Viernes, 16 de diciembre de 2011
A raíz de las declaraciones de casi todos los portavoces que pasaron entre el miércoles y el jueves por La Zarzuela y tras su posterior rueda de prensa todo parecía indicar que el rey estaba de acuerdo en que Amaiur tuviera Grupo Parlamentario, a pesar de no cumplir con el requisito del 15% en Navarra y que el tema se iba a resolver a favor de Amaiur. Y sin embargo la Mesa del Congreso con el voto en contra del PP y las abstenciones del PSC y de CIU denegó la posibilidad de Grupo Parlamentario a Amaiur. Con lo que toda esa ronda de declaraciones, sobre todo del Grupo Mixto y de lU, hablando de ésto, se ha comprobado que eran brindis al sol. Que el rey no pinta absolutamente nada y que lo que pueda decir, no tiene el menor valor. Y todo ésto en el supuesto de que este buen señor solo se limitara a escuchar, poner cara de interés ante la demanda, decir que algo haría y quedarse en su Palacio con la mesa llena de cartas que varios portavoces le entregaron que seguramente ni abrirá porque haga lo que haga, diga lo que diga, el poder está en la mayoría absoluta del PP y el rey es tan solo un adorno. Como le dijo a Rubalcaba. «Aquí», recibiendo a todos de uno en uno». Pues muy bien. Lo curioso ha sido que Amaiur pensara que su carta el Rey era a los Reyes Magos.
De todas maneras Amaiur debería haber aprendido en cabeza ajena. Cuando nosotros hablábamos de la importancia de tener un Grupo propio se nos miraba por encima del hombro como diciendo: ¡ya están estos pelmazos con el mismo rollo de siempre!. Pues ya se ha visto que la cuestión tiene su peso. Y cuando el PNV, sabiendo lo del maldito 15% no nos presentábamos en Navarra y últimamente lo hacíamos a través de Nafarroa Bai, era precisamente por ésto. Porque sabíamos la guillotina que supone el reglamento para este caso de no cumplir con la pauta de cinco diputados y 15% de los votos en todo los lugares donde un partido se presenta. Son las reglas del juego. Amaiur se creyó que podían cargarse a Na-Bai, presentarse ellos en los cuatro territorios y cantarnos luego la palinodia. Pero de momento les ha salido el tiro por la culata. El PP no les va a dar ni agua. La caverna está muy atenta y Posada les podrá recibir, dar buenas palabras, darles la mano en el pasillo, soltar un discurso diciendo que todos los diputados son iguales, pero a la hora de la verdad, si te he visto no me acuerdo.
Como conclusión hay que concluir que lo hecho por Amaiur en Navarra fue un error. Cargarse a Na Bai fue una mala iniciativa, y no haber aprendido en la cabeza ajena del PNV un dislate. Ahora toca apechugar con lo que hay porque la Justicia puede tardar cuatro años en resolver este conflicto. Hay precedentes. Y nosotros que no estamos en la Mesa del Congreso solo decir que hubiéramos votado en favor del reconocimiento de Amaiur como Grupo Parlamentario. Hacer normal lo que es normal a nivel de calle, que dijo Suárez. Y eso que la medida nos perjudica. Somos ahora el quinto Grupo de la Cámara y si Amaiur tuviera Grupo, seríamos el sexto. Pero nobleza obliga.
Todas estas cosas deberían ser analizadas con mayor objetividad, poniendo las cosas en perspectiva, ofreciendo los antecedentes, haciendo seguimiento de los asuntos, criticando pasividades y cosas así pero tenemos los medios que tenemos. De ahí que me haya llamado la atención un artículo escrito por Carlos Fuentes sobre Tom Wicker, un gran periodista que acaba de morir y que él conoció. Decía de él:
“Editorialista sagaz y duro, Wicker elogió al presidente Lyndon B. Johnson por su promoción de los derechos civiles y lo condenó por escalar el injusto y tramposo conflicto de Vietnam. Acusó a Richard Nixon de bombardear en secreto a Cambodia y de abrir el camino a un estado policial con los crímenes de Watergate.
El título era significativo: Uno de nosotros, implicando que Richard Nixon no era un extraño al bien y al mal -la ética- de Estados Unidos, sino un hombre eternamente insatisfecho que ascendió mediante la mentira y la teatralidad pública y que, una vez instalado en el poder, no pudo abandonar los vicios y tretas de su carrera, sino potenciarlos al máximo involucrando a la nación entera en el caso Watergate. Importante análisis del poder corruptor que afecta, quien más, quien menos, a todos los que lo tienen y lo abusan.
Al recibir el doctorado de Harvard, Wicker propuso una política de «desobediencia civil» para protestar contra la guerra de Vietnam y el objeto de su crítica incluyó por igual a empresarios y líderes obreros, legisladores y racistas, televisión y prensa. Tanto como atacó, fue atacado, pero sus títulos se sucedieron con la regularidad implícita en la ética de trabajo, el idealismo y el temperamento de Wicker.
Y, claro, su gran obra sobre Ia prensa de 1978, donde denunció el mito de la objetividad informativa, evoca la dependencia informativa de fuentes oficiales y teme el sometimiento de la prensa a factores ajenos a la información”.
Haría falta por lo que se ve muchos Tom Wicker en la prensa española y en la vasca.