Lo próximo, el yate

“No es un plebiscito sino un Pabloscito”, definió con gracejo y conocimiento del paño el portavoz crítico de Podemos en el Parlamento de Navarra, Carlos Couso. Y tal cual, oigan. El Juan Domingo y la Evita antes de Vallecas y ahora de Galapagar han salido bajo palio de su referéndum de la señorita Pepis, presumiendo, como si fuera algo de lo que enorgullecerse, de ser los únicos dirigentes del universo que han sometido sus caprichos burguesotes a la consideración de sus fieles. Y ha salido que sí, que sí y que más sí, a tal punto que si los cuestionantes lo llegan a saber, habrían aprovechado para preguntar por el yate, el Lamborghini y la tiara de diamantes que vendrán.

Con gran tino escribió Alberto Moyano que este episodio chusco no iba sobre la credibilidad de Iglesias y Montero sino sobre la credulidad de sus seguidores. Júzguese: un 68 por ciento de los que han pasado por la urna virtual creen que no hay contradicción en comprarse un chalé después de haber jurado a grito pelado que jamás dejarían su casa ni su barrio de siempre. ¿Por qué les aplaudieron a rabiar entonces? La respuesta es un beeeeee que cruza Madrid de la sierra al extrarradio o viceversa.

Claro que para quien no guste de la papilla oficial, quedan algunas interesantes consideraciones. Por ejemplo, qué implica que uno de cada tres participantes en la fiesta privada de la democracia podemosa se haya pronunciado por la dimisión. O ya que nos metemos con la cosa de los números, estaría bien explicar qué pintan 400.000 afiliados a una organización que sistemáticamente pasan de los procesos internos. Ah, ya: nueva política y tal.

Chaleteros

Confieso que he estado mordiéndome las teclas hasta ahora. Estas, digo, las de la columna, porque en ese desfogadero llamado Twitter ya he soltado un par de cargas de profundidad sobre el folletón del chalé que se han agenciado en Galapagar los que juraban —o sea, perjuraban— que nunca vivirían, vaya por Marx, en un chalé. No tenía la intención de pasar de ahí, pero la espiral de circunstancias y declaraciones psicotrópicas en que ha derivado el asunto me impide mantener por más tiempo la abstinencia.

También es verdad que no sé decirles qué es lo que más me desconcierta, cabrea o aluciflipa de todo el episodio. Quizá, que los superiormente morales nos riñan porque se supone que esta es una cuestión menor que no incumbe más que a los propietarios del casuplón. ¡Nos ha jodido el 50 aniversario de mayo del 68 con las flores! Menuda puñetera manía de dictarnos lo que es noticia y lo que deja de serlo. Si tan chorrada es, no se entiende que los émulos (ex)vallecanos de Juan Domingo y Eva Perón hayan montado un plebiscito para que su disciplinada grey avale sus querencias burguesotas. Qué bochorno, a todo esto, la sumisión perruna exhibida por los que saben que el que se mueve no sale en la foto. ¡Con lo feroces que son cuando los que incurren en fuera de juego son otros! ¿Será aplicable aquí lo de no morder la mano que te da comer que tanto les gusta balbucear a los monopolizadores de la dignidad planetaria?

Por lo demás, menuda guasa que dos de los seres tenidos por la hostia en verso de la politología no fueran capaces de oler la zapatiesta que se montaría por dar rienda suelta a sus caprichos.