Tenía invitación para ir a las Putxeras de Balmaseda y en la otra esquina para acudir al congreso del PSM en Mallorca, pero he estado en Bakio.
El Bizkai Buru Batzar y concretamente su presidente Andoni Ortuzar, presentaba a los cabezas de lista de la comarca de Mungialdea. Cuatro hombres y dos mujeres. En Bakio deja la cabecera de lista, Txomin Rentería que lleva casi veinte años entre una concejalía y la alcaldía.
El hombre estaba feliz ya que acabamos de lograr una partida para acabar las obras del Museo del Txakoli, al lado del frontón, a la entrada del pueblo. El año pasado no pudimos meter esta partida y el 2010 han tenido las obras paradas convertidas en un monumento al Museo, con las vigas, ladrillos y útiles de la construcción esperando la mano amiga que los ponga en su sitio. De ahí su contento. Terminará su mandato con la obra inaugurada.
En su día, en tiempos del PP y habida cuenta que la competencia era de Costas, logramos una partida para hacer el paseo marítimo, que es espléndido y vertebra el pueblo. Y digo que éstas son las mal llamadas enmiendas de Campanario, pero que para una localidad, son la bendición. Municipios que apenas llegan económicamente a fin de mes, estas inversiones le dan la vuelta al pueblo.
El martes comí en Madrid con los miembros de la Comisión Mixta presidida por Miguel Arias Cañete, quien fuera ministro de agricultura con Aznar. Es un tipo listo y movido. Nos dijo que el PP no presentaría este año enmiendas de campanario. «Nosotros sí» le dije. “Es que a vosotros os las aceptan” contestó.
Después de la presentación en Bakio de las candidaturas y las palabras de Ortuzar fuimos a tomar un txakolí al batzoki. Allí me encontré con José Ignacio Palacios. Le recuerdo viniendo con su suegro a la oficina que teníamos en la calle Iparraguirre y luego a la oficina de Marqués del Puerto y llevándonos la cuenta de la primera campaña al Parlamento Vasco en 1980 a través de la Agencia Danis, en la que trabajaba. «Todo un Gobierno para Todo un Pueblo» fue el lema ganador de aquella campaña. Y le he recordado lo que me costó cambiar un criterio establecido por Ajuriaguerra en la campaña de 1977. D. Juan decía que había que evitar por todos los medios el culto a la personalidad .En las primeras elecciones se publicaron las fotografías de todos los candidatos en un cartel que parecía una requisitoria del Oeste. El cambio, pedido en 1980 por la agencia fue que, a pesar de que se elegía un Parlamento, en aquella ocasión veinte parlamentarios por cada territorio, sesenta, «vendiéramos» un ejecutivo y un presidente. Es decir la figura de Carlos Garaikoetxea como candidato a Lehendakari cuando todavía el grueso de la ciudadanía no conocía ni la palabra Lehendakari. Garaikoetxea se había hecho muy conocido en la negociación del estatuto como Presidente del Consejo General Vasco. Y costó lo suyo, pero hicimos la campaña tomándolo como eje y sacando para los niños una ballena-tobogán que paseamos por los pueblos. Y ganamos de calle. Habíamos logrado una buena negociación estatutaria, había regresado el Lehendakari Leizaola del exilio y estábamos pletóricos. Garaikoetxea había personalizado todo aquello. Pero D. Juan tuvo razón. El culto a la personalidad incipiente que aquello supuso nos hizo mucho daño. En 1986 se dividía el PNV. Pero eso es otra historia.
Hoy me tomé el txakolí en el Batzoki. La próxima vez lo haré en la entrada del pueblo, en el Museo del Txakolí. Gracias a las enmiendas de Campanario.