Miércoles 11 de septiembre de 2019
Hubiera sido Papa
A los 96 años ha fallecido en una residencia de ancianos de Cambo Les Bains el Cardenal vasco Roger Etchegaray. Su funeral fue en Bayona. El vasco fue un extraordinario incansable embajador de la paz y trabajó toda su vida por el ecumenismo y el diálogo con judíos y musulmanes. Con extraordinarias dotes de diplomático, llevó a cabo varias misiones especiales en nombre del Papa incluyendo tres visitas a Irak, Irán, Sarajevo y Cuba donde se reunió con Fidel Castro. Considerado una de las personalidades más abiertas de la Iglesia Católica Etchegaray no dejó a un lado el hecho vasco, pues él lo era, de Espelette. Solía venir a Loyola el día de San Ignacio todos los años e intervenía en su euskera natal. González de Txabarri, entonces Diputado General, me comentó como hablando con él del proceso de paz en Euzkadi y de la relación de Etchegaray con la IA estos le dijeron que le enviarían sus escritos a través de correo digital y el cardenal, echándose las manos a la cabeza les dijo: ”¡No, por favor!. ¡Yo soy del Antiguo Testamento!”.
Si Juan Pablo II no hubiera durado tanto y tan malamente el cardenal vasco tenía todos los boletos para ser Papa pero Juan Pablo II duró y duró y Etchegaray se quedó en un buen e influyente cardenal. Otra sería la Jerarquía Eclesiástica hoy si el de Espelette hubiera sido el embajador de Cristo en la tierra.
No hubiera estado mal que desde el balcón del Vaticano su primer mensaje además de en latín hubiera sido en euskera. Hubiera sido la pera. Y mucho más si en lugar de tiara se hubiera puesto la txapela que llevaba con orgullo.
Una pena. Ya no hay cardenales vascos que puedan hablar con Dios y con el diablo sin dogmas.
Fantástica la exposición de Zuloaga.
He estado con María Esther en el Museo de Bellas Artes de Bilbao en visita muy recomendable. Llegas y te encuentras con la exposición fotográfica y cinematográfica de los hermanos Valentín y Ramón Zubiaurre. Las películas son inéditas. Han estado setenta años dando vueltas en arcones y ahora pueden verse retratando como era aquella sociedad de principios de siglo con su vida cotidiana y sus veraneos y como ellos pasaban siempre una semana de la misma en Ondarroa aparece una inédita Ondarroa muy interesante, con su playa, sus gentes, sus rincones y sus casas.
En una de sus salas está el famoso cuadro “Intelectuales de mi aldea” de Ramón de Zubiaurre que me ha recordado como Patxo Unzueta sacó este cuadro en El País riéndose del nacionalismo vasco y la contestación que le dio en Deia Xabier Arzalluz.
Al lado están los proyectos que fueron barajados para ampliar el Museo de Bellas Artes. Son muy atractivos y junto al de Foster, había otros realmente interesantes y novedosos. El resumen de todas esas salas con sus proyectos es que el Museo está muy vivo y mirando al futuro.
Y en el primer piso la exposición del pintor eibarrés Ignacio Zuloaga, fallecido en 1945. Es fantástica y no quiero pensar lo que habrá costado lograr algunos cuadros de colecciones particulares y de Museos e Instituciones. Miguel Zugaza está haciendo una magnífica gestión que nos permite tener un museo de lujo para una capital tan poco dada al arte.
Están casi todos los cuadros conocidos y muchos desconocidos como el que hizo a sus primas o el de Julio Beobide, el escultor de Zumaia, en cuyo estudio nos pasamos una mañana con mi ama buscando un busto que le hizo de joven y también el de la familia Zuloaga a la que él pinta o el picador tras la corrida en su famélico pollino o los de los franquistas de pro, pecado que algunos no le han perdonado, pero no es óbice para que se le considere uno de los mejores pintores vascos de la historia.
Recuerdo lo que contaba Manu Sota. Estaba Zuloaga en la carretera que va de Eibar a Arrate pintando. Lentamente pasa a su lado una carreta de bueyes con el aldeano y su akullu. Zuloaga le pregunta: ¿Qué le parece?”. El aldeano ladea la txapela, se rasca la cabeza y le dice. ”Mejor harías trabajar”.
Bueno, pues trabajó y muy bien. Recomiendo a todo aquel a quien le guste la pintura y el arte en general o quiera deleitarse con la obra de un gigante, que vaya al Museo de Bellas Artes. De verdad. Es increíble
Ezpeleta… el manoseo que le meten los franceses a los nombres vascos es demencial, incluso bastante peor que el manoseo de los españoles.