Le creo a Pilar Urbano

369.14Lunes 7 de abril de 2014

Como panteras han salido en defensa del monarca Juan Luís Cebrián, La Razón, el ABC y El País. No pueden tolerar que la mentira del 23-F con la que se ha construido un relato falso que, encima ha sido vendido al mundo, se ponga en cuestión el montaje por una periodista del sistema y sabiendo, como saben, que es verdad.

A mí Antonio Carro, ministro con Carrero Blanco me lo dijo en una recepción en el Palacio Real. “El culpable del 23-F fue el inquilino de esta casa. Se la pasaba hablando perrerías de los políticos y de Suarez ante los militares y estos le cogieron la palabra. “Es un frívolo».

Dicho por un cancerbero del régimen sin que yo se lo preguntara y hace treinta años, aquello se me quedó grabado a fuego. Y entre el ABC y Carro, me quedo con Carro.

Como me quedé con la narración que hizo Luis Herrero, el hijo del fiscal Herrero Tejedor, padrino de Adolfo Suarez. Herrero cuenta en su libro «Los que le llamábamos Adolfo” las presiones del rey a Suarez para que nombrara segundo jefe del estado mayor al general Armada antes del 23-F.

En una democracia seria y normal, los que dudan de la Sra. Urbano podían pedir los papeles secretos al Cesid, hoy CNI, y cuestionarse el por qué no se investigó la trama civil de aquella asonada donde aparece hasta el Servicio de Estudios del Banco Santander. Solo pagó, con una ínfima condena, aquel orondo García Carrés que animaba a Tejero a no desfallecer durante el golpe. El resto no se investigó y cuando los militares fueron juzgados en aquel juicio llamado de Campamento no acudió uno de los factotum de aquella noche, el general Sabino Fernández Campo. El rey, por el que todos aquellos militares franquistas se sublevaron, no fue tocado ni con el pétalo de una rosa. Y como la defensa que tienen es tan débil ahí sale en tromba a tratar como vasallos que éste rey, corrupto, frívolo, mujeriego y poco serio siga con la imagen edulcorada simulando alguien que no es. Hasta el propio Adolfo Suarez escribió aquel artículo ante la sentencia que tituló «Yo discrepo».

Le creo a pies juntillas a Pilar Urbano. Una señora en el final de su carrera no se mete en semejante jardín de no ser que lo que cuenta es verdad. Solo espero que les ponga en su sitio y les conteste y se lo publiquen a todos estos sinvergüenzas paniaguados que han salido como los toros en San Fermín a defender a personaje tan impresentable que la historia pondrá en su sitio. Al tiempo.

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