Tuve especial interés en ver el miércoles la película biográfica coproducida entre TVE y TV3 dedicada a «Clara Campoamor. La Mujer olvidada». En ella se trata fundamentalmente de la discusión constitucional en lo relativo al voto de la mujer para que pudiera superar los prejuicios que consideraban a la mujer rehén de los confesionarios y sus maridos así como un ser incapaz de tener opinión propia.
La idea de divulgar estas biografías me parece acertada aunque a este tipo de películas les falta naturalidad y los actores sobreactúan demasiado. Este mismo guión en manos de un productor norteamericano sería otra cosa. Le daría agilidad y naturalidad, cosa que le falta a esta película.
Pero lo que me ha indignado es que todo el debate parlamentario realizado en el Congreso de los Diputados de Madrid se haya filmado en el Parlamento Catalán, lugar donde no acontecieron los hechos. He preguntado el por qué y me han dicho que la Mesa del Congreso, con un criterio infantil se niega a prestar sus dependencias para que puedan filmarse películas. “¿Y la del 23-F?” pregunté. “Esa sí porque los acontecimientos se produjeron en el hemiciclo”. Es decir un golpe de estado con tiros al aire, sí se puede filmar, pero una discusión parlamentaria, en el mismo sitio y de esa envergadura no. No me digan que los miembros de la Mesa del Congreso son gentes lúcidas. Por otra parte ese respeto reverencial a que no se puedan usar las dependencias para filmar películas me parecen propias del franquismo, no de gentes modernas y con la cabeza bien puesta en la historia. La película Clara Campoamor no era creíble, entre otras razones, porque allí no se produjeron los hechos.
Los miembros de la Mesa del Congreso deberían revisar su dogma. Mala cosa es tener las ideas almidonadas.
Y en relación a Emakunde solo decir que la vi en sus créditos y colegí que era parte de la producción, pero ¡qué curioso! no sale ningún diputado/a vasco, del PNV por supuesto, aprobando el voto a la mujer y no cuenta el hecho histórico que aprobado el voto a la mujer, la primera vez que ésta votó en la historia lo hizo en el referéndum estatutario vasco. Pero ya sabemos a quién sirve Emakunde hoy.