Miércoles 24 de diciembre de 2025
Nos quejamos de vicio. Nuestros antecesores lo pasaron peor. Habían perdido una guerra, se habían quedado muchos de ellos sin casa y sin trabajo. O en el exilio, o con familiares en la cárcel o en el cementerio. Para colmo Francia estaba ocupada por los alemanes, Euzkadi por Franco, el gobierno vasco desperdigado y el Lehendakari en paradero desconocido.
En ese contexto Manu Sota, que ha sido noticia estos días por la edición de su libro de viaje desde Nueva York a Boise en autobús (cuatro días) con Antón Irala, le escribía a Don Manuel de Irujo una carta al inicio de 1941 donde le daba cuenta de las navidades celebradas. Y como hoy es navidad, lo recuerdo.
Y le decía:
“El día de Navidad un grupo de niños vascos vestidos con nuestros trajes típicos y previa invitación de la esposa del presidente Roosevelt, estuvieron en la Casa Blanca, donde cantaron villancicos en euskera y luego le entregaron un Jaiotza en agradecimiento por lo que había hecho por nuestros refugiados. Al acto asistieron el Presidente de los Estados Unidos y los príncipes de Noruega que estaban invitados en la Casa Blanca. Los niños fueron obsequiados y es de notar, que fue el único grupo de niños que entró en la Casa Blanca ese día
Pocas horas después de terminar el presidente Roosevelt su discurso por Radio en favor de la Gran Bretaña, recibimos un telegrama de Leizaola, encargándonos de transmitir la felicitación de los vascos a la Casa Blanca. El telegrama se lo envié a Roosevelt tal y como estaba redactado acompañado de una carta escrita por mí. El Departamento de Estado me ha contestado con gran afecto.
Con motivo de inaugurarse el día 20 de enero la tercera etapa presidencial de Roosevelt, le he elevado un mensaje exponiéndole la triste situación de nuestro pueblo”.
Hago este apunte porque no le veo a Trump haciendo hoy lo mismo con los niños ucranianos o palestinos o venezolanos o saharauis. Pero era Roosevelt, y nuestra causa la movía muy bien el gobernó vasco en el exilio. Estar, tocar la puerta, resistir, mantener una conducta. Son datos desconocidos, sabiendo que hay muchísimos más. Pero destaco no solo al Presidente sino a su esposa, Eleanor, una gran activista de los derechos humanos.
Ocurrió una Navidad de hace 84 años. Honrar, honra.
