El domingo 28 son las elecciones en Catalunya. Temen una alta abstención. No me extraña. Salvo Mas han hecho una mala campaña casi todos los partidos.
CIU ha sido inteligente. No suscita debates identitarios vacíos pero pone encima de la mesa algo que todo catalán sabe y percibe. Que su autonomía está mal financiada. Algo de culpa en esto lo tiene Miquel Roca que en 1978 rechazó El Concierto vasco por ser una “antigualla» y ahora ha sido el leif motiv de la campaña. Nosotros logramos que en 1980 Suárez le devolviera a Bizkaia y Gipuzkoa este vital instrumento, que también tiene sus riesgos. Hay que recaudar más de lo que se gasta. Pero nos funciona. Y Mas lo ha puesto en el centro del debate. Y les ha dicho a los catalanes que miren lo bien que nos funciona.
Sin embargo el PP, el mismo PP de Basagoiti a través de su candidata Alicia Sánchez Camacho acaba de decir que «el concierto económico para Catalunya rompe las reglas de juego». Las reglas del juego las rompen quienes no financian adecuadamente a una tan importante Autonomía pero lo incomprensible no es que el PP diga esto, sino que lo diga una dirigente catalana de este partido. Es chocante que alguien así no quiera lo mejor para su pueblo. Pero estos del PP son así. Ensucian su propio nido.
En el otro extremo también pasan cosas. En Salamanca acaban de hacer una buena. Nuevas generaciones del PP acaba de decidir anular una campaña de sus juventudes que habían ideado esta campaña: «Si tu padre vota al PSOE, échalo de casa». Decían que pretendían informarles sobre el desempleo juvenil. Menuda manera. La frivolización de estas cosas está llegando a límites increíbles. La campaña catalana ha sido una suma de este tipo de despropósitos. El Papa hablando en favor de la unidad familiar y los del PP mandando al padre a la intemperie. No hay quien les entienda. Al parecer, vale todo. Y Felipe González dudando si es moral o no, volar la cúpula de ETA.