Caso Larrion, suma y sigue

Después de que el pasado viernes los medios del Grupo Noticias publicáramos que desde EH Bildu se había intentado frenar la denuncia contra Miren Larrion, la coalición soberanista difundió una durísima nota en la que no quedaba títere con cabeza. La idea era que estábamos buscando lo que no había y, además, con la colaboración de instituciones públicas y partidos interesados en embarrar el campo. El comunicado terminaba con una frase lapidaria: “El tiempo pondrá, sin lugar a duda, a cada cual en su lugar”.

Y así está siendo. Ya el propio lunes, un responsable de EH Bildu reconocía que, efectivamente, se produjo ese intento de retirar la denuncia. Aunque lo verdaderamente significativo es que se contara que, tras conocer la gravedad de los hechos, la víctima de la suplantación pidió ampliarla. Eso ya nos sitúa en el meollo del asunto, que tiene fondo personal, pero también una indudable dimensión pública porque, como se está contando desde diferentes medios —ya no somos solo nosotros—, la hipótesis principal es que Larrion intentaba incriminar a su compañera de Ejecutiva en una actividad fraudulenta para provocar su expulsión. Como telón de fondo, las diferencias políticas y humanas entre ambas. Incluso aunque la formación es víctima del turbio caso, hablamos de hechos que merecen ser conocidos.

Caso Larrion, no tan personal

Mantengo lo que dije anteayer sobre el desgraciado caso de Miren Larrion. Es una auténtica pena que se haya visto en la necesidad de suplantar la identidad de una compañera de partido para abrir una cuenta bancaria. Seguro que fue un problema personal. No lo vamos a discutir. Pero después de lo que revelan las webs, y los diarios del Grupo Noticias, ha pasado a ser, sin el menor género de dudas, una cuestión para el debate público que concierne a la formación de cuya Ejecutiva en Araba han sido integrantes la suplantadora (no digo presunta porque lo ha confesado) y la suplantada.

Desde el momento en que sabemos que la dirigente local de EH Bildu intentó paralizar la denuncia al tener conocimiento de que la que se había hecho pasar por ella era la líder de su propio partido en el ayuntamiento de Gasteiz, el foco apunta a la coalición soberanista. Si se tratara de un marrón que afectara a PNV, PSE o PP, lo tendríamos meridianamente claro, ¿verdad? Así que, aunque obviamente no se trata del Watergate ni cosa parecida, damos por caducadas las palabras de Maddalen Iriarte asegurando que EH Bildu había dicho “todo lo que tenía que decir” sobre el asunto. De eso, nada. Es la hora de las explicaciones que estarían exigiendo con vehemencia si el pufo, por muy personal que fuera, hubiera caído en otra casa.

¡Moderna para todos!

Desde que asistí con estupefacción creciente a la comparecencia de la consejera de Salud en el Parlamento vasco, no se me va de la cabeza la imagen de Andrés Iniesta en el anuncio televisivo de helados voceando: “¡Venga, Kalise para todos!”. A juzgar por lo que contó Gotzone Sagurdui, tal que así fue la vacunación chanchullera en el hospital de Santa Marina. “¡Venga, Moderna para todos!”, debió de ser en este caso el grito del desprendido —y ahora, muy locuaz con ciertos medios— ex gerente de la cosa. Y ahí que aceptaron en bloque el convite hasta, casi literalmente, el que reparte las Cocacolas. Desde luego, en la lista de inoculados de extranjis se cuenta el personal del vending, el de la cafetería, varios curas, dos mensajeros y unos cuantos sindicalistas de las más diversas siglas combativas. Si no fuera por lo grave del asunto, se diría que es un chiste estereotípico de bilbaínos: ¡Ahí va la hostia! ¡En en el botxo vacunamos así! Si estás de ronda, pues pagas la ronda de los que están en el bar, o sea, en el inyectadero.

Fuera de coñas, fíjense que este humilde jornalero de las letras no habría visto mal que un centro de las características de Santa Marina hubiera estado en primera línea de playa de la inmunización. Pero no fue así, y por tanto, el festival de pinchazos fue irregular… e inmoral.