La gran gran burla

Como la tomadura de tupé de estos 4 meses no les parecía lo suficientemente vejatoria, los trileros de la política hispanistaní no se han privado de atizarnos el insulto final. Ni en un instituto de secundaria regular habría colado la oferta de último minuto —low cost hasta para eso— con que quisieron tenernos entretenidos a los que no nos queda otro remedio que prestar atención porque nuestro trabajo consiste en contar sus ocurrencias. Me disgusta coincidir con el figurín figurón Albert Rivera, pero se lo pusieron a huevo al chaval del Ibex. Para 4 años de gobierno entre 6 partidos, 30 propuestas en 3 folios. No llegan ni a los caracteres de un tuit para cada una de ellas. Ese es el nivel de profundidad de estos chapuceros con cargo al erario común. Claro que la página que da la medida de todo es la cuarta, esa portada de primer día de cursillo de Word bajo el encabezado Pacto del Prado. Por grandilocuencia de a duro que no quede.

Y menos mal que no salió. Sí, sé lo que me digo. Me consta que presuntamente nos habríamos librado del peñazo —además, carísimo— de la vuelta a las urnas. Aun así, piensen un momento en el escupitajo en el ojo que supondría haber hecho todo este viaje para acabar aceptando una chufa de acuerdo que perfectamente podría haberse alcanzado el cuarto día de negociaciones.

No lloremos por la leche derramada. Termino como ayer y, mucho me temo, como haré más veces de aquí al 26 de junio. Podemos achacar la mayor parte de la culpa, con sus diferencias de grado, a los tunantes que nos han estado toreando. Sin embargo, en nuestra mano estará que no puedan hacerlo de nuevo.