Sábado 28 de junio de 2014
He estado en Paris esta semana en calidad de miembro del Grupo de Amistad con Francia. Había viajado a esta capital en el 2006, siendo presidente de este Grupo y teniendo como homólogo francés a Jean Pierre Bel que es hoy presidente del senado francés y segunda autoridad de aquel país. No le ha ido mal. Nos recibió en el jardín de su residencia oficial bajo los árboles. Vive la mayor parte del año en Rosas (Catalunya) y nos preguntó por «el problema catalán». Los senadores del PP y de UPN , discreparon abiertamente del portavoz Cleries y de mí. Carmen Alborch, la presidenta, mantuvo un discurso de búsqueda de soluciones. Pero esos encontronazos fueron la marca del viaje. Porque en todos los sitios nos preguntaron directamente por la situación catalana. Les preocupa, aparentemente más que a Rajoy.
Y estuvimos en el Louvre. Ya lo conocía. Turismo masificado. Diez millones de turistas al año. El Prado, tres. Y reivindiqué la devolución de Marceau, nuestra antigua delegación. El embajador, que acababa de llegar, es Ramón de Miguel, que fue secretario de estado ocho años con Matutes, Piqué y Ana de Palacio. La embajada, magnífica, parece una dependencia del Palacio Real. Cuadros de Alfonso XIII, Alfonso XII, María Cristina, Felipe II, infantes y reyes ornan aquellos salones donde no hay ni el mínimo recuerdo que allí dimitió Azaña o que desde allí se persiguió a Companys y al lehendakari Aguire.
Y visitamos a Laurent Fabius, ministro de Asuntos Exteriores de Hollande. Le conocí siendo presidente de la Asamblea. Es un tipo elegante y un político con muchas conchas. Nos habló del turismo, de la inveterada amistad, del rey, de sus relaciones con España. Y pidió una pregunta. Y fui quien se la formulé. «Al parecer Cameron se va a quedar solo en su rechazo a Jean Claude Juncker como presidente de la Comisión en sustitución de Barroso. Esto significa que ustedes van a negociar que a cambio propongan ellos un Alto Comisionado para la política exterior como ha sido estos años con la Sra. Catherine Alshton, que por cierto ha sido un desastre?.
Sonrió y nos dijo que esperaba la llamada del responsable de la política exterior británica al que le dice que Gran Bretaña no puede quedarse fuera de la UE y convertirse en la pequeña Bretaña. Argumentó muy bien el por que debía ser Juncker, aunque su candidato había sido Martin Schultz, y que no pondrían en peligro la construcción europea. Fue claro, en su oficina del Quay d´Orsay, con la cama de alguna marquesa por detrás en aquel salón de un inmenso palacio al lado del Sena. Me acordé que allí habían estado el lehendakari Aguirre, Irujo, Landaburu, con Bidault. Ese día la escalera estaba con la alfombra roja y los coraceros engalanados ya que salía de una reunión con Fabius, Isabel Allende, la presidenta del Senado chileno.
Interesante contacto.
Su posición como Senador de España le ofrecen esas posibilidades de viajar y ese nivel de contactos.
Me parece natural que el resto de nuestros socios en la U.E. muestren inquietud ante los embates secesionistas, tan contrarios a los esfuerzos de coordinación y de cooperación leal entre sus Estados miembros .
Pero sabe usted bien, Senador, que el Estado de derecho se fundamenta en el respeto, en el cumplimiento leal de la Ley. Por eso fracasará, por eso haremos fracasar en Cataluña la actual ofensiva secesionista.