Martes 5 de octubre de 2021
Ayer lunes comenzábamos la semana con la buena noticia del acuerdo definitivo en Tubacex retrasado innecesariamente por intereses de cúpulas sindicales. Bien está lo que bien acaba tras más de ocho meses de huelga. Me alegro por sus familias y por la comarca que vivía pendiente de un hilo.
Por la mañana Mikel Lakuntza en radio Euzkadi presagiaba un otoño caliente anunciando una huelga general en ciernes. O se hace lo que nosotros decimos o huelga general. La cúpula de ELA tiene la verdad absoluta, aunque no crea demasiado en las instituciones. Tras el acuerdo de Tubacex no quisieron retratarse con nadie y menos con el gobierno vasco que había hecho de mediador. No van a las reuniones, no se retratan. Son espíritus puros y las instituciones les manchan. Mucho más la patronal de la que viven, aunque sea lo que sea. Obrero despedido, patrón colgado, se decía en los setenta. Y hay gentes que no evolucionan.
La huelga por la Huelga el todo o la nada. Me gustaría premiarles con una semana en Cuba, otra en Venezuela, otra en Nicaragua y otra en China donde no hay sindicatos pero si políticas ideologizadas como las que mantienen estos activistas de los setenta.
La huelga es una conquista democrática. La explotación no hubiera acabado en algunos sectores sin huelgas y sin plantes y, sin huelgas quizás no se hubiera arreglado o semiarreglado la situación de Tubacex y otras miles de situaciones conflictivas. El capital no tiene ni patria ni corazón, pero también es cierto que a veces si estiras demasiado de la cuerda, te quedas sin cuerda y sin nada. La empresa de automóviles Mercedes, la principal empresa de Araba estuvo a punto de cerrar gracias a un sindicalismo tercermundista que nada tiene que ver con el alemán ni con la defensa de los trabajadores.
Hoy en la tertulia de Radio Euzkadi uno de los comentaristas ha sido Iñaki Garcinuño, ex presidente de Cebek y un empresario que sabe de lo que habla. Se echa de menos que el empresariado hable en unos medios copados por quien solo reivindica cosas a todas horas. Igual tienen razón, pero el contraste es necesario en una democracia.
Garcinuño tenía más datos que los demás comentaristas y que el resto de los espectadores, entre los que me cuento, de lo que ha ocurrido en Tubacex y ha habaldo claro. Esta argumentación se echa en falta. El que personas, distintas a los sindicatos cuyo argumento es el único que se oye, hablen e informen de un hecho tan relevante en el Alto Nervión como la huelga de Tubacex pero desde otro punto de vista, se agradece. Ha comentado que ELA tan propensa a echarse a la calle y a firmar todo lo firmable en relación con el derecho a decidir, que reivindico asimismo, no sea tan partidaria del derecho a decidir de los trabajadores de Tubacex, insinuando que esta larguísima huelga no hubiera durado tanto si hubieran hablado los directamente implicados, los trabajadores, y no las cúpulas sindicales de ese sindicalismo super ideologizado que padecemos.
Me ha parecido interesante y llamativo el comentario e ilustra a los que no sabemos nada de los intríngulis de este conflicto dando otra visión de un hecho que ha ocupado horas y espacio de información diario durante ocho meses con el colofón de negarse a una foto de final feliz. Me da que si por Lakuntza fuera la huelga hubiera durado un año más. Y no pretendo justificar a la patronal que me imagino tendrán a su frente tiburones con tres filas de dientes pero a la misma se le puede acusar de todo, partiendo de la base que no son seres seráficos como unos dirigentes sindicales que van por la vida con el todo o la nada sin preguntar nada a unos trabajadores que tenían en la mente un hecho terrible para la comarca como fue el cierre de Aceros de Llodio hace 25 años.
Ya sé que de estas cosas no se puede hablar en este mundo de falsos progres y de falsos sindicalistas, pero hoy Garcinuño ha estado muy acertado.



