Lunes 17 de junio de 2019
El 7 de mayo de 1987 apareció en Deia, escrita por la periodista Beatriz Iraburu, una interesante entrevista realizada a Dña Mari Zabala viuda del primer Lehendakari de Euzkadi, José Antonio de Aguirre y Lekube. En ella analizaba los veintitantos años de vida juntos, más su largo noviazgo, y las muchas vicisitudes que tuvieron que vivir y, no la menor su fuga, con identidad falsa, pasando por la Alemania nazi para llegar a Brasil en 1941.
La he leído estos días de campaña y formación de ayuntamientos sin olvidar que Aguirre fue alcalde de Getxo, diputado en el Congreso y Lehendakari, el primero, de los vascos.
Le preguntaba la periodista cómo era el carácter de Aguirre y Dña Mari contestaba de acuerdo a este diálogo:
D. De cualquier manera la actividad política de José Antonio Aguirre tendría que repercutir de algún modo en las personas que vivían cerca de él. En usted, sobre todo.
M.Z. Pues mire, repercutía hasta cierto punto. Era un hombre que venía a casa y dejaba la política en la puerta. Le gustaba estar con la familia, era su distracción. Era muy familiar, muy expresivo, muy alegre; así era también con los de fuera. Se daba mucho a los demás. Cuando estábamos en San Juan de Luz, exilados, había veces que se pasaba horas hablando con la gente. Y cuando acababa la entrevista le preguntábamos ¿quién era el que te ha venido a ver?. Muchas veces no lo sabía. No creo que exista nadie que pueda decir que José Antonio no quiso recibirlo. Recibía a todo el mundo hablaba con todo el mundo y no tenía una mala palabra contra nadie”.
Ojalá que esta reflexión estuviera escrita en la sala de plenos de todos los ayuntamientos vascos. Conozco muchos alcaldes y concejales que cumplen a la perfección con esta vocación de servir que tenía Aguirre pero también conozco a auténticos petardos/as que una vez asumido el cargo te miran por encima del hombro, no contestan las llamadas, no atienden a la gente, y se creen que están en dicho puesto para ser servidos y no para servir.
Me gustaría hubiera una especie de oficina de reclamaciones donde se pudiera denunciar esa traición que hacen dichos electos a la esencia de la democracia como es la cercanía, la atención, la obligación de una sonrisa y la búsqueda de soluciones y si no se pueden conseguir, dar las explicaciones suficientes, para recordarles además que están ahí porque les ha puesto el ciudadano con sus votos y que su puesto tiene fecha de caducidad.
Por eso me ha gustado lo que decía Dña Mari Zabala de su esposo porque esa sí es la esencia de lo que es un servicio público y no lo que algunos ejercitan.
Donde te posicionas tú, cuando hablas de la empatía del lendakari Aguirre y lo único que se te ocurre es que por estar en México tenemos que estar tomando tekila……
Acá a través de la tecnología estamos bien informados,
y tu prepotencia es evidente..
Agur….