Miércoles 27 de enero de 2016
Quienes me hayan leído la semana pasada se acordarán de mi crítica a la forma en la que el rey recibía a los portavoces parlamentarios en el palacete de La Zarzuela.
La ronda, televisada hasta la náusea consistía en la llegada del portavoz a la sala de recepciones y allí un mayordomo con gafas le decía donde se tenía que colocar. Y los portavoces sumisos, se ponían en el lugar señalado. Yo no lo hubiera hecho. Ya dije lo que hice.
Se abría la puerta y aparecía un militar entorchado que abría la puerta y como en una película de Groucho Marx decía en alta voz:
¡¡¡Su Majestad el Rey!!!.,
como en esas cortes medievales y como si la gente no supiera que ese señor alto de traje era el rey Felipe.
Todo muy ridículo.
Y eso lo he denunciado por escrito, en la Ser y en Radio Euskadi.
Hoy, en la tertulia “En Jake” de ETB, me pareció que se había cambiado el formato y le he pedido a Xabier Lapitz si podían repetir las imágenes.
Y efectivamente ha sido así.
Entraba en primer lugar el rey en la sala, nadie le decía donde tenía que ponerse y se abría la puerta donde aparecía el diputado canario y era el rey quien le recibía mano extendida.
Es lo lógico. Si vas tu a una casa lo normal es que te reciba el anfitrión. No al revés.
Me voy a poner la medalla porque no he visto ni a Pablo Iglesias ni a nadie, ni a ningún medio en ningún sitio que se criticara esto y las formas en democracia, son el fondo.
El tema no es una bagatela. Esa sumisión genuflexa ha permitido todas las corrupciones de los últimos años.
Por lo menos me han hecho caso una vez.
No es mucho, pero aciertan cuando rectifican.