Berriro ere

Viernes 6 de octubre de 2023

Muy interesante. Aplicable no solo al euskera y su utilización, sino también a otras cuestiones (como la “política” en Navarra, y por extensión en Euzkadi).

Xabi Larrañaga

Ya lo he escrito aquí: tenemos un gigantesco problema con la realidad. Si escuece intentamos negarla, si desfigura una utopía le damos la espalda y seguimos enfadados, y enfangados, cuesta abajo. Me refiero otra vez al euskara, que anda en boca de alguna gente precisamente por no andar todo lo que esa gente quisiera en boca de otra gente. No sé si me explico.

Y entonces viene la adjudicación de responsabilidades, casi siempre consideradas políticas y educativas, como si no existieran las causas personales y sociológicas. Ese reparto es un chollo, pues cualquier ideología es discutible y aporta el calor de la trinchera. Los hechos, en cambio, no distinguen banderas: la mayoría habla hoy castellano no porque estudie en un modelo u otro, sino porque le resulta más fácil. Si a esa perogrullada le añadimos que para muchos el euskara es sólo el idioma de la pizarra y el perfil, ¿por qué elegirlo en sus ratos de ocio? Pues nada, por ahí andan proponiendo hacerlo más sencillo, a ver si la paella sin arroz alegra el menú.

Para usar un idioma, y esto también lo repito, hace falta un motivo instrumental, cultural o emocional. Por eso habla euskara un senegalés en Ondarroa, un lingüista en Tibilisi y un euskaltzale donde pueda. Y no obstante todavía hay quien cree que nuestro apego familiar, vecinal, laboral, filológico o patriótico hacia esa lengua no sólo debe ser respetado, que sin duda lo debe ser, sino que además ha de ser compartido. Y eso es muchísimo pedir, y eso es siempre fracasar. Última repetición: mejor ser atractiva minoría que ilusoria mayoría. Así al menos nos ahorramos el disgusto a fecha fija.

Para “avanzar” en algo, previamente hay que hacer un buen diagnóstico de la situación, analizar sus causas y condicionantes (los aparentes y los profundos, los “confesables” y los “inconfesables”, los reales y las “excusas”, …)

Pero a veces (o casi siempre) es más cómodo negar o desfigurar la realidad, “echar balones fuera”, …

Lo malo es que si actuamos desde esta “realidad desfigurada” no se abordan las causas reales y, en consecuencia, no se actúa sobre ellas y la situación permanece.

Y así, en un cómodo y eterno “circulo vicioso”.

Modernizar la política para fortalecer la democracia

Jueves 5 de noviembre de 2023

Luis Ernesto Aparicio M.

Antes de abordar el tema, pensé en el simplismo que encierra el repasar a la política. Buscar modernizarla es el reto más importante que podamos enfrentar debido a las zonas cómodas en ella y que se han desarrollado a largo de los siglos XX y XXI. Es mucho más fácil encontrar cambios en patrones tecnológicos, pero muy poco hallamos elementos que indiquen que la política ha sido parte de algunas transformaciones.

Entiendo que más de uno podría decir que la política está cambiando. Pero no se puede hablar de una modernización de la política porque existan nuevos actores que van ocupando espacios en ella. Y es cierto, hoy contamos con rostros nuevos, pero son individuos que lejos de modernizar, trabajan para caminar hacia el pasado, con propuestas nada cercanas a una opción de modernidad

La política es un reflejo dinámico de la sociedad en la que se desarrolla. En un mundo en constante evolución, es esencial que la política también se adapte y modernice para abordar los desafíos y las oportunidades que enfrentamos en el siglo XXI. Su modernización no es un mero concepto teórico; es una necesidad apremiante para fortalecer la democracia y prevenir tanto el autoritarismo como el populismo que amenazan con socavar los principios fundamentales de la libertad y la justicia.

Una de las piedras angulares de la modernización política es la transparencia y la rendición de cuentas. En un mundo digitalizado, los ciudadanos demandan acceso a la información sobre las actividades de sus representantes y líderes políticos.

La transparencia no solo es un derecho de los ciudadanos, sino también una herramienta poderosa para prevenir la corrupción y mantener a raya el autoritarismo.

Una modernización implica hacer un llamado a una mayor participación ciudadana en el proceso político. La tecnología ofrece nuevas formas de involucrar a los ciudadanos, desde encuestas en línea hasta consultas públicas. Esta participación empodera a la sociedad civil y garantiza que las políticas reflejen verdaderamente las necesidades y deseos de la población.

La tecnología, especialmente las redes sociales, ha transformado la comunicación política. Si bien ofrece oportunidades para el diálogo y la movilización, también plantea desafíos en términos de desinformación y polarización. La modernización política requiere que los líderes políticos utilicen estas herramientas con responsabilidad y que se implementen estrategias efectivas para combatir la desinformación.

La modernización política a menudo involucra reformas en el sistema electoral. Se deben revisar y mejorar los sistemas para hacerlos más justos, inclusivos y representativos. Esto puede incluir cambios en la forma en que se financian las campañas políticas y en cómo se dibujan los distritos, circuitos o colegios electorales.

Ella, a su vez, exige una ética política sólida. Los líderes políticos deben actuar de manera ética y moralmente responsable en el ejercicio de sus funciones.

Asimismo, se deben implementar medidas efectivas para prevenir y sancionar la corrupción en todos los niveles de gobierno.

Esta modernización en la ética política pasa por entender los momentos en los cuales un político de formación debe: primero preparar a las generaciones de relevo y segundo, abrir camino para que sean estos últimos quienes ocupen los espacios relevantes en las organizaciones políticas y de participación.

Mucho daño hace la eternización de los liderazgos dentro de las organizaciones políticas y en el ejercicio del o de los gobiernos. Ese tema de pensar que la continuidad contribuye con el desarrollo de los países es una fantasía que los autócratas y populistas han vendido. El “yo necesario” o “el dueño del partido”, le hacen un flaco favor a la política y a la democracia, por lo que es tiempo de estar pensando, constantemente, en la generación de relevo y el legado que recibirán.

La modernización de la política es esencial para preservar y fortalecer la democracia en un mundo en constante cambio. Promover la transparencia, la participación ciudadana, la ética política y la lucha contra la corrupción son pasos fundamentales en este proceso.

A medida que enfrentamos desafíos globales y locales, la modernización política se convierte en un imperativo para garantizar que ella refleje verdaderamente la voluntad y las necesidades de la sociedad. La modernización política no es una opción, sino una responsabilidad que debemos abrazar para un futuro democrático y justo.

Luis Ernesto Aparicio M. es periodista, exjefe de Prensa de la MUD

Precisiones y sugerencias sobre la Casa de la Palmera, que van a derruir

Miércoles 4 de octubre de 2023

Publiqué ayer la tristeza que me produce que derriben la casa de la Palmera. Y sobre todo que la gente lo considere algo normal, cuando no lo es. Un ex Diputado General me decía: ”Bilbao tiene un plan urbanístico en toda la ciudad. No entiendo eso de vivienda libre en un 100%. ¿Tanto mandan las constructoras a la orilla de la Ría?. Sígase la pista al promotor.”.

Y un arquitecto experto en urbanismo me comenta que antes de destruir una casa de 125 años daría más aprovechamiento urbanístico alrededor con la condición de mantener la casa de la Palmera que es una preciosidad”.

Y como estamos hablando de gentes que solo miran al dinero, un afiliado de Deusto me comenta muy molesto, lo siguiente: “La llamada Casa de la Palmera nunca ha estado en Zorrozaurre, que es parte y está en la punta noroeste de la actual isla tras la apertura del canal, es decir, Zorroza aurre, delante o enfrente de Zorroza. La casa de Yandiola, la de la Palmera, está delante o enfrente de Olabeaga, es decir en Deustoibarra, la Ribera de Deusto.

El problema fue haber tenido al frente del Plan General de ordenación Urbana a un muy terco de Mungia que no hizo caso a nadie y nos hemos quedado con esa parte de Deusto que ahora todo el mundo la conoce de manera equivocada como isla de Zorrozaurre en lugar de Deustoibarra que es lo correcto. Pero si no se respeta la denominación con este ramplón adanismo que sufrimos, es normal que tiren la casa, la palmera y todo lo que se le ponga delante para construir casas sin personalidad, sin vida y sin gracia como tiene la actual Casa de la Palmera. Lástima que en Deusto, que tuvo hasta ayuntamiento y tenía vida propia, hasta que la dictadura de Primo de Rivera nos la quitó con Federico Moyua, estas cosas importan un pito. Para rato hubiera sucedido eso antes cuando los tomateros, nuestros aitas y abuelos, hacían gala de su identidad. ¡Que desastre!.