Jueves 9 de diciembre de 2021
Sobre todo en política. Así como comprobamos diariamente la nula ejemplaridad de quien fuera Jefe del estado español, Juan Carlos de Borbón, poder observar el cambio de gobierno y poder en Alemania, sin olvidar su terrible pasado a cuestas, es algo que debe ser destacado. Una canciller de la coalición CDU-CSU, viniendo del este, que ha estado en el poder durante 16 años, y que ha sido despedida con elegancia, respeto e incluso admiración por todos, hay que destacarlo. Unos porque se va, otros por lo que ha hecho, otros por su talante, otro por su valentía a la hora de abordar asuntos espinosos el caso es que la suma de todo esto da una Alemania muy civilizada, muy democrática, muy de clase política a imitar frente a lo que vemos en Madrid que es de patio de colegio, de patio de monipodio, de patio de corral.
La despedida, además de discursos cargados de sentido común, ha ido de flores casi a diario, paradas militares, discursos constructivos sobre el futuro, reconocimiento casi unánime. El que a Angela Merkel le sustituya una coalición de liberales, socialdemócratas y verdes, significa mucha madurez democrática, mucha seriedad, mucha gente en clave positiva haciendo política frente al penoso espectáculo de Casado y Abascal con los ribetes de Pablo Iglesias por estos lares. Años luz.
Para colmo, el análisis político español habla del nuevo canciller Scholz como un señor sin el menor carisma. Gana las elecciones, forma un gobierno con tres partidos, sin olvidar su pasado como vicecanciller con Merkel y resulta que se le minusvalora diciendo que es un tipo sin carisma, un soso. ¿Qué es carisma para esta gente?. ¿Espectáculo para vender periódicos?. El carisma lo dan los votos y la gestión. De Merkel se decía exactamente lo mismo a lo que se le añadía que era una señora provinciana y monjil. Y ha resultado lo que ha resultado.
Me imagino que todo no será perfecto pero se agradece el esfuerzo que están haciendo en enviar a la ciudadanía un mensaje de cohesión, de gran familia, de respeto a la experiencia, de discrepar con argumentos dentro de un orden, de no arrumbar al personal como si fuera un trasto viejo. No recuerdo escena parecida ni en España ni en Euzkadi, si también en Euzkadi y no solo en el gobierno, sino en Diputaciones, ayuntamientos, Juntas y Parlamento que quien viene acompañe hasta la puerta a quien se va tras darle un ramo de flores. Aquí ni ponen esquela cuando cargos representativos fallecen.
¿Somos peores?. No creo. Pero si somos muy mal educados. Oírle a Iturgaiz con sus agrias descalificaciones, Gorrotxategi con sus argumentaciones de bombero, a Lakuntza con su huelga permanente, a Casado con su política de tierra quemada, a Abascal como heraldo del apocalipsis, a Rufián con su prepotencia, a Ayuso con su madrileñismo de garrafa da bastante grima. Si, también los tenemos en el PNV, pero de momento me los callo habida cuenta de su piel tan exquisitamente sensible, aunque no tan sensible para el respeto hacia las formas mínimas.
El desprecio a las formas es un atajo, sin duda, pero no hacia la consecución de fines defendibles, sino hacia el incumplimiento de los deberes y hacia la depravación en la convivencia. Como educación limita los efectos de las bajas pasiones en la conducta del individuo, las formas democráticas y el respeto a las instituciones ponen coto a la ambición, a la crueldad, la arbitrariedad y el rencor, pasiones que siempre acosan al gobernante y al influyente. De la sabia represión de estas pasiones, del respeto a las formas de los gobernantes y oposición depende el respeto que las democracias deben tenerse a sí mismas para sobrevivir.
Nada, que me quedo con el ramo de flores y la sonrisa triste de Merkel al lado de un Scholz que le despedía con elegancia.


