Hace setenta y cinco años nos atacaron y, en respuesta, nos defendimos. Nació la figura del Gudari que fue a la guerra bajo los sones del “Euzko Gudariak Gera” que no es una composición compuesta por Jone Goiricelaya sino por José Mari Garate, presidente del BBB del PNV. Doy el dato porque últimamente parece otra cosa.
José Mari Barrenetxea y mi aita, que eran activistas de Juventud Vasca de Bilbao anduvieron aquellos primeros días de la sublevación militar en la organización de algo que tuvo mucho impacto.
El día 4 de agosto de 1936, por la mañana, se celebró en el monte Artxanda una concentración y un desfile de mendigoizales, actos organizados por el PNV, que resultaron impresionantes.
Acudieron a presenciarlos el gobernador civil, el coronel de la plaza Piñerua, el comandante de las fuerzas de Asalto Aizpuru, el capitán de Estado Mayor Lafuente, los miembros del BBB del Partido Nacionalista Vasco, los directivos de ANV y los diputados Aguirre y Torre.
En el curso de unas horas solamente, y en cumplimiento de unas órdenes dadas con toda rapidez, varios miles de nacionalistas vascos, animosos y dispuestos a servir a Euzkadi con las armas en la mano, se reunieron en la cumbre de Artxanda, procedentes de todos los pueblos de Bizkaia.
Desfilaron en columnas de 500 hombres, partiendo de la cumbre de Artxanda para desembocar en el campo de deportes de dicho monte, que se cubrió de juventud, presta al sacrificio por Euzkadi.
Después de una breve arenga que les fue dirigida, todos los revistados entonaron, con emoción, el Himno Nacional Vasco… y Artxanda se conmovió en sus entrañas como si presintiese el día en que habría de empaparse en la sangre de aquella juventud ilusionada…
Al frente de la manifestación iban dos patriotas que más tarde habían de ser fusilados, sellando así con su sangre el juramento que hicieron a su patria en aquella memorable mañana: Ramón de Azkue (miembro del BBB, organizador de la concentración), y Esteban de Urkiaga (Lauaxeta).
En las circunstancias en que se organizó el desfile, el PNV no aspiró sino a movilizar una parte solamente de sus afiliados, que más tarde llegaron a constituir 26 batallones organizados en pie de guerra.
Eso fue el inicio de la acción bélica sin tener todavía el Gobierno Vasco formado. Nueve meses después parte de aquella juventud se batió en Artxanda y murió allí. Este domingo se va a inaugurar un monumento promovido por la Asociación “Aterpe” cuya alma es José Moreno que lleva en esta demanda muchos años, con más moral que el alcoyano.
A la salida del Funicular, el próximo 18, a partir de las doce se inaugurará un monumento que es una gran Huella. No está mal y es original pero a mí no termina de gustarme. Prefiero el realismo soviético, no su ideología, para este tipo de recuerdos sobre todo como dicen que “han pasado ya setenta años desde aquel desastre y es hora de mirar al futuro sin odios ni pretensiones vengativas.”
“Pero también debemos reconocer a quienes mantuvieron viva durante la guerra y el franquismo la llama de la libertad y contribuyeron decisivamente a la restauración democrática. Es mucho lo que la democracia les debe”.
Así como la escultura que inauguró Madrazo en el Parque Doña Casilda obra de Basterretxea la critiqué duramente porque aquello me sigue pareciendo una tomadura de pelo y un monumento a la paella, no a la resistencia y porque cosas así no se pueden hacer encargando trabajos subjetivos a Néstor Basterretxea que podrá tener alguna obra valiosa pero el monumento citado es la clásica estela de almacén. Hay que decir que en este proyecto de la Huella ha trabajado mucha gente durante mucho tiempo logrando reunir a miembros de los diferentes partidos políticos, sindicatos, gudaris, milicianos combatientes, guerrilleros, exiliados, familiares de víctimas, represaliados, niños de la guerra y gentes de todas las ideologías y es a ellos a quienes se debe el mérito de este recuerdo que llega con treinta años de retraso y los cementerios llenos y como consecuencia del buen trabajo de Aterpe, no de las instituciones que deberían haber sido quienes hace muchísimo tiempo y con un gran presupuesto deberían haber echado la casa por la ventana. Esta Huella no está mal pero, sinceramente, no me dice absolutamente nada. Lo peor sería que autoridades de uno u otro pelaje capitalizaran el acto cuando jamás se han preocupado ni de ir a los funerales de los gudaris, que desgraciadamente ya quedan muy pocos.
Mi aita fue gudari. Comisario del Batallón Larrazabal en representación del PNV. Me da pena que tanta sangre y tanto sacrificio se quede solo en este monumento que si no hubiera sido por Aterpe no se habría erigido.