De todas las historias recientes, ninguna me ha subyugado tanto como la de ese truhán semialevín que han dado en llamar el pequeño Nicolás. Al fondo a la izquierda, los ortodoxos me reprochan que me tome a chunga lo que debería indignarme como otra muestra más de la podredumbre hispana. Pero por más que lo intento, soy incapaz de cabrearme con este imberbe con cara de llevahostias que se la ha dado con queso a la crema y la nata de la peperidad y territorios aledaños. Y lo mejor es que lo ha hecho colándose en la cúpula del trueno, practicando un modo de entrismo que deja en aficionados a los teóricos trostkistas que predicaban la infiltración. Lo gracioso del caso es que él mismo profesa la fe política de los pardillos —julas o julais, se dice en la jerga— a los que ha hecho morder el polvo.
Como a la juez que le tomó declaración, no me acaba de cuadrar que un niñato, por muy de Nuevas Generaciones que sea, se la pegue con tan aparente facilidad a consumados maestros de la estafa como la mayoría de sus víctimas. Algo más debe de haber que todavía no se nos ha contado y que probablemente no lleguemos a descubrir, porque como sabemos por timos más pedestres, como la estampita o el tocomocho, los que pican suelen obrar con peor fe que los que los endosan.
Añado el nombre del pollo pera a mi lista de farsantes favoritos. Ahí están Tania Head (o sea, Alicia Esteve), presidenta glorificada de las asociación de víctimas del 11-S sin haber pisado Nueva York el día de autos, o Enric Marco, que durante años provocó llantos con sus historias de Mauthausen, donde jamás había estado. ¿Culpa de los engañadores o de los engañados?
Muy buena reseña a lo acontecido…
Yo pinto canas e hice la mili cuando en los cuarteles todavía existía en el despacho del coronel la efigie del Caudillo engalanado en marcos lujosos. Recuerdo la cantidad de veces que tocándome guardia en la entrada del gobierno militar de turno venía alguna vez algún pelagatos con traje, corbata y peinado con raya como dios manda, que si no portaba la documentación requerida te soltaba que no sabíamos con quién estábamos hablando…¡Conozco a gente importante! Y como eran tiempos de temer al altísimo, le dejábamos pasar a pastar…
Y la frase lapidaria del «soy una persona importante dentro del gobierno» o «usted no sabe con quién está hablando» formó parte del paisaje…una frase hecha que servía para todo…tanto para entrar en algún sarao exclusivo como para salirse uno con la suya tras un golpe con el coche…para todo…valía para todo…bodas, bautizos, comuniones…lo que sea…
Y a mi, sinceramente, cada vez que leo más sobre este «pequeño Nicolás» más me doy cuenta de que esos días no han pasado…antes el problema era que no querías estar en alguna lista negra de los grises o de los servicios de información del movimiento nacional…que como digo era poco menos que jugarte los cuartos en un tribunal de orden público…pero ahora el tema está en el paro y en la crisis. La amenaza de «como se lo diga a mi primo te vas a la cola del paro en cero coma»…y eso, a día de hoy acojona y cuánto…así que te viene este tipo con esas pintas y ese pedazo álbum de fotografías compartiendo mesa y mantel incluso con el que estaba trabajando en ello y a ver cómo le dices que no pase…»usted no sabe con quién está hablando»…
Sastamente.
Hispanistan ya tiene su impostor de pro, como lo tuvieron paises muchos mas serios que ese.
Lo que sucede con Nicolasin no es tanto lo gracioso que resulta que un sorgine imberbe consiga cegar con promesas incumplidas a la creme de la creme del stablisment gaviotil, sino que su breve carrera como enredador/comisionista/manager o lo que sea haya retratado sin piedad -y seguramente, sin voluntad-lo peor y mas granado de la sociedad politica y social de la españa de cóctek y pelotazo.
Y que lo haya hecho con talento, gracia y descaro porque el mismo aspiraba su lugar en el sol como todos los demás de su grey.
Si no fuera así, Nicolas Txiki seria simplemente, un puto genio.
Nicolas (ito)
Estoy de acuerdo con el artículo que has escrito … Me ha venido a la cabeza el refrán que decía » Quien engaña a un ladrón , tiene cien años de perdón» …. Nunca lo entendí del todo, pero hoy lo he visto claro … Rinconete y Cortadillo, Lazarillo de Tormes….son héroes de novela y Nicolás héroe de la novela que relata el PP.