Las primeras elecciones democráticas tras la larguísima dictadura tuvieron lugar el 3 de abril de 1979. Un mes antes se habían celebrado elecciones a Cortes Generales. La política estaba pues al pil-pil y aquel año 79 fue crucial. Unas diputaciones provinciales en Bizkaia y Gipuzkoa sin Concierto Económico, el euskera bajo mínimos, una infraestructura caótica y achatarrada, la economía al garete, HB diciendo que participar era poco menos que traicionar a la Patria, ETA matando un día sí y otro también, Adolfo Suárez cada vez más debilitado, la UCD convertida en una jaula de grillos, Felipe González sacando las uñas y el país sin rumbo. Ese era el ambiente general. De ahí que ante semejante marasmo elegimos como lema de campaña uno que conectaba con la tradición histórica municipal de un poder muy pegado al pueblo, al ciudadano: el Partido Municipalista Vasco.
Bien es verdad que apenas teníamos experiencia en nada, pero había tantas ganas de limpiar por dentro los ayuntamientos y la gente tenía tanta ilusión, que esa gasolina lo suplía todo. Nuestros candidatos en las capitales fueron Castañares por Bilbao, Cuerda por Gasteiz, Alkain por Donosti y Ciriza por Iruña. Territorialmente presentábamos a Macua por Bizkaia, Gevara por Araba, Aizarna por Gipuzkoa y Kuntxillos por Navarra. E hicimos una campaña municipalista a tope con la demanda del Concierto Económico que ni la UCD, ni el PSE reivindicaban.
Nuestro candidato en Bilbao, Jon Castañares era un perfecto desconocido. Tenía 54 años, trabajaba en un banco, colaboraba con la campaña “Bai Euskerari” y le gustaba la lectura. El candidato socialista José Luís Ibañez era el candidato ganador. Se había enfrentado a la alcaldesa Pilar Careaga (“Pili Bigotes”), y su lema era Ibañez de Bilbao. Pero les ganamos. Aplicamos la campaña de Luis Herrera Campins en Venezuela y nos sacamos lo del «hombre capaz», «por aquí pasó un amigo de Castañares», «Castañares arregla esto». Pusimos mucha ilusión. De no haber ganado aquella vez, seguramente ni Robles, ni Gorordo, ni Ortuondo, ni Duñabeitia hubieran sido alcaldes. Pero es que tras de aquella candidatura había una sigla de 85 años.
Por esta razón, el EBB convocó el 25 de marzo en la casa de Juntas de Gernika, un acto con dos mil candidatos para sentar las bases de una actuación. Treinta y dos años después podemos decir que ésta ha sido nuestra biblia y la razón del por qué el PNV es el eje del país. Solemnemente nos comprometimos a lo siguiente:
«Hace 85 años, un vasco que sentía profundamente a su pueblo, supo dar expresión política definitiva a la permanente aspiración de autogobierno que los vascos venían manifestando secularmente. Cuando Sabino Arana gritó, que Euzkadi era la patria de los vascos, y creó el PNV para impulsar un proyecto político acorde con tal declaración, sentó las bases de la historia futura de nuestro pueblo.
85 años después, los candidatos del PNV a los Ayuntamientos y órganos forales de Euzkadi, base organizativa del País que el PNV ha considerado siempre fundamental, se reúnen a la sombra del Árbol de Gernika, símbolo de las libertades vascas, para proclamar públicamente su fidelidad a los principios que dieron sentido a la creación del PNV, y expresar las metas fundamentales que inspirarán su actuación futura al servicio del País.
“Euzkadi atraviesa un momento crítico de su historia. Mientras se revela una conciencia nacional progresiva que ha sabido superar uno de los períodos más trágicos de nuestro pasado, la falta de un poder político propio mantiene inerme a la nación vasca para proteger su propia identidad e impide que el pueblo vasco defienda sus intereses específicos en todos los órdenes de la vida. Las características del mundo moderno, los aspectos sofisticados que reviste hoy la agresión cultural y lingüística que padece Euzkadi, la complejidad de los fenómenos económicos, el delicado clima social y tantos otros aspectos críticos del mundo actual, hace que hoy resulte más apremiante que nunca la consecución de los instrumentos mínimos de autogobierno, que sirvan para preservar nuestra personalidad e intereses nacionales. No podemos retrasar por tiempo el logro de tales instrumentos».
«Y por ello, tenemos que ser enormemente responsables, desarrollando una actuación política firme, pero a la vez realista y honrada, ya que no podemos jugar con la suerte de nuestro pueblo, embarcándole en la aventura de objetivos utópicos, o en el cara y cruz de planteamientos carentes de la más elemental prudencia política. Quienes heredamos y continuamos la lucha ya secular por la libertad de nuestro pueblo, no podemos aceptar el riesgo de que Euzkadi se convierta en tierra quemada, y mucho menos que nadie quiera aprovechar la energía de nuestras reivindicaciones nacionales al servicio de determinadas experiencias revolucionarias. De la misma forma que opondremos toda la fuerza de la razón y de nuestro poder institucional, y de convocatoria popular, a quienes se opongan a las justas exigencias de autogobierno de Euzkadi, que hoy se concretan en un instrumento que nos comprometemos a defender incondicionalmente: el Estatuto de Autonomía presentado por la Asamblea de Parlamentarios Vascos.
“Si en el orden político proclamamos la urgencia de lograr un Estatuto de Autonomía que no rebaje las cotas de autogobierno contenidas en el proyecto presentado en Madrid, queremos señalar aquí con toda la energía necesaria, que existe hoy un grave problema de fondo que condicionará nuestro futuro, cualquiera que sea el proceso político que viva el país, y que por ello debe concentrar la atención preferente de todos los hombres y mujeres de Euzkadi: nos referimos al gravísimo problema económico del momento presente. A nadie se oculta ya que en Euzkadi, a las causas genéricas de la crisis económica de nuestro entorno, se suman los problemas específicos de nuestro país. Y entre estos problemas es preciso señalar la radicalización política progresiva, la intolerancia ideológica, la violencia, la quiebra frecuente de las responsabilidades personales en un mundo estrictamente reivindicativo, y la desaparición consiguiente del espíritu emprendedor del hombre vasco, que hizo de nuestro país un pueblo adelantado de la industria y la economía en general de la razón y el respeto a los demás, en la tolerancia ideológica y, en definitiva, en el auténtico sentido de la democracia.
“Como futuros representantes de las organizaciones básicas de la comunidad vasca, lucharemos por devolver a nuestro pueblo sus principios tradicionales que parten del respeto a la dignidad de la persona y el rechazo inequívoco de cuanto suponga violencia de cualquier signo, y anunciamos nuestra decidida voluntad de luchar día a día por una sociedad más justa y más libre, de la que se erradique progresivamente todo germen de violencia moral o material.
“Para conseguir todo lo anterior, nuestra labor no va a consistir en una gestión hecha sólo de meras declaraciones políticas, y menos de confrontaciones ideológicas estériles. Queremos llevar a los Ayuntamientos. Diputaciones, Parlamento Foral y Juntas Generales, cuatro ingredientes fundamentales: integridad, imaginación, eficacia y trabajo sin límites.
«Desde la responsabilidad de nuestros futuros cargos, reafirmaremos nuestras voluntad inequívoca de restablecer las bases de una economía pujante, al servicio de todos los hombres de este País, y en solidaridad con los restantes pueblos.
Constatamos con amargura que, entre todas las secuelas dolorosas que ha dejado en nuestro pueblo, la frustración y el sufrimiento de la dictadura, ninguna es tan grave como la que afecta al propio ser de muchos hombres y mujeres vascos: la crisis de su tradicional forma de convivencia en este pueblo que sólo pueden basarse en el imperio de la ley y el sentido de la igualdad y la dignidad entre los hombres, ingredientes fundamentales: integridad a toda prueba, imaginación, eficacia y trabajo sin límites».
«Y la actuación de nuestros representantes en la vida local responderá a dos principios esenciales: comunicación permanente con sus representados a través de cauces amplios de participación, que sirvan para cantar el criterio y la voluntad del pueblo. Y transparencia de actuación, e información constante de forma que la democracia en nuestros ámbitos más inmediatos no consistan en una mera elección cada cuatro años sino en una participación constante.
“Ayuntamientos y órganos forales, bases organizativas naturales e históricas de la sociedad vasca, han encontrado en el PNV siempre su más encendido defensor. Nuestros representantes serán fieles a esta tradición municipalista y foral como lo fueron aquellos ilustres alcaldes y diputados nacionalistas que hace algo más de 40 años supieron impulsar la libertad de nuestro pueblo, y a los que rendimos homenaje en dos de sus figuras ilustres: José Antonio de Aguirre y Lekube, alcalde de Guecho y primer Presidente de Euzkadi, cuyo aniversario celebramos esta semana, y José Labauria, último alcalde democrático de la villa de Gernika, que invocando valientemente su doble condición de vasco y hombre de principios, explicó al mundo la verdad de la destrucción de Gernika.
Ante todo nuestro pueblo, simbolizado en el roble milenario de esta Casa de Juntas, prometemos ser fieles a estos compromisos en el ejercicio de nuestras funciones públicas».
Estos principios han sigo los ganadores en estos 32 años. Con una ligera actualización, siguen siendo los mismos. Por eso volveremos a ganar.