Superior (PIPS) que permiten al Gobierno Vasco sacar adelante determinados proyectos de promoción pública que supongan una mejora de carácter ambiental –realmente, cabe imaginar muy pocas cosas que quepan en esta definición–, siempre bajo una tramitación muy garantista, sin que se les pueda oponer la visión particular de un determinado gobierno municipal. Una figura nada exótica, por cierto, sino habitual en otros lugares y avalada por la jurisprudencia en el sentido de que «se descarta la vulneración de la autonomía municipal». Esta misma figura existe en Nafarroa, donde, durante la pasada legislatura, la consejera de Medio Ambiente de EH Bildu no solo no derogó una ley similar, sino que la aplicó.

Lo que ocurre es que, por ejemplo, nos estamos quedando sin vertederos para residuos industriales, y los residuos industriales se producen por miles de toneladas, y tienen la mala costumbre de no desintegrarse. Además de grave, el problema es tan acuciante que ya no hay tiempo para luchar contra ese famoso efecto Nimby, que viene a decir eso –bastante poco solidario– de «búscate la vida donde quieras pero aquí, no». Y, claro, no hay suelo en este país que no pertenezca a algún municipio.

EH Bildu exige soluciones al Gobierno Vasco pero no reconoce ni la legitimidad para legislar del Parlamento Vasco, ni la capacidad ejecutiva del Gobierno Vasco en el ámbito de la gestión ambiental. De hecho, EH Bildu se ha especializado en imponer, desde de sus ayuntamientos, esa secular posición obstruccionista que le es tan propia. EH Bildu discurre, no tanto en el Nimby, sino en el efecto Banana Build Absolutely Nothing Anywhere Near Anything (no construir absolutamente nada en ningún lugar que esté cerca de algo). Es decir, en el «noísmo» de toda la vida.

Lo estamos viendo en Bergara con la planta de gestión de lodos de papelera. Una fábrica privada y, por lo tanto, fuera de la aplicación de los PIPS, por mucho que anden proclamando lo contrario. Una planta que coincide con el objetivo de lograr una economía circular que valoriza los residuos industriales –en este caso, lodos de papelera– para aplicarlos a nuevos procesos productivos. Se les ha ocurrido decir que es una «incineradora» aunque no lo sea –ahora que la planta de Zubieta lleva tiempo en marcha se les ha debido despertar la necesidad de otra causa para seguir con sus batallas contra gigantes que resultan ser molinos–. Y se han dedicado a encender alarmas infundadas, ¡que en eso son especialistas! Con la gravedad de que el alcalde de EH Bildu, Gorka Artola, tras cursar visita a una planta piloto en Elche, ya había concedido licencia –dicen que con gran entusiasmo– a la nueva actividad.

Total, que a raíz del incendio provocado por ellos mismos, el alcalde ha revocado la licencia vía decreto, bordeando peligrosamente la prevaricación administrativa. La empresa ha interpuesto recurso contra esta decisión y el alcalde, por ahora, calla. Un escenario curioso para un espectador con un bol de palomitas. No queda ahí la cosa: EH Bildu acaba de publicar una nota en la que acusa al PNV de Bergara de «manipular o incluso mentir» por el mero hecho de defender la licencia que otorgó su alcalde antes de ser contaminado por el fuego amigo. Además, EH Bildu, que en el arte de la tergiversación no tiene rival, responsabiliza al nuevo proyecto de que una cooperativa local que fabrica armas haya decidido marcharse a Arrasate, aparentemente, por no querer compartir espacio con Valogreen en el mismo polígono. Pero no es fácil creer que una empresa de ese calibre haya tomado tal decisión por ese motivo. Por no añadir que, siguiendo la lógica que ha defendido EH Bildu en más de una ocasión en el Parlamento Vasco sobre la venta de armas, tampoco habrían admitido –de ser nueva– una fábrica de rifles en Bergara, ni tampoco en Arrasate.

Mientras tanto, la vida sigue y siempre hay alguien –por ejemplo, el PNV– que asume la responsabilidad y la incomodidad de tener que plantear soluciones reales a problemas reales. Aunque ello suponga tener que aguantar exageraciones sin sentido o las típicas descalificaciones. Esas, las de toda la vida.”

La energía política que nos obligan a malgastar

Martes 21 de diciembre de 2021

María Eugenia Arrizabalaga, burukide del EBB, ha escrito un artículo en Noticias de Gipuzkoa que conviene  conocer y  divulgar por su claridad. Lo hago ahora en su primera parte y mañana en la segunda. Es una lástima que este artículo del Grupo Noticias no se reproduzca en los cuatro periódicos del Grupo. Conviene que la ciudadanía que lee tenga argumentos.

Lo titulaba “Del Libro Blanco a Bergara pasando por los PIPS” y dice lo siguiente:

”Aquí siempre se ha hablado mucho de tácticas y estrategias. Especialmente, durante décadas, de la estrategia de «luchas combinadas» por la que apostó la izquierda abertzale. Frente a esa estrategia político-militar, la otra: la basada en la defensa de la libertad personal y de la colectiva, y en la acción política a favor del Pueblo Vasco y del progreso social de su ciudadanía desplegada desde todas las instituciones vascas.

Esa confrontación estratégica se ha desarrollado, también, en prácticamente todas las cuestiones sectoriales que se han venido desarrollando desde hace cuarenta y tantos años. Resulta sorprendente la sistemática imposibilidad de coincidir en infinidad de cuestiones. Daba igual de qué se hablara: si se pretendía un polígono industrial, no. Si la cuestión era un puerto deportivo, ni pensar. Autovías, trenes, incineradoras etc., a todo, «no». Por supuesto, la oposición a todo, siempre, «en nombre del pueblo», porque «el pueblo» siempre han sido ellos y nadie más.

Esa dinámica se mantiene: si se hace algo a lo que no se pueden oponer, siempre es insuficiente. Si se hace algo porque es necesario, entonces, retuercen el sentido común y nos acusan, invariablemente, de «elitismo», de «defensa de la oligarquía», de «macroproyecto» o de «negocio». El caso es recluirse en el «no» a todo, sea lo que sea. Y así, hasta hoy.

A pesar de lo sistemático del fenómeno y de la cantidad de energía política que obliga a malgastar, Euskadi ha avanzado, y mucho, desde cualquiera de los puntos de vista que se quieran analizar: bienestar social, desarrollo urbanístico, competitividad económica y tecnológica, expresión cultural o mejora medioambiental.

Pero hemos llegado a finales de 2021 y el planeta no está para tonterías ni juegos de suma cero. El cambio climático nos amenaza y la situación exige respuestas efectivas e inmediatas. Hasta ahora, también ante la emergencia climática, se viene planteando el esquema habitual: el Gobierno Vasco avanza siguiendo lo establecido en Europa y en las Cumbres Climáticas, con el objetivo de cumplir el compromiso de reducir las emisiones de CO2 en un 45% para 2030 –y 2030 es mañana–. Se impulsan planes y leyes ambientales, proyectos de eficiencia energética, cooperativas de generación energética o proyectos de instalación de renovables.

Mientras tanto, EH Bildu hace discurso. Un discurso que pivota sobre dos bases: por una parte, esa arrogancia que les lleva a acusar de inacción, de insuficiencia, etc. a las instituciones que gobierna el PNV –porque ellos sí que lo harían fenómeno, y no nosotros–; y, por otra, un continuo poner palos en la rueda de cada iniciativa, porque se trata de un «megaproyecto», o porque se acomete desde la colaboración público-privada –para algunos siempre sospechosa de connivencia con oscuros intereses capitalistas–, o porque interfieren el paisaje, como ocurre con los parques eólicos, que, efectivamente, a quienes apreciamos nuestros montes y nuestro paisaje, no nos salen gratis.

La izquierda abertzale sigue teniendo alergia a la concreción de los proyectos. Mientras los objetivos se mantienen en el plano de «lo difuso», no parece haber mayor problema. Así que están a favor de las renovables, pero no de los parques eólicos. Están a favor de la economía circular, pero no de las plantas de tratamiento de residuos. Están a favor de los trenes, pero no del que se está haciendo. De hecho, en cuanto se concreta la necesidad de ejecutar determinado proyecto están, sin excepción, en contra.

Son buenos en esta clase de estrategia, también «combinada», de criticar –según ellos, no se hace lo suficiente– y, al mismo tiempo, no dejar hacer. Eso sí, sin aportar nunca soluciones. Porque para definir soluciones, hay que mojarse. Y «mojarse» no equivale a decir que «hay que apostar por las renovables». Limitarse a decir eso es refugiarse en lugares comunes”.