Sábado 22 de junio de 2019
He encontrado este trabajo escrito por D. Manuel de Irujo en Euzko Deya de Argentina. Es de 1944 y en esta ciudad se encontraba Irujo pasando la II Guerra Mundial. No sé si hoy hay un Centro Vasco en Londres ni si tiene el mismo ambiente por eso es bueno, de vez en cuando recordar que se hizo en otros tiempos, aunque no sean parecidos. Los jóvenes hoy o estudian o trabajan. Los jóvenes ayer iban a la guerra. Y son datos interesantes los que cuenta.
D. Manuel escribió su reportaje de esta manera:
“Londres ha sido siempre un hervidero humano Ahora lo es más aún. La escena que vamos a relatar podría aplicarse cambiando idiomas, ciudadanías y latitudes geográficas a cualquier otro grupo humano de Europa.
El de Chile no es chileno, sino vasco, de Baracaldo, se apellida Izarra, es alto, serio, fornido, de pocas palabras, se enroló como voluntario al tener noticia de que se constituía en F.F.F.L. una unidad vasca. Al ser ésta disuelta, pidió le fuera aplicado el Decreto de disolución, desmilitarizándose. Mientras se tramitaron el expediente fue embarcado para Sierra Leona, de donde pasó a África del Sur, para continuar por Kenia, Egipto, Palestina, Siria, Argel, y de nuevo Inglaterra. Es paracaidista, al igual que sus compañeros. Como su expediente pende aun de resolución está destinado al servicio de uno de los ascensores del cuartel General. Su destino es subir y bajar. Varían el artefacto, la velocidad y la exposición consiguiente. Ibarra no está muy cierto de que corra peligro menor en el ascensor que pendiente del paracaídas. Cuando le preguntan qué ha hecho en cuatro años de guerra, contesta muy serio, que estuvo buscando el frente, sin que por diversas razones topara con él. La disolución de la unidad militar vasca torció sus rumbos. No ostenta la cruz de Lorena, ni quiere batirse bajo otra bandera que la vasca.
El segundo de los tres, más fino de cuerpo y de más hablar se apellida Uranga, es donostiarra, aunque vivió siempre en Donibane, siendo ciudadano francés. Se expresa en correcto labordino. De larga charla con un grupo de guipuzcoanos, gusta poco de tratar temas militares, sin que podamos seguir sus pasos durante la guerra. De él sabemos, que su unidad no ha sido destinada hasta la fecha a los desembarcos en tierras francesas.
El tercero es Víctor Iturria. Ostenta cinco condecoraciones: La cruz de guerra con tres palmas, la medalla militar inglesa, la medalla de Libia, la de herido y la militar francesa. Tiene aspecto de navarro de la ribera: no muy alto, pelo castaño, tez oscurecida, fornido, cuadrado, sonriente. Habla alternativamente euskera y francés. Es un casero de Donibane, jugador de pelota a mano. Se encontraba en París, de donde fue movilizado. Luchó en Francia, embarcó herido en Dunquerque, ha hecho toda la guerra de África del Norte donde se le quedaron los pies planos y hoy se encuentra en Francia. Si no ha caído, pues pertenecía al Cuarto Batallón de Paracaidistas, que es de los que abrieron brecha en los primeros momentos en Normandía. Como detalle curioso, se da el que nunca usa arma de fuego en sus descensos por paracaídas. Se limita a llevar la máxima cantidad de bombas de mano, que maneja con maestría de pelotari. Ha venido a recordar al Txikito de Cambó de la guerra anterior, con la diferencia de que el de Cambó arrojaba las bombas con cesta, y éste las lanza a mano hasta ochenta metros con perfección tal que las introduce por las ventanas de las casas y aún las de los aviones parados; uniendo a su destreza en colocar las bombas una pasmosa agilidad muscular, que le da una extraordinaria rapidez de movimientos. Es el rey de los paracaidistas.
Al poco tiempo, en el bar se habían formado dos grupos, uno con Iturria hablaba euskera, otro con el de Barakaldo dialogaba en castellano. Uranga alternaba los dos, desde su posición de mitad laburdino y mitad guipuzcoano. Cuando a Iturria le dijeron que tenía facha de navarro, se honró mucho de ser coterráneo de Irigoyen el león navarro y de Abrego por el que siente admiración. Fue preciso sus¬pender las sabrosas discusiones para acudir a la conferencia, en la cual, por ser dicha en castellano, Iturria se quedó como el negro del sermón.
Esta estampa de un atardecer en Euzko Etxea es el retrato de la vida social de la colonia vasca de Londres. Lástima que nos falte fron¬tón. De haberlo tenido, aquel día, corre peligro de que, en vez de con¬ferencias hubiéramos terminado en un buen partido. Pero, hasta que los vas¬cos de América no nos envíen cuartos con los que construir el fron¬tón, nos quedamos con las ganas.
Al terminar estas cuartillas nos enteramos que ha llegado de regreso de Normandía, el primer herido vasco de la invasión de Europa. Se trata de un muchachote donostiarra de dos metros de alto. Rubio, con cara de niño y 20 años de edad. Casalonga es su nombre. Parachutista comando, fué herido de metralla y descansaba en un hospital de Inglaterra a las cuarenta y ocho horas de comenzada la in¬vasión. Con leves heridas de metralla en piernas y espalda, nos envía recado con las visitas, de que cualquier día de estos espera venir a Euzko Extxea a «hacer una cazuelada». Este podría ser el cuarto, el completo de las dos parejas para un buen partido de pelota.
Manuel de Irujo
Por favor , no nos olvidéis a los navarros. Poco a poco , llegaremos, no dejéis a upn , la unión de paletos no navarros,volver al poder nunca mas.Eskwrrik asko