Lamento, como muchos, el fallecimiento ayer de José Antonio Labordeta. Supe de él en su día como icono de la música y la letra de los cantautores de la transición. Su Canto a la Libertad es todo un himno puesto a galopar por este hombre tan singular y querido. Pero tuve la suerte de conocerle cuando llegó al Congreso de los Diputados como único parlamentario en representación de la Chunta Aragonesista. Cuando subía a su escaño en el Grupo Mixto, siempre se paraba a nuestra altura y comentábamos algo. Los últimos años de mayoría absoluta de Aznar, de todo menos bueno para este caballero.
Labordeta era un ser entrañable. Trabajador, culto, con un sentido del humor muy destacado y, sobre todo, republicano. Un día me contó que organizaron en un pueblo de Aragón un homenaje a Galán y García Hernández, aquellos primeros militares sublevados contra la República y le llamaron para que les dirigiese algunas palabras. Y allí fue creyendo iba a encontrarse con cuatro ancianitos decrépitos pero para su sorpresa estaba la sala llena de gente joven. ”Iñaki-me decía-esto de la tercera República es posible”.
Trabajador de la Memoria Histórica y de la defensa de los derechos humanos, todavía resuenan aquellas palabras redondas que nos dirigió abogando para que los que se sublevaron en 1936 no siguieran siendo respetables “caballeros mutilados” frente a los “putos rojos” que eran la legitimidad democrática sino se hiciera de una vez justicia.
Le tenía y me tenía mucha simpatía. Escribió en su libro de memorias sobre su paso por el Congreso diciendo que para él había dos oradores en el hemiciclo, Pérez Rubalcaba y el portavoz del PNV. Tras leerlo le llevé a la parte de atrás y le invité a un pincho de tortilla. ”Aunque no sea verdad, no es común que alguien hable bien de ti en esta jaula de grillos” le dije.” Si pero esto lo digo porque estoy en el Grupo Mixto” me contestó riéndose y agradeciendo la tortilla.
Una vez nos contó que cuando hacía el programa “Un país en la Mochila” entrevistó a un trabajador cerradamente vasco, de la fábrica de boinas de la Encartada y éste le contestó a lo que le había preguntado, pero la toma no salió y el cámara le pidió volviera a repetir la pregunta. Y el de Balmaseda, ante la repetición de la misma pregunta que le acababa de contestar le dijo: ”Ya te he contestado. ¿Estás tonto o que?”.
Me atrevo a asegurar que la muerte de José Antonio Labordeta será sentida por muchísima gente, incluso por aquella derecha a la que él combatió con sus canciones y con sus escritos, fundamentalmente porque Labordeta era un hombre de bien, y un político amado por su pueblo. Su Canto a la Libertad seguirá sonando y todos nos acordaremos de aquel cantautor que con aspecto triste nos decía que un mundo mejor es posible.