Miércoles 3 de noviembre de 2021
Este martes en la comparecencia del secretario de Presidencia, Chus Peña en el Parlamento Vasco para dar cuentas de las partidas de Lehendakaritza informó que el Gobierno Vasco impulsará la marca Basque Country con una Delegación en Paris. Las hay en Buenos Aires, Santiago de Chile, Bogotá, Bruselas, EEUU, y México y ahora en París. No olvidemos que en 1936 la abrió en plena guerra, fue cerrada por la Gestapo en 1940, abierta por los aliados en 1944 y cerrada por el gobierno francés en 1951 en la A. Marceau para reabrirla en la Rue Singer que fue cerrada cuando el Lehendakari Leizaola volvió del exilio en Paris en diciembre de 1979.
Hace muy poco, el 24 de octubre, La Vanguardia editó un reportaje sobre el palacete de la Av Marceau a cuenta de la Ley de Memoria Histórica.
El trabajo de Alex Tort decía lo siguiente:
“Hace años que el PNV remueve cielo y tierra para recuperar el palacete de París, en el número 11 de la Avenue Marceau, donde se instaló el gobierno vasco en el exilio de 1937 a 1940 y de 1944 a 1951. Desde entonces está en manos del Estado español y hoy es sede de la biblioteca Octavio Paz del Instituto Cervantes.
Ahora la tramitación en el Congreso de la ley de Memoria Democrática podría abrir la puerta a que los jeltzales recobren el inmueble, pero en esta ocasión no han hecho ruido. No es extraño. No necesitan aspavientos, pues si se aprueba la norma lo tienen casi hecho.
La clave está casi al final del texto propuesto y registrado por el Gobierno central, en una disposición adicional, la novena . El articulado permite esquivar y dejar sin efectos todas las trabas y sentencias judiciales habidas hasta ahora para que el Congreso consiga la propiedad de iure. Fuentes parlamentarias aseguran que es un punto que el partido pactó incorporar a la ley con la Moncloa “con discreción”. Un extremo que no confirman los jeltzales, pero si admite que son “plenamente conocedores” de la disposición adicional.
La historia de la propiedad del palacete es enrevesada. A grandes rasgos, la formación vasca explica que lo adquirieron en 1936 al matrimonio norteamericano Alfred Benhaim i Hélène Brown. En las escrituras de compraventa figuraba el empresario Marino de Gamboa, vinculado al partido, para que se estableciera primero la Delegación del Gobierno vasco en París, y a partir de 1939, la sede del propio Ejecutivo en el exilio.
Duró poco. La Gestapo entró en el inmueble en junio de 1940 y lo cedió al régimen de Franco, que estableció su base para tareas de espionaje e incautación de bienes mediante la Comisión de Recuperación, ideada para hacerse con todos aquellos bienes que fueron salvaguardados en el extranjero por los republicanos. Desde aquí, por ejemplo, se coordinaron agentes de la policía española, entre ellos el comisario Urraca Rendueles, para capturar al president Lluís Companys y perseguir al lehendakari José Antonio Agirre.
La embajada española obtuvo en 1941 y firmemente en 1943 el permiso judicial francés para embargar todos los bienes de la Avenue Marceau. No funcionó la tapadera de adjudicar la propiedad a Finances et Entreprises, sociedad anónima con la que los vascos intentaron eludir la confiscación antes de llegar los nazis a París.
El Gobierno vasco volvió al palacete en 1944, tras la huida de nazis y franquistas. A partir de 1948 y hasta 1951 se abrieron litigios para dejar sin efecto las anteriores resoluciones judiciales. Finalmente, ese último año, el 28 de julio, los representantes vascos fueron desalojados por el Tribunal Civil del Sena.
Desde entonces, el PNV ha exigido una y otra vez recuperar una de las sedes del Instituto Cervantes en Paris (tiene otro edificio cerca del que reclama el partido), situado en el centro de París, en el triángulo de oro, donde se concentra pate del lujo de la ciudad.
Negociaron con Aznar, en 1996, a cambio de su apoyo, también con Zapatero, presentaron proposiciones de ley en el Congreso, en el Senado, apelando a la ley 43/1998, de 15 de diciembre, de Restitución o Compensación a los Partidos Políticos de Bienes y Derechos Confiscados… Nada ha funcionado. El Tribunal Supremo cerró la cuestión en el 2003.
No obstante, si la Ley de Memoria Democrática sale adelante el PNV lo tendrá prácticamente hecho. Desde el Congreso apuntan que los artículos de la disposición adicional están hechos ad hoc para que la formación vasca se haga con el palacete –de hecho, podrían recuperar también dos propiedades más en Francia, en las localidades de Noyon y Compans-.
No consta, por ejemplo, que partidos históricos catalanes como ERC tengan o reclamen propiedades en el extranjero arrebatados por el franquismo. Pero la recuperación de esa sede podría dar pábulo a reclamaciones de otras formaciones y entidades civiles que aún tienen inmuebles en España en posesión del Estado desde el franquismo.
Los peneuvistas prefieren que el tema pase de puntillas, porque están seguros de que el PP y Vox harán un mar de una gota de agua. El edificio que albergó el Gobierno vasco en el exilio tiene un gran valor sentimental y simbólico. Y aunque el PNV no ha expresado nunca esta motivación, también tiene un valor económico: el informe Galtier de 1989 lo tasó en 1.000 millones de pesetas, unos 6 millones de euros. Solo considerando la inflación en Francia hasta el 2021 sería como muy poco unos diez millones actuales.”