En la Capilla ardiente de Suarez

SuarezLunes 24 de marzo de 2014

He estado en el Congreso de los Diputados en la capilla ardiente del ex presidente Suarez. En la antesala he saludado al general Roldan, jefe del CNI y a Antonio Garrigues Walker, quien me ha hablado muy bien de Iñaki Azkuna. Y he llegado al salón que llaman de «los pasos perdidos» donde un día el lehendakari Leizaola me dijo donde se sentaban los diputados vascos en las horas muertas de los plenos republicanos.

Adolfo el hijo mayor me ha atendido cariñosamente. Yo la víspera había hablado de la valentía y el coraje de su padre y me ha agradecido esos dos adjetivos y  ha pronunciado la palabra  ESKERRIK ASKO varias veces. Recordaba la makilla que le regalamos con el premio EUZKADI y me ha recitado la frase que le pusimos en la parte de  abajo del bastón. Pero no solo  me lo ha dicho Adolfo hijo, sino Sónsoles y otro hijo. Se ve que aquello le marcó de tal manera que sus hijos me lo han recitado  con gran veneración.

Luego he vuelto al despacho y al encender la televisión le he visto a Alfonso Guerra hablar maravillas de Suarez y he recordado como le llamó «tahur del Missisipi» y lindezas parecidas en una moción de censura que lo debilitó fuertemente. No hay como morirse para que hablen maravillas de ti.

Suarez se quedó sin partido, sin amigos, sin financiación y fue el rey quien le dejó en la estacada cuando quiso nombrarle al golpista Alfonso Armada segundo jefe del estado mayor del ejército y Suarez se negó. Para que luego nos vengan con la milonga de que el 23 F, el rey salvó a la democracia.

Hoy aquella transición, con los Aznar, Rajoy, Cospedal, Zapatero, Rubalcaba, Gallardon y demás no hubiera sido posible. Y aunque no quedamos satisfechos al cien por cien, reconocemos que se ganó un sitio en la historia. Por eso le dimos el premio EUZKADI. Y se lo dieron Xabier Arzalluz y José M. Makua.

 

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