Ahí hemos vuelto a tener al Estado de Derecho funcionando a pleno pulmón. Como aperitivo, una filtración por entregas a modo de Omeprazol para tener preparado el estómago cuando cayera el potaje judicioso en todo su esplendor. Se pretendía, de propina, dar la impresión de generosidad al descartar la rebelión y optar, como si fuera una ganga, por la sedición entreverada de malversación. Con eso y con unas declaraciones espolvoreadas aquí y allá por los mandarines eternamente en funciones, solo quedaba un pequeño detalle antes del mazazo final: un vídeo de primera en el que los miembros más ilustrados del Consejo de Ministros mostraban su don de lenguas. Ocho minutos en varios idiomas para tratar de explicar al mundo que España es una democracia del carajo de la vela y que no hay que dejarse llevar por habladurías. Vamos, una excusatio non petita de manual, una prueba de mala conciencia o, sin más, una exhibición impúdica de cara dura.
Y a partir de ahí, el resto de la pirotecnia que todavía continúa: la asignación de condenas tan caprichosas como todo el proceso, las advertencias de lo que puede pasar si no se baja la testuz, la reactivación de las euroórdenes contra los fugados y, en definitiva, la difusión de un metafórico nuevo parte de guerra que da por cautivos y desarmados a los ya oficialmente sediciosos independentistas catalanes.
Lo mío no son las profecías, pero estoy por jurar que se equivocan quienes andan festejando la derrota del soberanismo. Puede que este escarmiento haya sido un varapalo durísimo, pero no solo no servirá para detener el desafecto por España, sino que lo multiplicará por ene.
Clavado análisis. Sólo un pequeño matiz: si te pones y estás a disposición (continua) de la justicia belga (capital de la Unión Europea sin fronteras) para ser ahí enjuiciado, no eres un fugado, ni prófugo, ni huido de la Justicia.
Por cierto, 79 años hoy del fusilamiento de Companys. Si pudieran, hoy, de nuevo lo harían.
Análisis interesa nte, pero discrepo del paralelismo para mí incomprensible con la frase excretada por Franco en su último parte de guerra. Ya me dirán qué tiene que ver una cosa con la otra (lo mismo vale para «david», que suelta la frase de que de nuevo fusilarían –¿quiénes?– a Companys, si pudieran).
Y claro, cómo no, nuevamente ayer (hay que reconocer que por ser el día que fue resulta hasta cierto punto comprensible) ninguna autocrítica. Porque ninguna es ninguna: ni respecto de las sesiones del Parlament del 6 y 7 de septiembre de 2017 donde el principio de legalidad se fue a tomar viento; ni de la táctica de la queja permanente (¡de la comunidad más rica!); ni del rechazo al sistema de concierto económico ofrecido a Cataluña por Suárez en 1980 porque, según Convergència, eso de cobrar provocaría desafecto hacia la Generalitat (!), y porque según las izquierdas catalanas entonces en la oposición «era un instrumento burgués» (!!!) — de ello fue testigo el consejero vasco Uriarte–; etc etc
Mientras, tenemos a otros soltando perlas del tipo «quien la hace la paga» (Casado, en una declaración superlativamente hipócrita); Vox, que está por que el ejército intervenga (!!!!!!!!); el PSOE hablando de condenas íntegras cuando es muy evidente que en menos de un año ya estarán fuera del la cárcel al ser la Generalitat quien les conceda (está en el Estatut) el tercer grado; unos Comunes instalados en la ambigüedad; y unos Ciudadanos de los que mejor no hablar.
Un bajísimo nivel de los político a una cuestión política. Quizá el factor más importante de lo que sucede. Pero no el único.
Lo aclaro. Fusilarían, sí, a quién?, hoy al actual president, a Puigdemont; quiénes?, esta justicia española neofranquista, estos constitucionalistas de ley del embudo (el cuatrifachito), y esta brunete mediática que viste la roja. Todos ellos levantan los bajos instintos de la mochufa hispánica, que se alza tumultuariamente en cualquier sarao racial, a por ellos oe, dando alas a los nuevos grises, que nos dejen actuar. Por cierto. soy David, no «David».
Pues así es (o no): inútil para el objetivo de España (paridos, medios, mayoría social): le derrota y aniquilamiento del independentismo. Podrían haber intentado ver qué quiere la gente y por qué y haber tratado de llegar a un acuerdo. Pero se les ha tocado la Sagrada Unidad a los «no nacionalistas» y han perdido el oremus.
Pero puede haber sido útil para que el movimiento vuelva a coger impulso, después de una larga temporada desconcertado por la inacción de unos partidos políticos que hacen todo lo posible por frenar el «procés».
Sólo desde la ceguera española se puede pensar que esto se ha acabado: os aseguro que tenemos más ganas que nunca de independencia y, sobe todo, vemos que no hay otra salida. Salvo la rendición y la desaparición, claro. Pero eso ni se contempla.
Después de la emisión inmediata de una nueva euroorden contra Puigdemont (desconozco si también la de otros exiliados, pero parece que serán emitidas en breve) a las 4 horas de publicarse la sentencia, estoy convencido que el rebaje de penas ha estado propiciado por la imposibilidad de conseguir la extradición por el delito de rebelión.
Con ello, y viendo la arbitrariedad de la aplicación de un delito de sedición del que podrían, a partir de ahora, ser acusados los jubiletas que van marchando a Madrid, o las quelis en cualquier peligrosa asonada de las que protagonizan, deduzco que la huida de Puigdemont ha sido una poderosa razón jurídica para el rebaje de la calificación de los hechos.
Estoy convencido de que si Puigdemont y otros dirigentes no hubieran huido a tiempo, hoy estaríamos hablando de 25 años de cárcel en vez de 13, con el decalaje consiguiente (o no) para los demás. la invitación a huir es palpable.
Efectivamente, la caza mayor es el president. El grano en su culo, con perdón. Digan lo que digan para denostarle, con sus errores y vacilaciones, Puigdemont acertó. Acertó con la DUI, manteniendo la llama del procés y de una futura real autodeterminación. Y acertó sí exilándose (no es un huido porque está a disposición de la justicia en el corazón de la UE), no sólo para evitar su propio «ajusticiamiento» y el de todos los catalanes que representa, sino para que, al final, suponga penas menores que la rebelión, como quería imponer el toro hispánico. Yo también creo que la calificación de secesión (jurídicamente delirante) se impone buscando precisamente la extradición de Puigdemont, que esperemos no permita la justicia europea que lo es.