Este sábado he visitado una exposición que recomiendo vivamente en este puente. Previamente he ido a la clínica de la Virgen Blanca, en Begoña, a visitar a Txomin Saratxaga recién operado. Le he encontrado con la maleta preparada, ya que le daban el alta. Leía y apuntaba en los márgenes del libro «Extraños en Madrid». Con su bata de lord inglés podía ver desde la ventana, la Basílica. Toda una foto.
Me ha dicho que el libro le estaba gustando y que se leía bien. Dicho por un “erizo” (kirikiño) como él, tiene su valor. Me ha anunciado que para el día de San Andrés organiza una cena y que en ella se podrían hablar de estas cosas apuntadas en la edición.
De allí he ido a la Sala de Exposiciones de María Díaz de Haro donde he visto con detenimiento la muestra «El Lehendakari Aguirre y sus gobiernos». Me ha parecido magnífica. El sombrero de Aguirre, el bastón de munícipe, cartas, las gafas de camuflaje que usó en su huida como estanciero panameño, una película documental, libros, fotografías inéditas, el uniforme del comandante Arana, las biografías de todos los Consejeros, el texto de la jura de Leizaola y del propio Aguirre, en fin, un sinnúmero de cosas interesantes y al final una publicación estupenda que obsequiaban a la salida. José Luis de la Granja y Santiago de Pablo han sido los comisarios de la muestra y los autores del texto de ésta edición surgida al calor de la celebración del cincuentenario de la muerte del Lehendakari. Lo han bordado.
La exposición va a moverse por Getxo, Donostia-San Sebastian, Vitoria-Gasteiz y Gernika-Lumo. Ojalá pudiéramos llevarla al Congreso de los Diputados. Madrid debe ver éstas cosas.
Después he ido de librerías. El libro “Extraños…” está en todas. La distribución ha sido buena. En una de ellas me he hecho con el libro del Lehendakari Ibarretxe «El futuro nos pertenece». Está escrito por Koldo Ordozgoiti. El libro promete. Trataré de leerlo estos días. Se presenta esta semana.
La visita que recomiendo en el título de este post es la exposición de Agirre y sus gobiernos y, los libros, el del Lehendakari y el de «Extraños en Madrid». Yo, como Umbral.
«(…) Aguirre reseña, el 20 de abril de 1941, la inmediata lectura de otra obra cubana, en este caso el libro de Estévez «Desde el Zanjón hasta Baire»: «Es la marcha cubana entre la libertad y la revolución. Como pasa a otros. Todo es igual. También lo será el resultado». Y al día siguiente añade al calor del mismo título: «Todo se repite, la mala fe hispana ha sido siempre parecida. Promesas, programas, luego nada».
Entre avatares propios de su delicada situación personal, Aguirre sigue haciendo interesantes anotaciones en las páginas de su diario. A diez años de la Asamblea de municipios vascos de Lizarra, reflexiona sobre el trayecto recorrido: «Hoy se ha consagrado el problema; mañana entraremos en la etapa de las realizaciones… En diez años nuestro pueblo ha vivido como no lo hizo en siglos de su triste historia. Otros diez completarán la obra de redención, libertad y realización de su plan político-social». Más allá de su inexacta predicción, pues como saben no fueron otros «diez años», sino bastantes más, me quedo con dos ideas implícitas: la primera es que determinados objetivos y procesos requieren de un «tiempo» histórico largo para su maduración y concreción (recordatorio importante para aquellos que constantemente piensan que el ritmo siempre es demasiado lento), y la segunda es que el «plan» es político-social, es decir, que la libertad nacional es prima-hermana de transformaciones sociales. Punto importante para reflexionar en estos tiempos de intensa crisis económica, que parece estructural y que amenaza con quedarse definitivamente entre nosotros.
La unidad sólida como base de la eficacia política es preocupación permanente en sus páginas, y el asunto parece también elemento fundamental en estos tiempos: «Maduro en mi cabeza planes y planes que realicen la unión eficaz de todos los vascos», escribe el 25 de octubre de 1941. Vuelve, una y otra vez, al mismo asunto: «Me dicen que soy demasiado bueno, porque no rompo, rasgo y destituyo… necesitamos de todos…».
Sin embargo la unidad no resulta para Aguirre un fin en sí mismo, sino herramienta necesaria para contenidos y propósitos políticos de largo aliento, que sintetiza en una página fechada el 17 de diciembre de 1941, y que contiene una actualidad realmente impresionante: «Redacto el plan de acción para Euzkadi y Cataluña. Nuestro pensamiento era ya conocido y sin discusión: afirmación nacional vasca y catalana y derecho de autodeterminación. Faltaba el programa de acción: o la declaración de independencia o la acción conjunta peninsular a base de aquellos principios».
Podría reproducir muchos más fragmentos, pero no es mi intención copiarles el texto completo de José Antonio Aguirre sino, como decía al inicio de este artículo, llamarles la atención sobre lo recurrentes que resultan, a la luz de los que nos precedieron en nuestra historia, algunos temas esenciales que tenemos por delante en este nuevo tiempo histórico que comenzamos.
Si yo llevase un diario, no les quepa duda de que hoy, antes de acostarme, anotaría: Leo a Aguirre, el gran patriota vasco. Y añadiría, en la misma página, al calor de lo que me sugieren sus reflexiones, un último párrafo: En el camino a la libertad sin duda habrá numerosos obstáculos, trampas y momentos espinosos, por eso, leyendo al lehendakari, se me ocurre que entre nuestras obligaciones urgentes están buscar la unidad más amplia, llenarla de contenidos y planes. Dotar a este proceso de una sólida, numerosa y muy activa base social, para hacerlo irreversible, y no perder de vista la mala fe de quienes siempre nos han negado nuestra libertad y nuestra soberanía. Esto va a requerir de nosotros un máximo de esfuerzo, mucha madurez y seguramente también un «tiempo» más o menos prolongado. Hagamos bien la tarea, nuestra patria lo necesita y nosotros, los vascos y vascas, nos merecemos esa libertad. (…)»
11/4/2010. Texto extraído de un artículo en la prensa vasca escrito por JM Arrugaeta.