UN DEBATE PARA OLVIDAR. ¡VAYA TROPA!

Jueves 10 de julio de 2025

Es verdad lo dicho por Rufián en el debate de este miércoles. A la izquierda se le exige ejemplaridad y a la derecha se le perdona todo. Esta puede robar, organizar bodas como las de El Escorial de Aznar, tener siete ministros en la cárcel y amenazar a Sánchez con la cárcel, y pagar poco esos pecados porque incluso los jueces no lo ven tan mal. Te puede aparecer un Jaguar en el Garaje o te puedes cargar a tu secretario general, como ocurrió con Pablo Casado por denunciar la corrupción del hermano de la presidenta madrileña, y no pasa nada. Te matan políticamente. Desapareces. Y es curioso porque en el acto del domingo del PP estuvieron Aznar y Rajoy, pero no le invitaron a Casado. Y resulta que Núñez Feijóo, le sustituyó a Casado por atreverse en un programa de la Cope con Carlos Herrera a denunciar al hermano de la Sra. Díaz Ayuso. Hoy Casado, no existe, como hacían en la URSS con los chicos malos. Desaparecían de todo lugar y de todas las fotos.

Esa derecha que tolera y aplaude que su líder se fotografíe en una lancha con un Capo (Marcial Dorado) mientras los jóvenes gallegos morían por cientos gracias a la heroína que proporcionaba este Capo o que el presidente de Valencia, Carlos Mazón, tenga una copiosa sobremesa con una periodista y su negligencia hace que mueran más de doscientas personas por su culpa, pero todo esto más o menos se asume sin mucho espíritu crítico.

Y es que todos sabemos que hay detrás de todo este rasgamiento de vestiduras contra la corrupción de Abalos, Koldo y Cerdán. Se llama Procés y ley de Amnistía y posible ruptura de España. No importa la corrupción. Es la excusa. Importan fundamentalmente las esencia patrias y esas las garantiza más un señor que se decía de centro derecha que un socialista necesitado de votos y sin ningún problema en pactar con separatistas y fuerza ocultas del Averno, según los salvadores de una patria, al parecer en peligro de muerte.

Bien es verdad que Sánchez, endiosado, no tuvo a su alrededor un partido democrático con terminales bien puestas en la calle y en las necesidades de una sociedad que crece y se moderniza en algunas áreas pero sigue manteniendo los mismos agujeros y tics estructurales de toda la vida y sigue soportando una justicia anclada en el neo franquismo así como unos Cuerpos de Seguridad que producen cada cierto tiempo Policías Patrióticas, Comisarios Villarejos o un CNI al servicio de los negocios del rey padre. Lo malo es que se juntan el hambre y las ganas de comer de esa derecha fachona con un viejo socialismo que propició el Gal y es tan difícil de distinguir de ese PP-VOX. En resumen: métase todo esto en un maloliente puchero que al final nos da el pleno del miércoles.

El debate, donde las formas han brillado por su ausencia en Feijóo y los suyos, donde el intento de desmarque del PP de Vox se ha congelado, donde el PP no ha presentado la menor idea para combatir la corrupción, un debate en el que el PSOE no ha explicado el por qué no ha puesto en marcha esas 15 medidas si llegó al poder hace siete años precisamente para eso y un Abascal que parecía un cuatrero de película de Bruce Willis y Harry el Sucio.

No sé si, como bomba de racimo, nos esperan nuevas informaciones sobre una trama cutre y ladrona, pero si todo queda en poner en marcha esas quince medidas e ir recuperando un mínimo de crédito social, ni tan mal.

A Núñez Feijóo hay que regalarle aquel libro de Dale Carnegie, “Como hacer Amigos”, pero escrito por Abascal y cambiándole el título. “Como crear enemigos para toda la vida”.

Señoras y Señores. ¡Vaya Tropa!

DOS COMENTARIOS A LA REFLEXIÓN DE NICOLÁS SARTORIUS

Miércoles 9 de julio de 2025

Ayer publiqué como post una interesante reflexión de Nicolás Sartorius sobre la arremetida de la derecha falangista para llegar al gobierno con el cuchillo entre los dientes y que, por tanto, ya se ve en el gobierno. Horror.

Publico hoy dos comentarios de interés al artículo de Sartorius. El del colaborador Caústico y el del sociólogo Javier Larrea.

Valen la pena. Son éstos:

Caústico

“Muy bien expuesto lo que muchos pensamos. Quizás los mayores problemas se puedan resumir en dos.

El primero, la falta de capacidad de movilización y de interés del llamémosle sector progresista de la sociedad, sumado al desinterés político de los jóvenes por mucha sensación de cabreo que transmitan en las RRSS.

El segundo podría ser la debilidad ideológica de la izquierda y la consiguiente tibieza en la defensa de sus logros sociales, económicos o simplemente de gestión más o menos correcta en general y más comparando con la clasista y corrupta gestión de los gobiernos peperos.

Tengo yo la sensación de que la sociedad española se siente mejor, más segura y empoderada con gobernantes de derechas de toda la vida. Los intervalos de progreso alteran su estabilidad patriótica, tan manipulable por los dueños del cotarro. No es país para díscolos”.

Javier Larrea

“Interesante reflexión de Sartorius que comparto en su mayoría pero pasa de soslayo por dos temas que preocupan y excitan a la sociedad, la política de emigración y la inseguridad ciudadana.

Lo que llama «política razonable con la emigración» no es tal, puesto que la mayoría de la sociedad no lo entiende así. Y esta percepción social, que es la que está llevando a los partidos de ultraderecha a ser los más votados en otros países europeos es lo que va a llevar a la izquierda española a perder las elecciones.

Ni el paro, ni la vivienda, ni la inflación ni la corrupción, van a desalojar del gobierno a los partidos de izquierdas.

La mezcla explosiva «emigración y delincuencia» convertida en un problema público explotará y puede llevarse por delante a los gobiernos demócratas de toda Europa, España, e incluso Euskadi y Cataluña que no lo hayan entendido. Ya está pasando.

Un problema social que adquiere una categoría de público, de popular, que está en todas las conversaciones, requiere respuestas, exige políticas públicas para atender la sensibilidad y demanda social. Los partidos políticos que no lo entienden perderán parte de su representación y los que lo han captado (ultraderecha) lo utilizarán para centrarse en ecuaciones básicas:

emigración=delincuencia

rgi=abuso

beneficios sociales para emigrantes=desigualdad

para nativos mena=robos y violaciones

islam=fanatismo y discriminación de las mujeres.

Con ese sustrato que ya está calando en la sociedad y con la ceguera de los partidos tradicionales de izquierda y socialdemócratas, se producirá un divorcio político-cultural con sus votantes que interpretan que defienden más a los de fuera que a los de casa lo que en cualquier sociedad es una traición. Y si la izquierda pierde la derecha gana.

La desgracia (quizás tragedia) es que detrás de todas estas proclamas de la ultraderecha va toda la batería de políticas de progreso que Sartorius enumera y que podemos perder si el camino de los partidos neoliberales es terminar con la democracia y acabar imponiendo modelos autoritarios de partido único con restricciones de derechos y libertades y en definitiva con la pérdida final de la democracia.

Y todo ello por haberse obstinado los partidos de izquierdas en defender unos principios de igualdad universal que han colisionado con los derechos atávicos de los ciudadanos de una comunidad a defender legítimamente a los suyos a su cultura y a sus costumbres por encima de los advenedizos, o intrusos o incluso invasores.

¿No existe acaso un derecho a defender lo nuestro?”

BUENA REFLEXIÓN DE NICOLÁS SARTORIUS

Martes 8 de julio de 2025

«Claro que el asunto Cerdán, Ábalos, Koldo puede ser aberrante y exige que se tomen medidas rápidas y contundentes. Pero, ¿por qué creen ustedes que existe ese ansia, avidez o impaciencia por acabar como sea con este Gobierno y el odio enfermizo que suscita su presidente?»

(Artículo de Nicolás Sartorius, Presidente del Consejo Asesor de la Fundación Alternativas)

No es fácil en los tumultuosos y oscurecidos tiempos que corren discernir lo que, en realidad, está en juego. El caos, el ruido y la furia se han convertido en el hábitat omnipresente que todo lo abarca, lo engulle y lo acaba expulsando, como el mar los detritus, hacia las aturdidas mentes del personal sufridor. No es nada sencillo que la realidad real o la verdad verdadera se abran camino ante tanta manipulación, ante el imperio de lo virtual, de la falsificación o, sencillamente, de la mentira. El mundo está inmerso en peligrosas guerras de momento locales en Ucrania, en Oriente Medio –el genocidio de Netanyahu en Gaza, la guerra contra Irán–, todo ello apoyado por los EEUU de Trump y aquí, por lo visto, lo que más interesa es hablar de Koldo, de Ábalos y Cerdán.

¿Es que alguien se cree que la potencia americana, con el concurso de Europa, no podría acabar con estos conflictos si de verdad se lo propusiesen? ¿Por qué Netanyahu, al frente de un país de diez millones de habitantes, se permite cometer los crímenes de Gaza, bombardear Teherán y lo que se ponga por delante –sin una sola sanción–, si no es porque cuenta con el apoyo incondicional de Trump y de la pasividad de buena parte de los países europeos, que mientras han impuesto, con razón, multitud de sanciones a la Rusia de Putin, aquí están agarrotados por extraños complejos del pasado o intereses del presente?

Y ahora vienen el preboste de la OTAN y su fiel escudero Mark Rutte a ordenar que tenemos que gastar la estrambótica cifra del 5% del PIB –más de 80 mil millones de dólares en cifras de 2024–, lo que supondría un golpe durísimo a nuestros derechos sociales en sanidad, educación, etc. Un diktat o ukase escandaloso e inútil al que se ha opuesto, únicamente, ese presidente español al que hay que abatir por todos los medios. Sabemos lo que sucedería si gobernasen las derechas: pues que aceptarían sin rechistar como han hecho siempre ante los requerimientos del “amigo americano”.

Desde luego no es suficiente para mover voluntades con exclamar “que viene la ultraderecha”, sin embargo, lo que irrumpe no es sólo eso, sino la ola más reaccionaria, antisocial, antieuropea y antidemocrática desde la IIª Guerra Mundial. Con un presidente de los EEUU a la cabeza de la contrarreforma, atrabiliario e imprevisible; una Unión Europea en la que solo tres países tienen gobiernos progresistas, donde en grandes naciones como Alemania, Francia e Italia la derecha radical es la segunda fuerza o gobiernan partidos euro incrédulos o descreídos. En una palabra, lo que está en juego es la democracia social –el modelo europeo–, la propia integración de la UE, los derechos civiles de las minorías, aparte de la fumigación de los emigrantes. En el fondo un sistema más parecido al de Trump que al que conocemos los europeos.

¿Por qué creen ustedes que existe esa ansia, avidez o impaciencia por acabar como sea con este Gobierno y el odio enfermizo que suscita su presidente? Pues porque España es el único país relevante que cuenta con un ejecutivo de coalición de izquierda, que ha aliviado algo las faltriqueras de los pudientes –lo que llaman “el infierno fiscal”–; ha normalizado totalmente la situación en Cataluña con una amnistía plenamente constitucional, como defendí en el origen de los tiempos; se han producido avances en derechos sociales y civiles, la economía es la que mejor funciona de Europa y la política exterior es, por lo menos, la más decente de las que circulan, al reconocer, este Gobierno, al Estado palestino, oponerse al atraco del 5% del PIB en armas, aumentar la ayuda al desarrollo o avanzar en el tema de Gibraltar. Todo ello sostenido por una mayoría parlamentaria en la que hay, por lo visto, “comunistas”, “separatistas” y “terroristas”. Algo realmente insoportable para los poderes tradicionales y sus corifeos mediáticos, que se han dedicado toda su vida a esquilmar al personal sufridor.

Claro que el asunto Cerdán, Ábalos, Koldo puede ser aberrante y exige que se tomen medidas rápidas y contundentes de naturaleza orgánica y política, con el fin de acabar de una vez con el cáncer de la corrupción. Y claro es que si informaciones fehacientes involucrasen a la presidencia o a la financiación ilegal del partido socialista la situación se haría, prácticamente, insostenible. Pero, en todo caso, un gobierno democrático no puede caer, de ninguna manera, por informes de la Guardia Civil o de cualquier policía. Aceptar esto sería terriblemente peligroso, pues hay que recordar que la costalada del Gobierno de Rajoy, que estaba de corrupción hasta las cejas, se debió a una sentencia de la Audiencia Nacional y no a informes policiales. En el caso actual se pretende que salte todo por los aires, la presunción de inocencia y lo que haga falta. Y estas agónicas ansias por fulminar a Sánchez tienen varias causas: la cercanía de juicios durísimos contra el PP por los manejos de la llamada “policía patriótica” y otras trapacerías; porque piensan que de celebrarse de inmediato elecciones arrasarían, mientras que dentro de dos años ya veríamos y, tercero, porque, tal y como va de bien la economía y las posibilidades muy reales de llegar al pleno empleo, es una pera en dulce lo que esta izquierda de nuestros pecados les dejaríamos en herencia.

Así que en el caso de España nos jugamos que regrese la tensión en Cataluña, con una derecha que no entiende, ni ha entendido nunca, la naturaleza plural de nuestro Estado, con presidentas de CCAA que se ausentan cuando alguien se expresa en catalán o vasco, idiomas que hablan millones de españoles en diferentes nacionalidades.

Nos jugamos el creciente deterioro de los servicios públicos fundamentales como la sanidad, la educación, las universidades o la ciencia, con el aumento desaforado de las privatizaciones, como ya está sucediendo en las CCAA que gobierna la derecha. No olvidemos que el eje central del programa de las derechas es bajar impuestos, es decir, deteriorar el Estado de bienestar y acrecentar el de malestar de la mayoría. Con una advertencia: toda política ultraliberal de recortes sociales sólo es factible imponiendo formas de represión. La presidenta de la CCAA de Madrid ya lo ha advertido ante las movilizaciones en la Universidad. Tomemos nota de lo que está sucediendo en EEUU, Argentina, Hungría, etc.

Nos jugamos el que no se practique una política razonable con la emigración, que es una de las bases de nuestra prosperidad y de una convivencia humana digna, a diferencia de lo que se hace en Italia, Hungría o incluso Gran Bretaña.

Nos jugamos que se regrese a actitudes y decisiones restrictivas en materia de derechos civiles como el aborto, la eutanasia y todo lo que hace referencia a los movimientos LGTBIQ.

Nos jugamos el que se haga inviable la reducción de la jornada laboral, pues las derechas están en contra, como se ha visto en el Parlamento, en el tema de las 37,5 horas. Proponen sustituir dicha rebaja, deseada por la generalidad de la ciudadanía, por una mayor “flexibilidad”, es decir, por la realización de millones de horas extras no pagadas. En este sentido, nos jugamos que se recorten derechos sindicales, reduciendo la representación de los trabajadores en los comités de empresa y en el diálogo social, como ya sucedió en CCAA gobernadas por el PP/VOX.

En una palabra, nos jugamos la democracia social, con libertades y derechos, el modelo europeo que los Trump y Putin, desde fuera, y sus socios desde dentro quieren laminar a toda costa.

Nos jugamos a que regresemos a la pérdida de la Memoria Democrática, que nos ha costado tanto ir recobrando, pues lo primero que harán las derechas, como ya están haciendo donde pueden, es derogar la ley homónima, base de una cultura democrática digna.

Nos jugamos el retroceso a la jungla del pelotazo urbanístico del pasado ante la concepción propia de las derechas en el sentido de que la vivienda es un negocio goloso y no una necesidad vital del ser humano.

Nos jugamos que la justicia siga en manos de jueces y magistrados que se concentran y hacen huelga, sin cobertura legal, cuando las leyes del Parlamento no les gustan.

Nos jugamos la reculada a los tiempos de una especie de nacional catolicismo, ante la insólita imagen de que una parte preponderante de la jerarquía de la Iglesia proponga la celebración inmediata de elecciones generales con el fin de terminar con el actual gobierno democrático, al que quedan dos años de la actual legislatura.

No olvidemos, por favor, todo lo que nos jugamos, porque si nos despistamos o nos lían, si no nos organizamos y movilizamos, nos arrepentiremos… pero ya será tarde.