Miércoles 14 de mayo de 2014
Está el gallinero político e informativo alborotado a cuenta de unas declaraciones que hizo Arias Cañete diciendo que si España se encontrara en peligro era partidario de un acuerdo entre el PP y el PSOE. La Grosse Coalition que en su día se hizo en Alemania entre la CDU y el SPD. Y todo a cuento de que entre los dos partidos no llegarían a la mayoría absoluta, y ante la irrupción de Vox, Ciutadans, IU, y el partido de Pablo Iglesias, ¡zafarrancho de combate!.
Para colmo, el otro día, la periodista Ana Pastor en la Sexta, le preguntó a Felipe González, con ese tono perdonavidas que tiene, lo que le parecía lo dicho por Cañete. Ante esta pregunta reiterada éste contestó que si España lo requería la Gran Coalición vendría de por sí, pero tampoco se mostró muy entusiasmado con la idea. Sin embargo hoy, la prensa se hace eco de lo dicho y es la canción de estas elecciones que son europeas y parecen de andar por casa.
Si a mí me preguntaran les diría que la Gran Coalición entre el PP y el PSOE existe y goza de perfecta salud. Esa coalición se dio para rechazarle a Ibarretxe su reforma del estatuto de Gernika. Se dio para cambiar en una semana la Constitución a cuenta del techo de gasto. Se volvió a dar el mes pasado cuando tres representantes catalanes solicitaron en el Congreso la posibilidad de convocar un referéndum. Se dio en la Ley de Transparencia y se da en numerosas leyes que pasan por las Cortes Generales como en un paseo militar, y que a cuenta de eso que, etéreamente llaman «cuestión de estado», que por cierto no existe en la Constitución, se ponen automáticamente de acuerdo. Y si no pregúntenle a Aznar, a Rajoy, a González y a Rubalcaba por el rey y le dirán exactamente lo mismo. Cuestión de Estado, es decir, Gran Coalición.
España es una democracia de muy baja calidad. Y así nos va, a todos. Desgraciadamente.