Diario del covid-19 (37)

Trato de imaginarme mi primer vermú extradomiciliario en las circunstancias descritas por el birlibirloquero Sánchez anteayer y se me pone el cuerpo raro. Sé de entrada que deberá ser en el treinta por ciento de la terraza de un local hostelero. Puesto que seguirá imperando la distancia social de dos metros, si quedo con otra persona para la libación, deberemos ocupar, como poco, dos mesas, y sentarnos en diagonal. Ahí se me descoyuntan las matemáticas. Con dos o tres parejas quedaría completado el aforo que se le permitiría a la mayor parte de los bares que conozco. ¿Cómo deberían hacer cola los clientes que aspirasen a su consumición? ¿Cuánto espacio urbano podrían ocupar, teniendo en cuenta que en muchas calles las tabernas se suceden sin solución de continuidad? Todo eso, claro, sin plantear si a los propietarios les resultará rentable abrir, con todos los gastos que ello implica, para dar servicio a tan limitada clientela.

También es verdad, lo confieso, que mi reparo mayor es psicológico. Si coger una lata de atún en el súper me provoca taquicardia al barruntar lo que pueda llevarme a casa, me declaro incapaz de imaginarme posando mis labios en un vaso que ha sido utilizado vaya usted a saber por quién y por cuántos. Incluso sabiendo que lo han lavado a 80 grados. Maldita nueva normalidad.

5 comentarios en «Diario del covid-19 (37)»

  1. Discutir órdenes del MANDO UNICO en plena GUERRA contra la pandemia puede ser causa de aplicación de la LEY MORDAZA.
    Yo por mi parte hasta que no vea al campechano poniéndose ciego a Albariño y marisco en Sanxenxo no me meto en líos.

  2. Como sociedad, hemos perdido de vista la fragilidad de la vida. Es cierto que a nivel personal la conocemos. Pero tenemos esa ilusión de que «el grupo es invencible». Por eso mismo somos tan grupales.

    En realidad, la sociedad es tan frágil y mudable como las personas que la componen. Lógicamente, olvidaremos esta lección tan pronto como las cosas se normalicen en un sentido u otro.

  3. El poteo cambia de sistema, amparados en el servicio de apertura hostelera para llevar.
    Funcionamiento:
    1._ Encargamos la ronda, pintxos incluidos, en la taberna Plaza Nueva.
    2.- Nos acercamos individualmente a recoger nuestro pedido que tiene Jon «zarambolas» preparado.
    3.- En grupo distante nos vamos paseando y hablando a gritos, por la distancia, y degustando el crianza con el pintxito de queso.
    4.- Llegamos al Baste, en Maria Muñoz, donde Oscar tiene nuestro nuevo pedido listo. Individualmente lo recogemos y aprovechamos para dejar la copa.
    5. Armados con el mejillón y un nuevo pote, seguimos nuestra alborotada conversación camino de Santa María.
    Eso sí, a la hora que corresponda.

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