Lunes 4 de mayo de 2015
Ha sido muy llamativo. Merkel estuvo el domingo en el campo de exterminio de Dachau y pidió perdón y alertó a la sociedad alemana para que aquella barbarie no se repitiera.
En evidente contraste, Mariano Rajoy no estuvo el 26 de abril en Gernika. Pero tampoco estuvieron Suarez, Calvo Sotelo, González, Aznar y Zapatero. El argumento esgrimido es que ellos no tuvieron nada que ver con el Bombardeo. ¿Y Merkel con Dachau?.
Lo ocurrido recalca la evidente diferencia de sensibilidad democrática. Es más, el presidente Herzog envió en su día a su embajador en Madrid, para pedir perdón en nombre de Alemania, por la barbaridad de Gernika.
Esa es la diferencia.
La gran diferencia.
Veamos lo que ocurrió el domingo.
Esta es la única vez que la dirigente alemana participe en una ceremonia en un campo de concentración durante los 12 meses de conmemoraciones. Lo hizo el domingo.
El presidente estadounidense, Barak Obama, recordó el miércoles la memoria de las personas asesinadas en esta fábrica de la muerte.
Supervivientes y Ángela Merkel se encontraron este domingo en Dachau (sur de Alemania) para conmemorar el 70º aniversario de la liberación del campo nazi, que este año adquiere una trascendencia particular con la participación excepcional de la canciller alemana.
Esta es la única vez que la dirigente alemana participará en una ceremonia en un campo de concentración durante los 12 meses de conmemoraciones del fin de la barbarie nazi.
Dada la avanzada edad de los supervivientes, también será una de las últimas ocasiones para un encuentro entre la canciller, en tanto que representante del gobierno alemán, y los testigos en este lugar de memoria.
Ángela Merkel ha hablado tras un homenaje a las víctimas frente a uno de los dos hornos crematorios de este campo situado a 17 km al noroeste de Munich, el primero creado por el régimen nazi, en 1933.
También hubo una ofrenda floral y una marcha hacia la plaza central del campo, donde perecieron más de 43.000 personas.
Más de 130 supervivientes y sus allegados volvían a cruzar la puerta de entrada del campo en hierro forjado en la que está inscrito el siniestro lema de los nazis «Arbeit macht frei» («El trabajo libera») para recogerse en el lugar de su calvario.
En noviembre, unos desconocidos robaron este frontón. El jueves se inauguró una copia.
Responsables del Comité Internacional de Dachau, que reúne a los supervivientes, y el directivo del Consejo Central de Judíos de Alemania, Josef Schuster, también participarán.
Abierto inicialmente para internar en él a los prisioneros políticos, Dachau sirvió de modelo de organización para los otros campos de la muerte, desde Treblinka a Buchenwald.
El 29 de abril de 1945, fue liberado por los estadounidenses que descubrieron el horror indescriptible de la solución final.
Las imágenes de archivo de la época muestran los cuerpos amontonados y los supervivientes azorados, enfermos y en los huesos que apenas podían sostenerse en pie.
La víspera de esta conmemoración, Ángela Merkel, insistió en la «responsabilidad particular» de Alemania, 70 años después del fin del Holocausto, en el que seis millones de judíos fueron exterminados en el peor intento de eliminación de un pueblo.
Tenemos una responsabilidad particular, asegura Merkel
«Nosotros, los alemanes, tenemos la responsabilidad particular, la de estar atentos, ser sensibles y bien informados sobre esto y sobre lo que hicimos bajo el nazismo», dijo en su mensaje de video semanal Merkel, nacida en 1954, nueve años después del final de la Segunda Guerra Mundial.
Pero el «¡Nunca más esto!» que preconiza Alemania desde 1945 significa también hoy «velar por que nuestros ideales y nuestros valores sean realmente respetados», según Merkel, que fue la primera jefe de un gobierno alemán en visitar Dachau, en agosto de 2013.
El presidente estadounidense, Barak Obama, recordó el miércoles la memoria de las personas asesinadas en esta fábrica de la muerte, citando uno de los soldados estadounidenses liberadores que escribió en la época: «Es imposible imaginar que este tipo de cosas existan en un mundo civilizado».
La participación de Ángela Merkel en esta conmemoración ha sido bien recibida por los supervivientes. «Es una señal de amistad francoalemana muy importante por la paz en Europa tras la Guerra», declaró a la AFP Clément Quentin, un antiguo deportado de 94 años que espera estar en Dachau.
En esta tranquila ciudad de Baviera, el campo, abierto el 22 de marzo de 1933, — menos de dos meses después de la llegada de Hitler al poder — se instaló primero una fábrica de municiones abandonada antes de la construcción de un gran complejo de edificios a partir de 1937.
Comprendía 34 barracones, uno de los cuales estaba reservado a los experimentos médicos sobre la malaria o la tuberculosis por ejemplo.
Más de 206.000 prisioneros procedentes de 30 países pasaron por el campo, entre ellos el antiguo primer ministro francés Léon Blum, que era judío. Más de 41.000 fueron asesinados o murieron de agotamiento, de hambre de frío o de malaria.
Las conmemoraciones internacionales del 70º aniversario de la apertura de los campos se iniciaron el 27 de enero en Auschwitz, en Polonia ocupada por los nazis.
Rajoy en campaña. Sánchez en campaña. Todos en campaña. Pero de sensibilidad democrática, nada de nada.
¡Qué diferencia entre unos y otros!
Los orgullosos herederos del «Nacional Alzamiento de Bienes Peninsulares» que siguen y siguen saqueando, se considera legítimos vencedores de una Guerra Civil (Merkel no), La verdad que no fue tal guerra civil, sino un terrorista GOLPE DE ESTADO con el apoyo nazi-fascista, contra el legitimo gobierno republicano de izquierdas. Una vez conquistada la península en 1939, iniciaron la invasión el mundo para apoderarse de el. Lo peor es que en España se quedaron (solo fueron castigados con «desposeerlos» del plan Marshall) y tras tantas décadas de sometimiento, han creado un «Síndrome de Estocolmo» sobre sus rehenes, que les votan a pesar de sus continuas fechorías gubernativas.
Su titular,Senador, me parece injusto y tramposo.
La crueldad existio en nuestra guerra civil y existio en la II GM pero vincular las circumstancials politicas del Holocausto y las de la actuación de la Legionari Còndor (con el apoyo de la Aviacions Legionaria italiana) en el bombardeo de Guernica me parece un despropòsito.
Las victimas de Guernica merecen todo mi respeto, son mis víctimas también, pero no me merece ningún respeto la abultada cifra «oficial» de muertos dada en su día por el provisional presidente autonómico, Aguirre,, ni el mito cultivado por el PNV alrededor de aquel bombardeo.
Tal como se lo escribo.