Lunes 11 de febrero de 2013
Si hubiera renunciado antes quizás hubieran sido Papa o Roger Etchegaray o el Cardenal Martini, pero el buen señor se aferró al cayado petrino.
Bueno dimitir no dimite un Papa. No tiene ante quien. Lo ha elegido el Espíritu Santo. El Papa renuncia. Y hay que decir que ha sido coherente. Se encuentra sin fuerzas y se va. Ojalá lo hubiera hecho en su día Juan Pablo II y no hubiese dado aquellos terribles espectáculos de enfermedad, senilidad, y decadencia. Era la imagen de un Papado dirigido por aquel polaco que era un reaccionario de tomo y lomo. En 1988 con Zubia, Olabarria y Echeverría, le visitamos en el Vaticano. Nos recibió en la sesión plenaria. Le regalamos una argizaiola. ¿Qué será de ella?. Se la habrá llevado el mayordomo de este Papa.
A este Papa no lo conozco.
Sí le conoció el diputado de ERC, Andreu, sobrino del dirigente catalán Andreu y Abelló. Nos contó que un día estando en Venecia le preguntaron si iba a Roma. Les dijo que sí. Le pidieron si podía llevar con él a un monseñor. Les dijo que sí. Y en el camino el tal Monseñor le habló de las bondades del Caudillo Franco. Andreu le replicó. El otro siguió. “Como siga usted con eso va usted a ir a Roma en auto stop, porque yo no le llevo”. El Monseñor pactó la tregua. Tras contarnos ésto nos preguntaba. “¿Quién era aquel Monseñor”. “Se llamaba y llama Ratzinger”.
Finalmente, me hacen gracia las casas de apuesta sobre posibles Papas. Curioso. Votan los que no votan en la Capilla Sixtina. Y allí solo entra el Espíritu Santo.