QUE NINGUN VETERANO, QUE NINGUN JOVEN, QUE NINGUN ABERTZALE DEJE DE VER El BATALLON GERNIKA

Miércoles 7 de octubre de 2015

20151007_191333Hay pocas cosas recomendables últimamente y, de verdad, si recomiendo algo es porque vale la pena. Estuve el miércoles en Gernika con María Esther en la presentación de la película sobre el Batallón Gernika, aquel que en 1945 liberó en el Medoc, en Point de Grave, la zona ocupada por alemanes.

La presentación ha sido este 7 de octubre, 79 aniversario de la formación bajo el Roble de Gernika del primer gobierno vasco de la historia. Y allí estuvieron los dos abuelos de María Esther. Uno, el alcalde de Ondarroa, José Mari Solabarrieta, que fue a votarle a Aguirre y ya no pudo volver a su pueblo. Y, el otro, Santiago Aznar, primer Consejero de Industria que firmó aquel programa común y una de sus primeras iniciativas fue adoptar la ikurriña como bandera nacional vasca.

Era a las siete en el Lizeo Antzokia este miércoles. En la puerta gudaris y milicianos vestidos de época como no se había visto en Gernika desde el bombardeo. Dentro, la gente expectante y, en el escenario, dos supervivientes fantásticos. Francisco Pérez, un gudari de 93 años simpatiquísimo y con una retranca fenomenal, y, el otro, Matxote, de Ondarroa, y amigo del pequeño gran hombre que decía en un castellano machacado que él iba con los buenos, no con los canallas y que lo que querían de verdad era liberar a su pueblo.

Y una señora que gracias a esta película averiguó que su hermano murió en aquella batalla tan quijotesca. Y en medio el lehendakari Urkullu recordando a Aguirre. Lo hizo muy bien pero se le olvidó un recuerdo a Eliodoro de la Torre, gran motor de este proyecto y que murió poco después. También el guionista Dolosor y el director González.

La película es muy digna. Se sigue muy bien. Tiene unos efectos especiales muy logrados. No es lenta. Ofrece claramente datos históricos de lo que se llevaban aquellos gudaris entre manos. Lo contextualiza muy bien y acaba con aquel proyecto del que Primi Abad no hacía más que hablarnos pero sin que le hiciéramos mucho caso y ahora nos damos cuenta de lo que supuso que, en un palacete de Rotschild cerca de Paris, había un proyecto para acabar con Franco, que desgraciadamente fue liquidado porque dejaron de considerar al español un peligro y lo cambiaron por el “peligro comunista”.

He hecho recuento y he conocido a seis gudaris que estuvieron en aquella batalla. Andrés Prieto, socialista, cuyo hijo sale en la película y que fue aquel gudari que salió, antes del Lehendakari Leizaola en la puerta del avión que trajo a Leizaola del exilio en 1979. Un hombre del que no podías hablar nada con él sin que te contara cosas de aquella Brigada Vasca. Hoy hubiera sido el hombre más feliz del mundo.

Primi Abad, de Muskiz, que hoy hubiera sido el otro jefe vasco feliz con semejante trabajo. Mi tío José Mari me contó como Primi, herido en el frente, fue bajado en camilla, entre otros por él, a los servicios médicos y se acordaba de la entereza de aquel hombre herido dando órdenes desde la camilla.

Hilario Zubizarreta, del PNV. Zubi, para los amigos. Otro gudari que parecía físicamente aquel artista genial Walter Mathau y que actuaba casi como él. Ixaka Atutxa, del Jagi Jagi, fue nuestro guardián de Radio Euzkadi en la selva venezolana. Le conocí a su sobrina en la presentación de la película.

El aita de Amaya Zenarruzabeitia, también del Jagi, y el hombre que formaba el trío de los txistularis del Centro Vasco de Caracas, los hermanos Iriarte y él al silbote. Un gigantón que será homenajeado en breve en Galdakao, pues fueron seis los gudaris que engrosaron aquella aventura nativos de esta localidad. Kepa Ordoki, su comandante al que saludé en una fiesta en Donibane. Todos, gente de una pieza y, hoy, sumo otros dos con los gudaris del del escenario.

El pequeño Francisco Pérez hablaba que lo peor para conservar esta Memoria no es el paso del tiempo ni el olvido sino el silencio y con esta película se rompe este silencio por lo que sería extraordinario que la vieran los jóvenes que se preguntan que hicieron sus mayores.

Frank Dolosor, ha sido el guionista. Un guión perfecto. Abel González, su director, que lo ha bordado e Iñigo Camino que ha sido quien lo ha hecho posible al plantear la idea y luchar por ella durante tres años. El trabajo es de diez y recomendable como trabajo histórico bien hecho. Acostumbrados a chapucillas sin presupuesto, esta película vale la pena.

Ojalá continúen con este impulso creador y logremos que lo audiovisual bien hecho entre a formar parte de la exposición pública de nuestra historia.

 

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