Un acto entrañable y necesario en Gernika

Domingo 15 de diciembre de 2019

Este domingo, cuarenta aniversario del regreso del exilio del Lehendakari Leizaola, el actual gobierno vasco ha estado a la altura del recuerdo que se merece aquella fecha en el homenaje a aquella generación que lo dio todo por Euzkadi. .Acto como el vivido no solo ha sido pedagógico sino hacen país. Salvo el PP, que incomprensiblemente no estuvo, desde Otegi hasta Ortuzar, pasando por Martínez e Idoia Mendia, junto al gobierno vasco y representantes políticos de todas las instituciones seguramente se estremecieron cuando el Lehendakari Urkullu dio paso a una grabación del Lehendakari Aguirre en el Congreso Mundial Vasco de 1956, leyendo la carta de despedida de su Consejero Alfredo Espinosa, antes de ser fusilado junto a Lauaxeta. Pero no solo eso. La entonación de Illeta del maestro Sorozabal, cantado por el Orfeón Donostiarra, dio paso a un acto equilibrado donde se puso en valor la continuidad de una institución y la entrega de sus servidores a la causa de la libertad vasca contra viento y marea.

La presentadora estuvo francamente bien y dio paso a las intervenciones de dos nietos, Amaia Aguirre y Xavier Bindel nieto del Lehendakari Leizaola, siendo la sorpresa agradable del día.

La alcaldesa de Getxo tuvo una intervención muy sólida describiendo la personalidad y el pensamiento de su aitite. Estuvo con su ama y hermano y demás familia donde echamos en falta a su aita Joseba y su ixeko, Aintzane, recientemente fallecidos.

El nieto de Leizaola comenzó su disertación en un perfecto euskera siguiendo la misma en un castellano con acento parisino. Fue una pieza muy completa terminándola de e manera.”Eskerrik asko Lehendakari zarra”, ”Eskerrik asko aitona”. Recordó como el Lehendakari había tenido seis hijos y 22 nietos, parte de ellos estaban allí, así como bisnietos que querían hacerse presentes en un homenaje a su abuelo, y aunque viven entre Belgica, Paris y Caracas y hablan francés, saben de donde provienen y lo que significó su aitona en la historia de Euzkadi

Publicaré las dos intervenciones que merecen la pena. Son piezas a recordar.

Estuvieron todos los Lehendakaris que hemos tenido en estos años, Garaikoetxea, Ardanza, Ibarretxe, López y Urkullu. Era una buena imagen de país serio y respetuoso. Muy sólida. Dejando de lado lo que divide, se estaba allí rindiendo un justo homenaje a lo que une, y eso merece la pena.

Ha sido dirigido este acto por Aintzane Ezenarro, responsable del Instituto Gogora que ha coordinado los actos y ha propiciado que en la biblioteca de la Casa de Juntas, Iñaki Goigana y Koldo San Sebastián hayan montado una exposición con lo que fueron aquellos años. Un muy buen trabajo que seguramente será expuesto en diversos lugares.

La fotografía que ilustra el presente post la obtuvimos tomando como fondo la biografía de Santiago Aznar, primer Consejero de industria y abuelo de María Esther que posa junto al Lehendakari Garaikoetxea con quien departimos y recordamos lo ocurrido con el regreso de Leizaola, las cajas de documentación así como viejos tiempos y episodios uno de ellos el viaje que hicimos en 1983 a Panamá, Caracas y Bogotá y como en uno de esos actos solemnes con mucha parafernalia latinoamericana donde lo de menos que te llaman es excelentísimo Sr y Doctor apareció un primo del Lehendakari que se había ido a Colombia de capuchino y le gritó: ¡¡¡¡Aupa Carlitos!!!. También le recordamos al bueno del lehendakari Leizaola, Iñaki Larreategi, nombrado en el discurso por su nieto, que le llevaba a todas partes y nos decía. ”El Lehendakari quiere ir a casa de la Sabina a comer sus alubias”. Y allí iban porque al que le gustaban las alubias era a Iñaki…Un gran tipo.

Seguramente Garaikoetxea, Pujana, Begoña Ezpeleta (con quien organicé hace cuarenta años el viaje de regreso del Lehendakari Leizaola) y alguno más seremos de los pocos que estuvimos en aquel acto de 1979 cuando Leizaola le pasó simbólicamente su legitimidad al entonces presidente del Consejo General Vasco Carlos Garaikoetxea. El tiempo con su guadaña ha acabado con todo aquel mundo de la resistencia y el exilio y el milagro hoy en día es que sigamos recordando aquella efemérides. Con nuevas generaciones y nuevos políticos y aunque la cadena está debilitada, hoy, la cadena no se ha roto.

Una de las constataciones ha sido que todo aquel mundo tenía como referencia a Euzkadi, no a Euskal Herria, evidente en la despedida del Consejero Espinosa con su “Gora Euzkadi” y “Viva la República”, y aunque el Himno Vasco se haya interpretado fuera de la Casa de Juntas, el video, las intervenciones, la exposición y la representatividad de los allí presentes han jalonado una mañana espléndida para la historia vasca. Lástima que ETB que nació para dejar constancia de estas, entre otras cosas para destacar estos actos, siga dando más importancia al fútbol que a la historia que como se ha recordado es Maestra de Vida. Debería haber transmitido en directo el acto, hecho un documental especial y abundado en las noticias de lo vivido. Pero se ve que donde no hay mata, no hay patata.

El nieto del Lehendakari, Xavier Bindel Leizaola, un joven con muy buena cabeza, hablando con él posteriormente al acto me ha dicho que se había desayunado con mi artículo en Deia “Aguirre y Leizaola 15.500 días de exilio”, que le había emocionado lo que cuento del comandante del avión al alcanzar la muga vertical de cielo vasco y que lo había mandado a toda su familia con el título de Desayuno Familiar. Me alegro mucho que haya sido un recuerdo valorado y que el solo contar estas entrañables historias haya gustado. Creo que hay una parte de la sociedad que se emociona con la gesta de aquella generación a la que debemos de agradecer tanto y tanto, aunque solo sea con el recuerdo.

El primer brindis de Leizaola volando sobre Euzkadi

Sábado 14 de diciembre de 2019

«Que la nueva potestad establecida en Euzkadi nos lleve con es¬píritu claro e inteligente y con un corazón eficiente a los altos destinos a que nuestro pueblo vasco está llamado», fue el brindis pronunciado en euskera por el «lendakari», compartido con copas de champagne por todos sus acompañantes, en el avión, en el momento en que el «Francisco de Orellana», que el 15 de diciembre de 1979 trajo a Jesús María de Leizaola, cruzaba la vertical de la muga. Una gran ovación rubricó esas palabras.

Jesús María de Leizaola, como en todas las jornadas anteriores, continuaba tranquilo. De alguna manera ya había advertido en el transcurso del vuelo que su corazón no latería con más velocidad al pasar de Euzkadi Norte a Euzkadi Sur, “porque para mí es sólo una Euzkadi, aunque políticamente sepa guardar las diferencias y respete las decisiones. Mi corazón nunca cruzará la muga”.

Sombrero nuevo

La jornada del Lehendakari co¬menzó con la misma rutina que du¬rante los largos años anteriores. Realizó el mismo viaje en Metro e incluso atravesó la puerta de la sede del Gobierno vasco a la misma hora de costumbre. Sin embargo, los más próximos pronto supieron un detalle: «Don Jesús estrena hoy sombrero».

La mañana la dedicó a concluir la redacción del discurso de entrega de poderes que hoy pronunciará en Gernika. Es un texto que el «lendakari», ayudado por el consejero del PNV en el Gobierno vasco, ha deseado perfeccionar al máximo.

Cierre simbólico en rue Singer

Pero quizá el momento más entrañable de la jornada en París fue el simbólico cierre de la sede del Gobierno vasco en el exilio de París. A la espera de subir ya al autobús para marchar hacia Orly, con la mayoría de sus acompañantes ya en esa esquina del número 50 de la rue Singer, sólo se recortaba tras los cristales del vestíbulo de las oficinas la figura del «lendakari», esperando a que todo el mundo saliera a la calle. Inició su paso hacia la puerta pero de pronto observó que una luz había quedado encendida. Apagó el interruptor y sin una vacilación cruzó el umbral. Después se agachó para cerrar con llave la puerta y sólo la insistencia de los fotógrafos impidió que el acto no durase poco más de un instante. Se quiso realizar ese acto simbólico ya que en sí misma la sede no ha sido cerrada definitivamente, a la espera de que se trasladaran a Euzkadi todos los archivos y documentos y se destinaran las instalaciones a otro fin concreto.

El «lendakari» ascendió al autobús y se inició el camino hacia Orly. En la esquina, José María Garmendia, otro de los fieles, solo, lloraba.

«No, no me ha impresionado cerrar la sede del Gobierno —aseguró el «lendakari»—. He sufrido separaciones de la misma más dolorosas, como la salida de París el 11 de junio de 1940, cuando entraron los alemanes». Esa misma actitud de negarse a las emociones, imposible de medir en su justa realidad, la conservó Jesús María Leizaola durante todo el viaje. Incluso por la mañana ya se había atrevido a señalar: «¿El día más feliz de mi vida? Tampoco, tampoco… Además, el día no se ha terminado».

«Es emocionante verle a aita tan feliz»

Sin embargo, para sus hijas Begoña, Arantxa y Estíbaliz les resultaba muy emocionante «verle a aita así, tan feliz». «Se siente completamente bien en su posición actual», comentó Arantza. Begoña, la hija con la que había vivido en París, añadió: «Hemos comentado muy poco el hecho de su regreso. Ha sido todo tan precipitado… Además, aita es muy silencioso y no dice casi nada». Incluso Begoña ignora los planes del «lendakari» y no sabe con qué frecuencia se trasladará de su nueva residencia, en San Sebastián, a París. «No ha dicho qué va a hacer», concluyó. Y esta con sus dos hijas que viven en esas capital —Begoña y Arantxa—, sino también Estibaliz, que vive en Bruselas, o la despedida la semana pasada de lciar, domiciliada en Brest, hoy todos en el aeropuerto junto con sus maridos y seis de sus nietos, fue una de las muy escasas emociones que el «lendakari» reconoció. «Encontrar en el aeropuerto para despedirme a tantos familiares míos o que tres hijas me acompañaran en el viaje, ha sido una gran sorpresa».

Durante el tiempo que duraron los trámites en el aeropuerto la familia Leizaola se mantuvo apiñada en torno al «lendakari», pero nada parecía demostrar la trascendencia del momento. Incluso Begoña Leizaola comentó que a su juicio la tranquili¬dad de su padre no era sólo aparente, sino real.

Medidas de seguridad

Discretas medidas de seguridad habían sido solicitadas a la Policía francesa, más como medida de prudencia, pero, al parecer, este deseo no fue bien interpretado en el aeropuerto, ya que los pasajeros del mismo tuvimos que superar dos intensos controles al acceder a la pista y en el avión, una fluyó de modo decisivo en el retraso del vuelo.

Durante el viaje, la atención del «lendakari» se centró en conocer con exactitud la situación de la vertical sobre la que se encontraba el aparato y comentar algunas anécdotas sobre esas localidades. Y así recordó el último vuelo en el que atravesó Francia junto con Juan Ajuriaguerra, o reme¬moró que la última vez que estuvo en la bahía de la Concha había sido en un contratorperdero inglés, en diciembre del 36, cuando fracasaron las negociaciones para el canje de presos políticos a causa de la actitud del Gobierno de Burgos. Simultáneamente alternó con los cerca de 50 periodistas que seguían el viaje sin moverse de su asiento. El viaje lo inició tomando una copa de champagne y durante el mismo tomó con apetito los canapés del aperitivo.

La primera jornada para visitar la tumba de su familia

Y también expresó su deseo para la primera jornada en San Sebastián, donde fijó su residencia cuando concluyeron aquellas primeras actividades políticas: «Lo primero que haré en Donostia será ir al cementerio, a la tumba de la familia”.

Ocurrió hoy hace cuarenta años.

El domingo se cumplen 40 años del regreso de Leizaola

Viernes 13 de diciembre de 2019

Este domingo se cumplen cuarenta años del regreso del exilio de D. Jesús María de Leizaola, segundo Lehendakari de la historia. Cuarenta años. Tras regresar con 83 años, vivió otros diez más muy felices visitando todo lo visitable en Euzkadi, yendo a todos los actos, inauguraciones de batzokis, pueblecitos, y a todo lo que le invitaban. Con su chófer Iñaki Larreategi, un eibarrés que era no solo chofer y guardaespaldas, sino casi como un jefe de gabinete, aparecía en los lugares más insospechados. Puede decirse que tras pasarse cuarenta años en el exilio manteniendo enhiesta la institucionalidad vasca, disfrutó de lo lindo del país y de la gente aquellos años.

Por eso es bueno recordar la fecha del Aberri Eguna de 1974 cuando clandestinamente, con el riesgo de detención que esto suponía, estuvo bajo el Árbol de Gernika animando a la juventud a seguir la lucha de forma democrática. Cinco años después le entregaba al entonces Presidente del Consejo General Vasco, Carlos Garaikoetxea, las llaves de la delegación de Paris en un acto simbólico en la Casa de Juntas, como traspaso de poderes.

Aquel viaje de 1974 se organizó de la siguiente manera:

Una sola vez estuvo Jesús María de Leizaola en Euzkadi Sur, en sus 43 años de exilio. Fue para el Aberri Eguna 1974, todavía en vida de Franco. Tres hombres intervinieron en la operación: Federico Bergareche, que fuera alcalde de Basauri; Primi Abad y quien fuera l Consejero de Industria del CGV, Mikel Isasi.

El primero de ellos nos contaba: «La idea surgió en uno de los viajes al otro lado, a Iparralde. En una reunión del EBB, en Villa Izarra, y medio en broma, planteamos qué podíamos hacer de nuevo para esta fecha. Y fue a Isasi al que se le ocurrió que podríamos llevar al lehendakari a Gernika. A los quince o veinte días volví a pasar a su casa, en Donibane y le pregunté si iba en serio, y si estaría dispuesto a hacer los preparativos correspondientes al exterior. Dos semanas después, el EBB, reunido en Donosti, tomaba el acuerdo definitivo, si el Lehendakari Leizaola aceptaba.

Hubo confirmación telefónica, y el 13 de abril, a primera hora de la tarde, se realizó la operación. Mikel Isasi se encargó del viaje hasta el paso clandestino de la frontera. En el interior, Bergaretxe, acompañado por su esposa, fueron los primeros anfitriones de Leizaola. «Pero mi mujer y yo parecíamos los turistas, y él el guía. No nos dejaba ni hablar. Se acordaba de todo, conocía todo, y de cada lugar de Bilbao nos contaba una anécdota, una historia, un sucedido. Recuerdo que cuando íbamos a cruzar el puente de la «solución centro» me dije: Aquí voy a poder hablar. Pero tampoco. Sabía que era nuevo, cuándo lo habían construido… fue como siempre. Cada vez que hablo con él me parece estar con un profesor de Historia, mejor que muchos profesores de Historia».

«Camino de Algorta, al pasar por la Naval, Euskalduna, Altos Hornos, nos hizo parar un momento y contó los últimos instantes de la guerra».

En Algorta, y en casa de Sabin Zubiri, como el propio Sabin lo contaba , pasó aquella noche en Euzkadi Sur, el presidente en el exilio. Al día siguiente fue trasladado a Gernika, por el propio Bergaretxe y Carlos Zárraga. «Lo de Gernika, era un acto casi cerrado; se había dicho a muy poca gente y, aún de éstos, a muchos sólo se les comunicó que debían acudir, sin explicar por qué. Cuando fue extendiéndose la noticia, a eso del mediodía, le metimos otra vez en el coche para el regreso. Algunos, retrasados, no llegaron a verle».

No hubo ningún encuentro desagradable en el regreso, ni se vieron controles policiales. Como medida de seguridad, el Lehendakari cambió varias veces de coche. Pero, una vez más, hizo gala de su tranquilidad, de su serenidad. Bergaretxe concluye:

«Se le veía que estaba radiante de felicidad, de contento. Salimos con muy poco tiempo, porque a las dos le esperaban en San Juan de Luz para la comida de homenaje. Al llegar al «Balcón de Vizcaya», junto a Guernica, nos hizo parar y bajar del coche, junto a una pequeña ermita que hay allá, al lado de la carretera. Nosotros le metíamos prisa, por miedo a que le reconociese alguien y fuera peligroso. Pero él, como si nada. Quería volver a estar en el sitio donde le detuvieron en 1922. Y hasta dijo, en tono de enfado: «Pronto llegará el día en que podré volver y pasearé tranquilamente, por donde quiera».

Llegó hace cuarenta años. Es lo que recordaremos el domingo.