Sábado 10 de marzo de 2018
El jueves 8 de marzo fue un día decisivo e histórico para las mujeres europeas y americanas, no así para las africanas, indias y chinas.
Pero no solo hubo presencia en las calles y ausencia en los trabajos sino una intensísima campaña de redes de todo tipo.
A mí me tocó ésta que expongo a continuación pues fue un debate abierto y público de Facebook, en mi caso con una periodista amiga, conocida en los pasillos del Congreso, una periodista madrileña todo-terreno, Carmen Moragas, de las que forman parte del paisaje de las Cortes como lo fui yo en su día, de aquellos vericuetos.
Y como dijo el conde de Trastamara, ni quito ni pongo rey, pero ahí va el debatillo que tuvimos.
Carmen nos contó su mala experiencia laboral, yo opiné sobre ella y una amiga de Carmen, La Sra. Nieto, con una orden muy patriarcal me mandó hacerme a un lado.
Soy siempre de la opinión de denunciarlo todo, sea quien sea. Carmen perdió y pierde una oportunidad de señalar a aquellos impresentables asquerosos, pero está en su derecho, como su amiga Marta Nieto pero si cree que sobre el feminismo y la igualdad de sexos en derechos y obligaciones se arreglará dando órdenes parecidas, apaga y vámonos.
Una pena.
El debate fue así:
Carmen Moragas. Algo sobre mí y mis inicios en la profesión
Acabé la carrera de Periodismo muy joven, aún sin haber cumplido los 21 años. Pero a mitad de carrera, con 17 abriles, quise intentar aprender el oficio y gracias a un “enchufe” de los de entonces entré a hacer «prácticas” en una emisora de radio muy importante, en su sede de Madrid. Su nombre es lo de menos. El caso es que como no había becarios -no existía esa figura, tal y como se concibe ahora-, me llamaban simplemente “la niña”. Claro, no había mujeres en la redacción. No miento. Ni una.
Mi trabajo consistía en hacer las pautas del programa a máquina, con copias hechas con papel carboncillo para los periodistas y presentadores, todos hombres.
Pero, aprovechando mi condición de mujer, de paso, también me pedían que fuera a subirles cafés, a comprarles tabaco o a lo que se terciara en cada momento. La niña de los recados, vamos. Yo me enfadaba pero no me atrevía a negarme. Al final, accedía. No me quedaba otra.
Estuve unos cinco meses en la emisora. Me lo pase muy bien, es cierto. Pero de periodismo aprendí poco, para que voy a negarlo. En cambio, de la vida y del comportamiento del macho ibérico, mucho.
Para ir al baño, si no querías dar un largo rodeo por los pasillos, solo había un atajo: pasar por la ‘pecera’ del estudio. Allí siempre estaban los técnicos y cuando atravesabas el estrecho hueco que quedaba entre la mesa de mezclas y la pared, sistemáticamente te tocaban el culo o bromeaban sobre algo referente a tu físico o tu atuendo. Aunque te revolvieras o les dieras un buen tortazo, daba igual. Un día tras otro, volvían a hacerlo. Así que terminé por dar un largo rodeo para no tener que aguantar lo que a ellos simplemente les parecía una “bromita”.
Asistí a conversaciones que sonrojarían ahora a cualquiera. A ellos mismos, supongo. Comentarios machistas de todo tipo. Uno de ellos tenía un apartamento diminuto al que llamaba “el armario”. Su llave pasaba de mano en mano para que los machitos de turno, casados «como dios manda», acudieran con ‘las otras’. Un día me la ofrecieron medio en broma…..y la acepté. Se quedaron boquiabiertos. Fui al apartamento. Los detalles me los reservo porque no vienen al caso.
Al día siguiente las miradas me traspasaban. Algunos debieron pensar que yo era una «libertina», un chica «fácil», y empezaron a tirarme los tejos en plan bestia, por si colaba, o a asetearme a preguntas para conocer los pormenores de mi visita al «armario». Disfruté con mi silencio, lo reconozco. Los comentarios machistas se incrementaron, claro. ¡Qué patético me parece todo eso ahora¡.
La mayoría de esos periodistas en su día fueron muy conocidos, aunque muchos ya no están en activo y ahora sus nombres han caído en el olvido. No quiero tampoco desvelarlos. ¿Para qué? Si eso era el pan nuestro de cada día en cualquier empresa o trabajo en el que las mujeres siempre hemos estado en minoría o simplemente no existíamos.
Cuando empecé a hacer periodismo parlamentario en el Congreso también había pocas mujeres. Aunque ya entonces empezábamos a hacernos un hueco importante.
Llevo 30 años en esto. Y siempre he visto que antes que a nosotras se promocionaba a los hombres para cualquier puesto de responsabilidad. No recuerdo haber tenido a una mujer como «jefa». Sin embargo, y ¡fijaros lo que voy a decir¡ pagaban mucho mejor que ahora. La precariedad actual es insoportable, la brecha salarial y el ninguneo sigue cundiendo, pese a todo lo que hemos conseguido.
Creo incluso que en lugar de avanzar, a veces, retrocedemos. En nuestras manos, como siempre, está cambiar esto. Hoy es un día estupendo para continuar peleando. ¡Salgamos a la calle a que se nos oiga! Por nosotras y por las que vengan detrás.
Ante esa historia, yo, en base al mutuo conocimiento de años en las Cortes le escribí:
Iñaki Anasagasti: Querida Carmen. Pues si me lo permites haces mal en no dar esos nombres pues parecería que esa conducta era generalizada. Y no es asi. Esos tipos eran unos asquerosos machistas y la gente y ellos lo tienen que saber para que se disculpen porque a mí me ha tocado estar en muchos sitios y no he visto conducta tan depravada y continua. Y la mayoría no ha tenido que vivir eso. !!!Claro que lo ha habido!!! Por eso hay que denunciarlo porque si no se hace, se repetirá.
Y contesta Carmen Moragas: Iñaki, no merece la pena porque era un comportamiento muy habitual entonces, aunque te cueste trabajo creerlo. Hablo de mediados de los 70. Ni siquiera éramos conscientes de lo que aguantábamos. Y realmente sería injusto citar a unos y a otros no. Ay, podría añadir tantas cosas que he vivido en esta profesión…!
Y tercia su señora amiga: Marta Nieto: Iñaki, eres hombre, no puedes saber lo que hemos vivido las mujeres por ser mujeres. Con respeto y por respeto, hazte a un lado y escúchanos.
Iñaki Anasagasti: Si me hago a un lado como dices, seguramente repitiendo la orden que le has oído a algún hombre maleducado no puedo escucharos. Se que no opina así Carmen a quien conocí en pasillos del Congreso. En fin. Que lo pases muy bien
Marta Nieto: Mansplaining.
Decir que lo de antes era malo y lo de ahora va mejorando es una falacia, ahora todo los del sexo es malo, pagar una mierda a los licenciados es bueno…de que hablamos, antes trabajaba uno y llegaba para vivir la unión familiar…ahora trabaja el, trabaja ella, ayudan suegros y padres…para conseguir lo que antes ganaba uno., los tiempos pasados no se pueden comparar…son distintos, ahora parece que solo se metia mano a la mujer y se metia a los hombres y no te digo nada a los niños, por no hablar de la religión.