Sábado 15 de junio de 2019
Esas han sido las primeras palabras de Amaia del Campo tras recoger su bastón de mando como reelegida alcaldesa de Barakaldo, la segunda ciudad de Bizkaia y la cuarta de Euzkadi.
Viene bien recordar este dato cuando Otegi habla de los votos reaccionarios y conservadores que le han venido al EAJ-PNV, como si toda la burguesía vasca habría pasado a vivir en Barakaldo y cuando la lista del PNV le ha sacado a la socialista casi seis mil votos de diferencia y tres concejales. Hace cuatro años Amaia ganó con una mínima diferencia de 52 votos y un empate a concejales con el partido socialista pero en cuatro años Barakaldo ha captado que su liderazgo cercano y humano, eficaz y progresista es lo que le conviene a su convivencia.
He estado con Josu Sagastagoitia, Benito, Iñigo Landa y todos los amigos y afiliados de un PNV barakaldés volcado en ese momento estupendo cuando se le ha proclamado alcaldesa y ha recordado a su aita como trabajador de Altos Hornos. Delante mío, su emocionada ama, que habrá recordado a su marido, seguramente pensando que habría sido el hombre más feliz del mundo viendo ese momento mágico de como la ciudadanía ha premiado el buen y magnífico trabajo de su hija.
Josu Sagastagoitia fue el primer alcalde nacionalista tras la dictadura en 1979 y allí estaba con su mujer. Me ha señalado el cuadro de su bisabuelo, colgado en el salón de plenos, que también fue alcalde de Barakaldo dato que desconocía y yo le he hecho bromas ante el cuadro que un joven de Bellas Artes le pintó a él en su sillón con orejeras como ex alcalde y al que solo le faltaba un gato para parecer una escena de película. Me ha dicho que se lo encargó para ayudarle y lo único que le hizo repetir fueron las manos. También me ha dicho que hicieron una buena gestión pero que perdió en 1983 ante un mitin de Felipe González que llegó como un tsunami como recién elegido presidente del gobierno.
En dicha galería de ex alcaldes allí estaba el primero y muy vistosamente colocado José María Llaneza que fue designado alcalde por el franquismo a los seis días de la ocupación vasca por las tropas de los militares sublevados. Debió decir que era “ave de paso” pero se pasó 26 años dirigiendo con mano de hierro y puritanismo integrista la villa fabril.
La ceremonia de hoy ha sido correcta, respetuosa, con las palabras justas, casi ejemplar. Los concejales nacionalistas han prometido su cargo todos en euskera y el solitario concejal del PP no ha contado ni con el apoyo de la ex concejal y secretaria general de su partido Amaya Fernández. Del poderoso Llaneza al único concejal del PP. Y es que la democracia siempre pone las cosas en su sitio.
El Partido socialista ha votado en blanco y allí estaba con cara de circunstancia Alfredo Retortillo que ha entrado sin apenas saludar a nadie y se ha ido del pleno nada más terminar la sesión. Todos me han comentado que no aguantará los cuatro años y que ha perdido por muchas razones, entre otras, porque no conoce Barakaldo y no habla con la gente.
Quienes no han vivido la Euzkadi del 79 quizás no comprendan lo que ha significado la reelección de Amaia del Campo en ciudad tan importante y emblemática vasca. Yo, que viví aquello, que estuve hace cuatro años en su primera toma de posesión y en ésta, he salido del ayuntamiento satisfecho de formar parte de un partido que tiene gente con los pies en el suelo, ilusión por el trabajo y líderes como Amaia y su equipo de incondicionales.
El futuro de Barakaldo en muy buenas manos. Y eso la gente, lo sabe.