¿Agáchense!. Un pingüino nos dispara

Lunes 3 de junio de 2013

No cabe duda que hay más separadores que separatistas en la piel de toro y no cabe duda también que hay mucho dinamitero suelto metiendo horas extras tratando de volar relaciones y compromisos. Y no cabe duda finalmente que si habría que nombrar a un tipo que se coloca explosivos en su chaleco y se mete en un autobús ideológico para que todos volemos a nuestro corralito, ese personaje sin duda es Enric Juliana, subdirector delegado de La Vanguardia en Madrid.

Ya sé que el panorama político y social vasco difiere del catalán. Ellos han tenido la suerte de no haber contado con la malísima compañía de una ETA que en treinta y cinco años nos lo ha condicionado todo sin embargo en su tablero tienen un PSC que es partido distinto al PSOE y sin embargo no lo es el PSE de López; un PP mucho más beligerantemente español que el PP vasco; una ERC que no está contaminada por la violencia de una organización armada y un mar mediterráneo que suaviza en algo un carácter que en el vasco es más directo y abrupto.

Sin embargo nuestras relaciones en el Congreso y en el Senado son excelentes así como las relaciones del PNV con CIU,  siguen siendo, como lo han sido, históricamente estrechas. Bien es verdad que durante la discusión constitucional Miquel Roca iba más a por el huevo que a por el fuero y que a nosotros nos veía como unos simpáticos trogloditas que reivindicaban una  antigualla (así la describían) como era la devolución del Concierto para Gipuzkoa y para Bizkaia. Lo logramos en 1980 cuando Suárez supo que iba a dimitir y gracias a que el PNV se retiró de las Cortes y movilizó la calle. Si por la  UCD, AP, el PSE y HB hubiera sido, hoy estaríamos tan a dos velas como están los catalanes que justamente reivindican un Pacto Fiscal  pero siguen sin señalar con el dedo a Roca que nos decía que «no  había nada más odioso que la recaudación». Hoy este caballero, ponente constitucional con mil charreteras premios y chapas de todo tipo por aquel trabajo, es el abogado defensor de la llamada Infanta Cristina y se jacta de las presiones que ejerce para que ésta señora que dice trabajar en La Caixa no baje la cuestita de los juzgados de Mallorca donde el juez Castro le espera para saber si es tonta o si, presumiblemente, es una ladrona. Y no le veo a Xabier Arzalluz ni a Mitxel Unzueta defendiendo a una Infanta de España inmersa en semejante latrocinio ni a la BBK dando trabajo a una señora como ésta.

Asimismo he de recordar que la última semana de pleno, el Grupo Vasco conjuntamente con el catalán de CIU solicitó en el Congreso un debate monográfico sobre desempleo que nos permita presentar propuestas de resolución diferentes a los demás grupos y que tanto el Lehendakari Urkullu como el president Mas unían fuerzas contra la reforma educativa del ministro Wert y que el 13 de mayo el presidente del EBB, Andoni Ortuzar proponía que se convocara una mesa con representación de los llamados partidos vertebradores junto a las representaciones vasca y catalana para tratar de buscar una solución al reconocimiento de los hechos nacionales diferenciales es decir de Euzkadi y de Catalunya.

La España de los pingüinos

Sin embargo todo esto no le servía de nada al francotirador Juliana porque él viene buscando activamente desde hace  años que los vascos nos quedemos sin Concierto y a tal efecto y con la pluma  tinta en veneno escribió una página completa con el antetítulo «Euskadi contra Catalunya » el domingo 19 de mayo en La Vanguardia. Su título era asimismo bien  expresivo: «EI Partido Nacionalista Vasco se rige por un viejo principio inglés: no tiene amigos, solo tiene intereses».

La frase es de Lord Palmerston quien enfático dijo que “Inglaterra no tiene amigos ni enemigos, sino intereses permanentes”.

El artículo del periodista catalán es muy extenso para  que se pueda analizar en un pis pas. En su día con Josu Erkoreka  rebatimos las tesis de Juliana tras haber escrito éste en 2006 su libro «La España de los Pingüinos” Pingüinos se les llamaba en la antigua Yugoeslavia a los que solo se sentían yugoeslavos y que no pasaban del diez por ciento. Nosotros le  rebatimos punto por punto con un trabajo que Erkoreka tituló «La España de los Botijos». Lo tiene en mi   blog.

Juliana destacaba que si en lugar de ese diez por ciento hubiera habido un veinticinco por ciento de pingüinos no habría estallado la guerra civil. Juliana es, pues, un pingüino español a pesar de ser él catalán y escribir muy bien. En dos capítulos, Enric Juliana aborda el gran tabú de la España autonómica: el concierto vasco, esa «deuda carlista» que pagó Cánovas en 1878 y única asimetría tolerada por la Constitución de un siglo después. «No deja de ser curioso -apunta- que el nacionalismo catalán nunca se haya quejado del «privilegio vasco», objetivamente inalcanzable para Cataluña, por mucho que se haya invocado en los debates de la reforma del Estatut…

El cupo vasco para Juliana no sólo es intocable, sino que parece innombrable, lo cual no deja de ser otra paradoja en un país en cuyas mañanas radiofónicas se discute de todo y se dicta sentencia de todo.

Euzkadi contra Catalunya

Toda  la historia anterior, todos los hechos diarios, le importan a Juliana un pito. Él va tras cualquier declaración que no le guste para retorcerla y que ésta abone su tesis. Le ha  bastado un comentario muy correcto de Urkullu contra la asimetría en los  objetivos del déficit público para escribir que “Euzkadi está contra Catalunya», lo que colocaría, según Juliana al Lehendakari y al PNV sorprendentemente junto “al ala dura de la derecha española».

En el mencionado artículo Juliana afirmaba, en línea con otros artículos suyos anteriores, que «el presidente de la rica comunidad que no aporta nada -o muy poco- a la solidaridad interna española, se alinea políticamente con los dirigentes políticos de las regiones más beneficiadas por la citada solidaridad, lógicamente ansiosos ante cualquier modificación del statu quo, por pequeña que esta sea». Y más adelante prosigue, ampliando sus dardos a Navarra, que «en la fase más exacerbada del debate territorial y en un momento de verdadero sufrimiento social por las políticas de austeridad, poca gente se pregunta en España qué sentido tiene que dos de las comunidades con mayor renta per cápita (País Vasco y Navarra, primera y tercera en el ranking, respectivamente) apenas no aporten nada a la solidaridad interterritorial, e incluso tengan saldos fiscales positivos en algunos ejercicios. Le duele al comentarista la asimetría en el tratamiento: la extracción del debate público en el caso vasco y navarro y la ubicación exclusiva de las reivindicaciones catalanas en el eje de la discusión. Y no deja de apelar a una distinción conceptual relevante (entre concierto, o convenio para el caso navarro, y cupo) y que puede afectar (a peor) a los flujos económicos entre los territorios forales constitucionalmente reconocidos y el Estado en estos tiempos de escasez en el que todas las comunidades autónomas pugnan por unos dineros complementarios que les permitan salir del atolladero Si bien el concierto/convenio constituye un marco «intocable, a menos que se reforme la Constitución», el cupo es la resultante de un complejo método de cálculo (muy poco conocido por el gran público) sobre el coste de los servicios del Estado en el País Vasco (y Navarra). Según como se calcule ese coste, la cuota sube o baja.

Las opiniones de Juliana, más allá de lo que explicitan (la recriminación al PNV) y de lo que olvidan (las actitudes de sostén al gobierno de Rajoy del partido mayoritario en Navarra, radicalmente anticatalanista), traslucen una desorientación: la provocada, tras comprobarse el torbellino de declaraciones de los barones regionales del PP en contra de un trato de favor para Catalunya en cuanto al déficit, por la desesperanza de una hipotética solución a los problemas catalanes en el marco constitucional español. Si la concesión de un cierto margen en el déficit desata tales reacciones, ¿cómo pensar en una hipotética extensión del régimen concertado a Catalunya o de un pacto fiscal con esa comunidad a través de la vía de una reforma constitucional?. Y de eso no tenemos la culpa los vascos. Busque pues Juliana enemigos en otra parte. Los encontrará fácilmente.

 

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