Viernes 2 de marzo de 2012
El señor Presidente: Por el Grupo Parlamentario Vasco tiene la palabra el señor Anasagasti.
El señor Anasagasti Olabeaga: No quiero compararme históricamente con la relación que tiene usted con el presidente Camps; solo le conozco desde hace veintiséis años, cuando usted estaba en el Grupo Mixto, detrás de nosotros. Fíjese cómo ha mejorado usted y cómo hemos empeorado los demás. (Risas.) Incluso esta sala tenía un doble techo, no sé si lo recordará. Pero usted se define como un hombre de extremo centro y yo creo que está más en la línea de don José María Gil-Robles que de Alcide de Gasperi que decía que era un hombre de centro que miraba a la izquierda, porque alguna de sus afirmaciones me han hecho pensar de esa manera. De todas formas, le reconozco a usted que es un fino federalista que no estuvo en el Contubernio de Munich por edad pero que hubiera estado allí seguramente, y que ha hecho una buena elección con el secretario de Estado, don Iñigo Méndez de Vigo, que creo que le gana a europeísmo incluso a usted, señor ministro, por lo que le felicitamos por su elección.
Como no podía ser menos, señor ministro, y conociéndonos como nos conoce, usted tenía que hacer una dejadita al txoko, como se dice cuando se juega un partido de pelota a mano en el frontón, sobre los nacionalismos, que son el cáncer de Europa. Pero se le ha olvidado decir una cosa, señor ministro, los nacionalismos de Estado, porque los otros poco ruido podemos meter o, si lo metemos, ya he oído lo que ha dicho usted de Kosovo. Estoy seguro de que si detrás no hubiera un telón de fondo llamado Cataluña y Euskadi, usted diría exactamente lo contrario sobre Kosovo; sé que no lo va a decir, pero yo sí lo digo para que conste en acta, porque con lo de Kosovo ha sido usted muy categórico pero sabemos lo que hay por detrás, sobre todo cuando lo dice usted por delante del cuadro de Herrero de Miñón, ponente constitucional que quizá no opine como usted.
Señor ministro, esta Comisión en la legislatura anterior se reunió en setenta y dos oportunidades. Usted sabe que la política europea no solamente es el control parlamentario en una Comisión sino también lo que hay debajo de la manta, y no sería malo que usted estableciera una costumbre y que cada cierto tiempo nos invitara por lo menos a aceitunas o a pipas y nos contara qué hay detrás de verdad; sobre lo que le ha preguntado la portavoz de UPyD, nos gustaría saber qué hay detrás exactamente de esta dureza alemana. Sabe que en este momento estamos en un ¡ay! en Europa por la situación de Grecia; Grecia es el 2,5 del PIB europeo y en Estados Unidos existe una California, que es la novena economía mundial, que está quebrada y sin embargo no pasa nada, ¿por qué?, porque existe la Reserva Federal que hace frente a los compromisos. Sería bueno hacer un cuadro de situación en relación con el tema europeo, porque el prestigio mundial de la Unión Europea está desvaneciéndose y esto es especialmente inquietante en un momento en que el mundo árabe está en pleno caos y la democratización de países vecinos del Este, como Ucrania, se encuentra estancada. Europa no tiene prestigio y en este momento la gente se está desangrando en Homs y sin embargo estamos aquí casi como al principio de la Guerra civil con el comité de no intervención. Sé que usted haría lo posible para que se solventara esta situación pero entre Rusia y China están haciéndole un flaco servicio a la democracia y a la situación angustiosa que viven en ese país. En segundo lugar, Europa está fragmentándose cada vez más en subgrupos. Dentro de la eurozona están los países con calificación triple A que fijan las condiciones de los paquetes de rescate y los Estados en déficit que no tienen facilidades para pedir prestado y, por tanto, tienen que tragarse esas condiciones. La geometría variable es decir que no todos los países se adhieran a todas las estrategias de la Unión Europea, es inevitable y ya existe en relación con los acuerdos de Schengen, el euro y la política de defensa, pero la Unión debe tratar de evitar una arquitectura de dos niveles en la que un grupo central posea unas instituciones y unos procedimientos propios que afectan no solo a la gestión del euro sino a muchas otras políticas.
En tercer lugar, la Comisión Europea ya no es lo que era; la Comisión Europea es el órgano ejecutivo que propone las políticas y vigila el mercado, lleva veinte años debilitándose sin cesar frente a los Estados miembros, pero la crisis financiera y del euro han acelerado su declive. En cuarto lugar, usted no ha nombrado algo que a nuestro juicio es muy importante: la situación de Gran Bretaña, la bronca que ha habido entre Cameron y Sarkozy, que no es una cuestión cualquiera porque Gran Bretaña está quedándose al margen de Europa, y en los casi cuarenta años de pertenencia del Reino Unido a la Unión Europea su influencia nunca ha sido menor que en este momento. Su actitud negativa respecto a la integración europea, el debate político interno, a veces eurófobo, y la incapacidad de cultivar aliados en la Unión han hecho que ahora sea un país impopular y ciertamente aislado. En quinto lugar, por primera vez en la historia de la Unión Europea Francia es claramente la número dos, ya no hay más ejes que el eje franco-alemán pero de una manera muy significativa. En sexto lugar, Alemania es el líder incuestionable por primera vez en la historia de la Unión Europea, pero una cosa muy distinta es que sepa liderar, y a nuestro juicio la señora Merkel no está sabiendo liderar esta situación tan aguda de crisis que hay en Europa. A muchos alemanes les resulta incómodo ese papel. Los políticos germanos están aprendiendo muy poco a poco -quizá excesivamente poco a poco- las responsabilidades que entraña el liderazgo, hay demasiados de ellos que definen sus intereses nacionales en términos excesivamente estrictos. A pesar de la dificultades políticas de relanzar el debate del federalismo europeo que usted ha enunciado en el presente entorno de crisis, es necesario que los líderes europeos lo consideren una prioridad si queremos evitar una Europa posdemocrática, parafraseando a Havel, debemos entender que una unión monetaria no funciona sin una unión económica y que una unión económica es insostenible si no va acompañada de una unión política; usted de alguna manera lo ha dicho en su enunciado.
Señor ministro, permítame que le haga cuatro preguntas porque el tiempo pasa, yo le haría otras consideraciones más, pero el tiempo apremia. ¿De qué forma piensa trabajar usted para ir logrando una Europa Federal?. ¿Cree que aún tiene validez el informe de los expertos, del grupo de sabios liderado por Felipe González? Porque usted sabe que el resumen de aquel informe era el siguiente: la Unión Europea debe refundarse y aplicar medidas radicales -fíjese en lo de radicales- para salvar el sueño gestado tras la Segunda Guerra Mundial. Esta es la conclusión del informe que el grupo de reflexión sobre el futuro europeo, presidido por Felipe González, enunció en el año 2007. Este llamado grupo de sabios que se constituyó en 2007 por una docena de personalidades es muy contundente; el informe tiene 34 páginas y concluye que Europa no puede prescindir de la energía nuclear, debe dar entrada a Turquía, renunciar a las jubilaciones anticipadas, cambiar la política migratoria para potenciar la inmigración cualificada, impulsar de forma decisiva la investigación científica y tecnológica, las reformas tienen que ser urgentes y profundas. Todo esto, señor ministro, ¿ustedes lo van a utilizar como trabajo o como informe de cabecera o ya ha finiquitado, ha desaparecido y no sirve para nada o aquel trabajo ya hay que meterlo en un cajón?
En séptimo lugar, vuelvo a insistir que no casa muy bien su europeísmo con su negativa a reconocer España a Kosovo, cuando así lo han hecho la mayor parte de los Estados europeos y dentro de poco hasta Serbia. Buscará una fórmula, buscará una fórmula, pero se reconocerá; yo creo que va a pasar un poco como ocurrió con Letonia, Estonia y Lituania, que España se negó y al final lo tuvo que hacer. En octavo lugar, señor ministro, la política del Partido Popular durante estos ocho años de crítica al Gobierno socialista ha sido muy contundente por su postura en relación a Marruecos y ha sido muy dura y continua porque dejaba de lado las reivindicaciones del pueblo saharaui. Estos días con el acuerdo pesquero ustedes no han desentonado en nada con lo que hubiera dicho el ministro Moratinos al final de su mandato, no al principio, porque al principio usted sabe que el secretario de Estado, Bernardino León, viajó incluso a Tinduf, pero la política fue cambiando y al final no desentona para nada lo que hizo el ministro Moratinos en la última etapa con lo que están haciendo ustedes, porque los Veintisiete han acordado autorizar a la comisaria de Pesca a retomar los contactos con Rabat para un nuevo acuerdo pesquero que reemplace el vetado por la Eurocámara el pasado diciembre, lo sabrá usted. La posición consensuada por los gobiernos europeos evita cualquier mención expresa al Sahara Occidental, referencia a la que se oponían España y Francia, y necesita el visto bueno del Parlamento europeo para tener validez. El texto sí exige a Rabat garantías del pleno cumplimiento de sus obligaciones en línea con el derecho internacional, un eufemismo ¿no? Añade que Reino Unido y Suecia han votado en contra del mandato porque no hay referencia expresa a la ex colonia española y otros países como Alemania e Irlanda, que han expresado sus reservas. La cuestión del Sahara Occidental cuya población denuncia la sobreexplotación de esos recursos y reclama que sean excluidos de cualquier acuerdo con Marruecos es el punto más polémico en las negociaciones pesqueras de la Unión Europea, y usted se ha visto nada más llegar con este asunto. Con el compromiso de atender la petición de la Eurocámara, Damanaki, la comisaria, ha trabajado en una propuesta que se asienta sobre tres ejes: medioambiental, económico y legal, y es una propuesta modificada porque inicialmente la comisaria intentó sin éxito negociar dejando fuera a las aguas saharauis. España es el principal valedor del acuerdo con Marruecos y además entendemos la situación de los pescadores de Barbate, porque considera al país magrebí un socio estratégico de la Unión Europea, que nosotros no decimos que no pero igualmente se podrían conciliar otro tipo de cuestiones, y sobre todo no dejar de una manera totalmente desasistida una demanda histórica que ustedes durante ocho años la han liderado en esta Comisión, la han liderado.
Finalmente, señor ministro, usted viaja ahora a Bruselas igual de manera más cómoda que cuando viajaba como eurodiputado, igualmente mucho más cómoda que cuando viajamos a Guinea ¿se acuerda?, en aquel viejo Aviocar, pero igual no se entera de los retrasos continuos en la salida de los aviones. El espacio aéreo español no se sostiene, señor ministro; España se quedará en el furgón de cola entre los países que conformarán en cielo único europeo a partir de finales de este año; así lo advierte Eurocontrol y lo demuestra el proceso de liberalización de torres de control que AENA inició en 2011 para suplir la falta de controladores que hay en España y que necesitará un mínimo de dos años para formar a los nuevos profesionales. En poco más de dos años -termino, señor presidente-, el mapa aéreo se reducirá de sesenta y siete a nueve zonas de control conocidas como FAB, Bloque Funcional de Espacio Aéreo, y cada una de ellas tendrá su propia manera de trabajar. España y Portugal constituirán uno de sus bloques, el llamado suroeste, y el resto de países se agruparán en función a su cercanía geográfica. La Comisión Europea ha fijado el próximo 4 de diciembre para que el cielo único eche a andar pero, señor ministro, nos da la impresión de que España va a ser el farolillo rojo.
Termino simplemente con una curiosidad y de manera ingenua. El presidente Zapatero siempre que viajaba a Europa o a los países limítrofes viajaba con su ministro de Asuntos Exteriores. Usted no viaja con el presidente Rajoy. ¿Qué pasa? ¿Que no tienen sitio en el avión o que sus políticas son distintas? (El señor ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación, García-Margallo Marfil: Absolutamente.) Bien, bien, simplemente me llama la atención eso. Es simplemente cotilleo y curiosidad.
Usted sabe, señor ministro, que tiene a su disposición a este grupo parlamentario para lo que crea conveniente y nosotros apoyaremos grosso modo su política, salvo cuando usted nos haga esas dejaditas al txoko.
Contestación de José Manuel García Margallo
Señor Anasagasti, he hablado del nacionalismo y la cita -usted que es europeísta viejo como yo- es una cita literal de Mitterrand. Mitterrand dice: el nacionalismo es el cáncer, y Mitterrand se está refiriendo a un proceso histórico que usted y yo conocemos. Es un proceso histórico que, para poner algunos ejemplos, arranca en 1922 con los camisas negras en Roma, con Primo de Rivera en 1923 en Madrid, con Hitler en 1933 en Berlín, con el Estado nuevo en Lisboa en 1925, con Antonescu en Rumania, con Bulgaria, etcétera. Y con el sentido al que yo me he referido en este tema, usted no es un nacionalista; usted ha sido, cuando era más pequeño, demócrata cristiano y, por definición, federalista. ¿Qué quiere decir eso?, ¿un nacionalista qué hace en estos momentos? Negarse a ceder soberanía a Bruselas. Lo que quieren es construir una Unión Europea de Estados soberanos, y eso es metafísicamente imposible. Como decía el torero: lo que no puede ser no puede ser y además es imposible; o ya que tenemos un presidente gallego, lo que no se puede es soplar y sorber al mismo tiempo. Si queremos hacer una unión política y, por tanto, una unión federal, hay que ceder soberanía, y los que no quieren ceder soberanía se integran en los grupos nacionalistas en la Cámara, que arrastran los pies y paralizan cualquier proceso de unión política. Eso es lo que he querido decir. Desde luego, si vamos a una suma de nacionalistas, no avanzaremos un solo centímetro en materia federal. Y le puedo citar a usted los expedientes, porque he trabajado en el Parlamento Europeo, desde la regulación financiera, la supervisión financiera, la liberalización de algunos sectores con regulación desde Bruselas, porque liberalización sin regulación no funciona. A eso es a lo que he querido referirme anteriormente.
Kosovo. Vamos a ver si logramos entendernos. La Unión Europea es lo que se llama un Estado de derecho y el Estado de derecho quiere decir respetar las normas. Las normas que aquí se violan al reconocer un Estado por una declaración unilateral de derechos son las siguientes: la Constitución de la antigua Yugoslavia, que reconoce el derecho de secesión de las repúblicas federativas pero se lo niega explícitamente a dos provincias: Kosovo y Vojvodina. Segundo, la Resolución 1244 de Naciones Unidas, que decide retirar la Administración serbia del territorio de Kosovo y sustituirla por una Administración internacional para evitar que se siguiesen matando, pero esa declaración, que nunca ha sido anulada, reconoce la soberanía de Serbia sobre todo el territorio y reconoce a Kosovo un derecho de autonomía. Eso se somete a un dictamen del Tribunal Internacional de Justicia y el tribunal hace una sentencia salomónica, dice que la declaración unilateral de independencia no es ilegal, pero dice que la Resolución 1244 sigue en vigor, la que reconoce la soberanía de Serbia sobre Kosovo. Y España en toda esta materia ha estado financiando todo lo que se podía financiar en Kosovo, hemos financiado todos los proyectos que la Unión estaba financiando en Kosovo y hemos procurado el entendimiento entre Belgrado y Pristina. Y gracias a eso, gracias al esfuerzo, entre otros, de los que hemos hecho estas cosas y hemos dicho que esto había que retomarlo con el diálogo, Serbia ha permitido que Kosovo esté en los foros interterritoriales. Se ha resuelto el problema de las telecomunicaciones y reconocimientos profesionales, se ha resuelto el problema de los controles fronterizos y es muy posible que gracias a ese paso Serbia reconozca la independencia de Kosovo, y cuando Serbia reconozca la independencia de Kosovo yo no tendré ningún problema en reconocer la independencia de Kosovo porque Kosovo no será fruto de una declaración unilateral contraria al ordenamiento internacional sino de un consenso internacional, como lo fue Chequia y Eslovaquia, algo en lo que España no tiene nada que decir. ¿Por qué por razones políticas? Porque mi pregunta es: si reconocemos una declaración unilateral en Kosovo, ¿qué pasa con la república serbia de Bosnia-Herzegovina? ¿Vamos a reconocer también eso? ¿Vamos a reconocer a los tres ayuntamientos serbios que no quieren formar parte de Kosovo? ¿Qué hacemos con las repúblicas georgianas que se separaron unilateralmente gracias a la invasión rusa? ¿Qué hacemos con Palestina cuando pida unilateralmente su adhesión a Naciones Unidas, a Unesco o a cualquier otro organismo internacional? Eso es romper el ordenamiento internacional. Por eso la fórmula que negoció brillantemente mi secretario de Estado, Iñigo Méndez de Vigo, es que estamos de acuerdo en que la Comisión haga un estudio de viabilidad, pero siempre y cuando se reconozca que sigue en vigor la Resolución 1244 y que siguen estando vigentes las reservas que cinco -no uno- Estados miembros de la Unión han hecho a la independencia de Kosovo. Luego no extrapole usted lo que no se puede extrapolar sobre este tema.
Ha hablado a continuación de Siria y me ha preguntado qué hemos hecho. Hemos apoyado desde el principio todos los esfuerzos de la Liga Árabe, esfuerzos que, como usted sabe, iban encaminados a pedir que Bashar al-Assad cediese el testigo a su vicepresidente, que este vicepresidente en el plazo de un mes hiciese un gobierno unitario de coalición y que ese gobierno en un plazo prudencial hiciese unas elecciones democráticas. Esa resolución de la Liga Árabe que planteó Marruecos en el Consejo de Seguridad como miembro no permanente no salió por el veto de China y Rusia y apoyamos la resolución que se hizo en la Asamblea General de Naciones Unidas al mismo efecto. Y hemos apoyado en la Unión Europea todas las sanciones, las últimas, en este Consejo de Ministros de Asuntos Exteriores. Y España, adelantándose a otros países miembros de la Unión Europea, llamó a consultas a su embajador y al embajador sirio en Damasco para decir que consideramos intolerable un estado de cosas que consiste en una matanza indiscriminada de civiles en Siria. Y haremos todo lo que haya que hacer para favorecer unas elecciones democráticas que den paso a una Siria libre.
Habla usted del divorcio, real o aparente, entre el prime minister Cameron y la canciller Merkel. ¿Qué quiere usted que le diga? Tengo muy poco que decir sobre ese tema. Son relaciones bilaterales que ellos tendrán que resolver.
Me ha hecho alguna otra pregunta, que yo con muchísimo gusto, si encuentro el papel, voy a contestar. Me pregunta si estoy por la Europa federal. Por supuesto. Y me dice que si doy algún valor al informe del Comité de Sabios presidido por Felipe González. Absolutamente. Es más, he pedido al presidente González verle cuanto antes porque es un activo de este país y es un activo europeo que ningún Gobierno puede desestimar. Luego ha soltado alguna lindeza del Partido Popular que no sé dónde he recogido. Ah, sí, en el tema de Marruecos. En cuanto al acuerdo pesquero con Marruecos, le voy a decir una cosa. El mandato aprobado por el Consejo para negociar un nuevo acuerdo de pesca con Marruecos dice: Uno. Incluye la referencia al Sáhara al referirse a las aguas al sur del Paralelo 27. Dos. Establece la obligación de Marruecos para que cuente cómo se beneficia la población del Sáhara Occidental de los resultados financieros de este pacto. Tres. Hace una referencia al necesario cumplimiento del derecho internacional, es decir, al derecho de Naciones Unidas sobre territorios autónomos. Señor Anasagasti, me parece que esto es impecable desde un punto de vista jurídico.
Ha hablado del tema de los aviones. No lo sé, no sé qué ha pasado con los aviones, pero hablaré con el ministro de turno y los dos hablaremos con usted. Desde luego está invitado, aunque no hace falta que yo le invite, sería una grosería; usted se presenta en el ministerio cuando le parezca bien. Porque no viajo con el señor Rajoy me dice que yo tengo diferencias con él. Usted, que es bastante jesuítico, como yo (Risas), sabe que los jesuitas tenemos cuatro votos, los tres normales y otro de obediencia especial, y yo tengo uno de especial obediencia mariana. Por tanto, intentar buscar una diferencia entre mi humilde persona y el presidente del Gobierno es un exceso de imaginación. ¿Por qué no viajamos juntos? Porque como pensamos lo mismo y cuando lo dejemos de pensar me temo que yo seré cesado, no vamos a ir los dos a decir lo mismo. Yo viajo exclusivamente con el rey, no viajo con el presidente, no viajo con el príncipe y no viajo con la reina porque algunas veces tengo que estar en el despacho para intentar adivinar las preguntas que su señoría me va a formular o intentar contestar a las que ya me ha formulado. Pero, créame, puede tranquilizarse porque mis discrepancias con el señor Rajoy son absolutamente mínimas; puede usted tener ejercicios calenturientos sobre este tema pero le aseguro que no vamos por ahí.