Domingo 29 de marzo de 2020
Dicen que la historia la escribe el vencedor y se la cree el vencido. Pero José Antonio de Agirre no estaba dispuesto a esto y, desde el exilio creó un grupo de gentes para ir trabajando en una historia lo más parecida a lo acontecido y tuvo la suerte de contar con un elenco de lujo formado por Ildefonso Gurrutxaga, Jesús de Galindez, Ixaka López Mendizabal, Vicente Amezaga, Jon Bilbao, Manu Sota y varios más con los que iba pergeñando ese trabajo que acariciaba editar de cara a las nuevas generaciones. Era un político historiador de esos que hay tan pocos hoy en día. Importa más un master sobre el rebobinamiento de la fibra óptica que saber lo que acaba de pasar para no repetir errores, siendo también muy importante la fibra óptica. Pero no solo.
Ildefonso Gurrutxaga fue un historiador de primera. Le conocí una vez en San Juan de luz y tenía ese aspecto de señor antiguo que se lo sabe todo siendo además muy discreto. Había nacido en Azpeitia, era abogado, fue en tiempos de guerra Fiscal General de Euzkadi, magistrado en Ciudad Real y Alicante y presidente de la Audiencia de Tarragona. Exiliado en Francia embarca en El Alsina y llega a Buenos Aires en 1942 donde integra el equipo de la Delegación Vasca como administrador de la publicación Euzko Deya y allí trabajó en todo lo vasco que se movía, llegó a ser vicepresidente del Laurak Bat, escribiendo libros así como en Euzko Deya y Tierra Vasca y cuando volvió a Iparralde en 1953 fue presidente de Sabindiar Batza y editor de las obras Completas de Sabino Arana. Fue un excelente historiador con gran sentido crítico. Falleció en 1974 y está enterrado en Azpeitia donde tiene calle pero poco se le recuerda.
Y hoy lo traigo a colación por la semblanza que hizo del Lehendakari cuando este falleció hace ahora sesenta años. Lo vemos en esta foto en el Laurak Bat de Buenos Aires.
La semblanza es ésta.
“Entre las muchas labores que realizó José Antonio de Agirre hay una que le llevó muchas horas y que sin embargo es poco conocida: es la Historia del pueblo vasco que estaba escribiendo y quedó a medio hacer cuando le sorprendió la muerte.
Un libro de historia vasca escrita con criterio moderno y no muy extenso es una necesidad sentida desde hace tiempo y que nadie la ha satisfecho hasta ahora. Agirre a causa de su entrega a la resolución de los problemas del país captaba como pocos dicha necesidad. Sabía que el conocimiento de la historia propia desarrolla en los pueblos la conciencia de su ser y da asimismo al dirigente político una perspectiva de lo que pasa al presente y cierta previsión del futuro. Las circunstancias le hicieron concebir al Lendakari la idea de que fuese él quien escribiese la obra esperada, cuando en el año 1941, después de escapado de Berlín y llegado a Nueva York, fue nombrado profesor de la Universidad de Columbia y encargado de una cátedra de cultura e historia vascas. Entonces adquirió con una editorial norteamericana el compromiso de escribir en un plazo corto un libro de historia vasca, que no debería exceder de las trescientas páginas Agirre acometió el trabajo con su peculiar empeño; pidió colaboración a algunos amigos, pero el peso mayor cargó sobre sus espaldas.
Al abandonar Nueva York y regresar a Europa en 1945 tenía ya una primera redacción de la obra, desde la prehistoria hasta el siglo XIII; pero su probidad científica le hizo no conformarse con lo hecho y volvió a rehacerlo. Los años siguientes fueron de gran actividad política, y por lo tanto poco favorables para las labores como las de historiador y que requieren sosiego y absorben muchas horas. Sin embargo siguió Agirre dedicando a la historia el mayor tiempo que pudo y la obra fue avanzando aunque penosamente. Dio una segunda redacción al trabajo y lo amplió hasta fines de la Edad Media. Vino luego una tercera redacción de varios capítulos y aún un cuarto retoque de algunas páginas. En este estado le sorprendió la muerte el 22 de Marzo de 1960.
Del trabajo realizado nos quedan ahora en limpio quinientas veinte cuartillas escritas a máquina a doble espacio. Pero, como decimos, la obra estaba en plena elaboración y transformación. Así se ve por las tiras de papel escritas a mano que aparecen intercaladas entre dichas cuartillas, en las que se dice que se vuelva a revisar, a quitar rotundidad a algunos pasajes, a intercalar páginas o a investigar de nuevo algunos hechos por conversaciones tenidas con el autor sabemos también que lo escrito no lo consideraba definitivo.
Hemos creído que el fruto de tan penoso esfuerzo hecho, aunque inacabado, no podría quedar en el olvido, ni destinado a ser un triste atado de papeles en la sección de manuscritos de una biblioteca. Por eso en la Editorial EKIN de la Argentina publicamos un capítulo de la obra, el que a nuestro parecer era el más maduro y el que reflejaba mejor la personalidad del autor y las preocupaciones que vivió los últimos años; es el dedicado al reinado de Sancho el Fuerte y al fin de la Dinastía Pirenaica.
Decimos que es el capítulo de más sello personal del autor, en donde se reflejan las preocupaciones que tenía al momento de escribirlo; esto no quiere decir que esté escrito tendenciosamente, hoy está reconocido por todos que la historia no puede separarse del historiador, lo cual no rebaja el valor de la Historia en relación a las otras ciencias, pues a éstas les sucede lo mismo, aún a las llamadas ciencias exactas y físico naturales. Junto al elemento objetivo que lo da la realidad, está el subjetivo que pone el científico y que no es posible eliminarlo totalmente. Al leerse pues el capítulo publicado, unas 65 páginas, podemos ver a Agirre y su tiempo.
Hay cierto paralelismo entre las vicisitudes del reinado de Sancho el Fuerte y los años que le cupo en suerte a Agirre como dirigente del pueblo vasco. Entonces, como recientemente, se desataron en Europa grandes huracanes bélicos que arrasaron muchas estructuras sociales y políticas; y el pequeño pero duro pueblo vasco, luchó a brazo partido para no desaparecer. En uno y otro caso lo internacional tiene en muchos momentos un papel preponderante, la suerte de los vascos se juega muy lejos de su tierra; pero también, actos y hechos que ocurren en el país tienen resonancia internacional. Por otra parte hechos ocurridos entonces, están pesando todavía hoy, por ejemplo, la separación de Gipuzkoa y Alaba de Nabarra, así como la de Bizkaia, que si bien se segregó en el reinado anterior, consolidó la separación de ésta durante éste. Todo ello hace que Agirre estudie dicho reinado con cariño especial dándole una extensión excepcional, en relación a otros reinados, y que se fija casi exclusivamente en el aspecto internacional.
Son interesantes y no dejan de tener belleza artística los distintos cuadros que presentan de las fuerzas internacionales en juego y las reacciones en cadena que se producen: güelfos y gibelinos; papales e imperiales; angevinos, capetos y Hohenstaufen; ingleses y franceses; cristianos y musulmanes; cruzados, albigenses y turcos; en lo interno, la pugna de Bizkaias y Guevaras. De trascendencia internacional a la tenaz resistencia de la ciudad de Vitoria a las armas de Alfonso VIII, de Castilla, aunque al fin la rinden el año 1200, pues inmovilizó largo tiempo a los sitiadores que no pueden marchar camino de Francia a ayudar a sus aliados. En cambio, de gran importancia en el provenir de los vascos a la batalla de Bouvines, que se dio en el Norte de Francia el año 1214. Quién no ve ciertas afinidades entre todas estas marañas y la embrollada vida nacional e internacional que le tocó vivir a Agirre?
En las melancólicas reflexiones que hace al final del capítulo, cuando escribe que Sancho el Fuerte ayudó a los reyes vecinos y aún no vecinos, como el emperador de Marruecos, a mantener sus dominios y coronas y él en cambio se encontró a la postre con su reino territorialmente disminuido por usurpación de uno de los reyes beneficiarios de su ayuda: quién no ve un paralelismo de ánimo?. El Lehendakari, aparentemente optimista, se veía en los últimos años como el buen rey vasco del siglo XIII, con un fondo de amargura, al ver que Euzkadi, leal a la República española, a los aliados de la Gran Guerra y a la Iglesia, estaba olvidada de todos. Podemos aplicarles las palabras que él escribe de Sancho el Fuerte: «Representaba ciertamente el destino de sus pueblos en aquellos trágicos días».
Agirre llevaba camino del político-historiador, del que hay tantos ejemplos en la historia desde la Antigüedad hasta Churchill. Así como el estudio del pasado ayuda a explicar el presente, el conocimiento del presente ayuda a comprender el pasado. De ahí que el político gran conocedor del presente que vive, se halla en condiciones óptimas para ser historiador. Agirre, a sus grandes méritos, pudo haber añadido el de ser historiador moderno del pueblo vasco. Pero el azar, tan poco amigo de los vascos, nos jugó una vez más una mala partida, privándonos de él prematuramente”.
Esta es la semblanza, sobria pero erudita de un gran historiador. ¿No ha llegado el momento de editar esos 500 folios?.
Estimado Iñaki:
Valga esta misiva, para dejar un comentario en relación a la decisión «unilateral» del gobierno español, y de su presidente, sobre la comunicación ayer, por alevosía, sin contar con la opinión de nuestras instituciones, Lehendakari (primero), empresas, autónomos, trabajadores, patronal, sindicatos, familias, etc, de nuestra comunidad, por televisión tal como si esta situación (desgraciada por cierto) a la que nos enfrentamos, sea un reality.
Hay que recordarle al señor presidente del gobierno español, que la comunidad autónoma del País Vasco (Euzkadi) representa un monto aproximado de 72.170 millones de euros de generación de riqueza, en relación a la nación a la que representa.
Que adicionalmente, los vascos, no nos hemos negado, JAMAS, a ayudar (por muy nacionalistas que seamos, o no, esa es nuestra gran riqueza, como en San Mamés) a las distintas comunidades con las que interactuamos, sean de ámbito nacional y/o internacional (lo digo por que al igual que tú, que el hermano del difunto Xabier Arzallus, – y otros muchos vascos, he nacido en Venezuela, gracias a la ayuda que ese pueblo proporcionó, a tantos Vascos, Valientes por supuesto, tales como en este humilde caso, mis aitas, empresarios reconocidísimos en el Estado Zulia, Maracaibo)
Hoy en día, ya hace mucho, y gracias a dios, y al esfuerzo de esas personas, valientes, hoy, en mi tierra, si en dicho bien, EN MI SAGRADA TIERRA, no puedo comprender, como debo aceptar, que alguien sin ningún CONOCIMIENTO TÉCNICO (soy auditor y consultor de empresas, con un despacho de 11/13 profesionales en Bilbao, con ,más de 32 años de experiencia profesional y vecino, entre otras latitudes, también, tuyo de Bakio), de quien no ha estado en:
Empresa de fundición
Empresa de Estampación
Empresa de Máquina Herramienta
Empresas de……..
Autónomos – que lo dan, todo
Pueda dictaminar, sin convocar, mesa de consejo «alguna», sin OIR/PENSAR/REFLEXIONAR, QUE EL CAFÉ CON LECHE PARA TODO, NO ES .. UNA BUENA SOLUCIÓN.
Tras esta diatriba, estimado Iñaki, me despido, y decirte que yo no puedo, pero tal vez tú (en este caso igual Aitor), pudieras enviar al palacio de los leones (ya sé que no es evidentemente San Mamés, que más quisieran, .. los leones, .. claro), un libro de Pedro Laín Entralgo, con una cita de Ortega, .. «DIOS MÍO, ..¿QUÉ ES, ESPAÑA?»
Un abrazo, y perdón, por la perorata
PD El libro lo paga mi despacho, y/o cuentos ean necesarios remitir (en función de si las imprentas sean ESENCIALES, ó NO)
ya es hora, y serviría además de para conocer e interesarnos por nuestra historia a que los recelosos navarros reconocieran que euskadi y su historia no es ajena sino la evolución de la propia historia de navarra… lecturas obligadas para todos los vascos ya que por desgracia por mucha competencia en educación tengamos el currículo español, que es quien realmente tiene el mando, no nos deja estudiar en la escuela nuestra propia historia…
Egun on:
¿Pero en manos de quién está el editar esos 500 folios?
No creo que sea por el dinero que cuesta, por lo tanto, no lo entiendo.
Un abrazo.
Hegaluze.Tienes el dato.No se ha editado.
Totalmente de acuerdo con lo escrito