Sabíamos, porque lo ha acreditado ampliamente en el corto espacio de tiempo desde que tenemos la desgracia de conocerlo, que Javier Ortega Smith es un memo ambulante. También un bocabuzón, un sobrado, un chulopiscinas y un analfabeto funcional con balcones a la calle. Ahora, la verdad es que sin gran sorpresa, podemos añadir al currículum de este pedazo de carne supurador de gomina a granel la condición de canalla cobarde sin matices. Hace falta serlo en dimensión superlativa para atreverse a vomitar que las conocidas como 13 Rosas Rojas, las jóvenes militantes de izquierdas ejecutadas por el régimen franquista, se buscaron su despiadado final porque “torturaban, asesinaban y violaban vilmente en las checas de Madrid”.
Espero que semejante fechoría dialéctica no quede impune. Leo que varias asociaciones memorialistas, empezando por la que lleva el nombre de las represaliadas y ahora manchadas con infundios, estudian emprender acciones legales. Me parece lo menos, aunque entiendo que el emplumamiento del fachuzo rebuznador —no llega ni a fascistilla— debería ser de oficio. Por bastante menos se han sentado en un banquillo o, incluso, han sido condenados, varios tuiteros. Y que no tenga nadie el desparpajo de sacar el comodín zafio de la libertad de expresión. No estamos ante una opinión. Ni siquiera ante un insulto grueso. El regüeldo del secretario general de VOX anda entre la injuria y la calumnia, si no es que incurre de lleno en lo uno y lo otro.
Eso, en sede judicial. El otro castigo debería ser social y, desde luego político, empezando por sus socios, PP y Ciudadanos, que guardan un vergonzoso silencio.
No sé por qué PP y C’s tienen que sentir vergüenza alguna; el individuo que da asco (y no solo a ti) no hace sino expresar en voz alta y clara lo que todos realmente piensan en la derecha diversa.
Es que parece que el todo vale de la política actual (ya no solo es la españoluza) rinde créditos, electorales y de los otros, que son los que verdaderamente les importa.
Peripatético pero cierto: lo grueso, lo basto, lo incendiario, lo estúpido y lo agresivo vende.
Si un paleofascista como el matoncete este está ahi no es por méritos de ningún tipo, sino por haber hecho de la politica un circo de exhibición testosterónica que a muchos votantes, tan inteligentes como el, le parecen el summun de la valentía y la honestidad.
Queda mucho votante que cree que quien grita mucho es porque tiene razón, si ofende es porque dice las cosas por su nombre y si gasta modales de caverna es porque tienen carácter.
Tarugos con derecho al censo los hay a patadas, ahora bien, la cobardía e inacción de quienes tienen la oportunidad de pararles los pies a esta ralea es aún más ofensiva si cabe porque hay precedentes desgraciadamente sangrantes en los que esa pasividad nos ha costado muy muy cara a millones de personas varias décadas después de la guerra civil.
Es como arrastrar un trauma infantil de por vida; como no se le ha puesto ningún remedio eficaz y la Ley de la Memoria Histórica ha llegado tarde y acomplejada, los sietemachos como el tipo en cuestión camparán a sus anchas por que tienen mercado.
Que les toquen los dineros, que es donde realmente tienen sus «ideales» en forma de indemnizaciones millonarias y ya veremos cómo abrazan la política de la responsabilidad.
Este, los Herman, los Ussia, los Losantos… y la Rosa de Hispanistán y sus mariachis.